El lado de la personalidad es fundamental. Ser
perfeccionista puede ser una virtud y un defecto. Depende del grado y de las
consecuencias de ese comportamiento. Si te impiden producir, es un defecto.
Igual sucede con la autoexigencia. Si termina por maniatarte, es un defecto. En
el pensamiento, y creo que en la mayoría de las esferas de la vida, es decisivo
sentirse libre. Nadie te vigila ni te evalúa desde una instancia superior a tu
propia conciencia. Y si en ocasiones te quedas con la mente en blanco y no
sabes cómo responder a los argumentos del contrario, pues no respondas. Que sea
lo que pueda ser. Tampoco pienses en la imagen que les das al otro ni te
plantees responder a las expectativas de los otros. Se libre. Si te equivocas
en lo que dices, te equivocas. Más vale elaborar un pensamiento equivocado que
no elaborar pensamiento alguno.
¡Aviso importante! Hasta ahora cuando se pinchaba en las etiquetas no aparecían todos los trabajos publicados bajo dicha etiqueta. Ahora hay paginación y se puede acceder a todos los trabajos publicados. Otra cuestión: Soy Ingeniero Técnico y Licenciado en Filosofía, pero de forma general me considero un Investigador Independiente.
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jueves, 21 de febrero de 2013
sábado, 9 de febrero de 2013
El mundo en transicion
En su obra Conceptos
fundamentales de la historia del arte Heinrich Wölfflin trata de establecer
las diferencias entre el estilo lineal y el estilo pictórico, pero observa que
un determinado pintor A comparado con un pintor B puede ser clasificado dentro
del estilo lineal y que al compararlo con un pintor C puede ser clasificado
dentro del estilo pictórico. “En esto se venga la pobreza del lenguaje. Habría
que tener mil palabras para poder calificar todas las transiciones”. Esto lo dice
en la página 71 según la edición Espasa Libros 2011, pero en la página 104
vuelve a insistir en lo mismo usando otros términos: “Aun manejando con
economía todos los conceptos, no bastan sencillamente las dos palabras, lo
pictórico y lo no pictórico, para calificar los innumerables matices de la
evolución histórica”. Y no deja las cosas ahí. En la página 296 añade esto
otro: “Haciendo notar estas cosas, que determinan la diferencia entre la época
clásica y la época preclásica, descubriremos las bases de nuestro verdadero
tema. Sólo que en seguida se deja notar del modo más sensible la carencia de
vocablos que marquen bien las diferencias”.
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