La alienación, entendida como la pérdida de visión
de la importancia fundamental de las relaciones y diferencias esenciales a
favor de las relaciones aparentes, alcanza a todos los planos de la vida, a
todas las formas de la práctica social y a todas las clases sociales. Nada
escapa al comportamiento alienado. La globalización que ha hecho del mercado
capitalista el mecanismo económico que lo determina todo y ha convertido el
dinero en la potencia absoluta que lo media todo es la causa última de la
alienación. Ha creado una ideología donde los bienes públicos y colectivos se
han convertido en un simple medio para el acrecentamiento sin límites de los
intereses individuales. Cuando la psicología actual estudia al individuo y quiere
liberarlo de su ansiedad, tristeza y soledad, solo le proporciona remedios
centrados en el individuo, no le propone ninguna meta social, ninguna tarea
donde el beneficiario sea la sociedad. La concepción de que lo público no es de
nadie es una idea que se ha ido afianzando de manera perniciosa en la mente de
las nuevas generaciones. De manera que se genera la idea de que en los espacios
públicos todo el mundo puede hacer lo que quiera. No se genera la idea de que
los espacios públicos deben cuidarse del mismo modo que cuidamos los espacios
privados. También se hace necesario señalar que bajo el punto de vista global asistimos
a una degradación del ser humano como nunca había acontecido. Y la ideología,
entendida como una concepción profunda del mundo, ha dejado de tener un papel
destacado en la vida social.