La globalización
Vivimos en un mundo global, esto es, en un mundo altamente interdependiente. El mercado mundial, iniciado con el descubrimiento de América, está viviendo un imparable desarrollo. Mercado y división del trabajo son dos conceptos que se presuponen. Todos dependemos de todos. De manera que cualquier acontecimiento que se produzca en cualquier parte del mundo, mucho más con las dimensiones de este conflicto, se refleja en todas las naciones de la Tierra. Pero la UE y EEUU actúan como si ellos fueran los representantes del mundo global y quieren que todas las naciones del mundo se alineen con sus posiciones y sus concepciones. China e India, con su neutralidad, han impedido su egoísta pretensión. Lo que sucede es que la voz de China e India no se oye en Occidente, como tantas otras voces de un sinfín de naciones. Entre los países que votaron en contra de la resolución de la ONU de condenar la invasión rusa de Ucrania y los que se abstuvieron suman dieciséis. Pero como dije antes: en la UE y en EEUU las voces de esos dieciséis países no se oyen. Y un mundo global también debería suponer que en cada nación se oyeran las voces del resto del mundo. Pero sabemos que el mundo global está gobernado, en parte, por el poder financiero mundial, y en parte, por un puñado de empresas punteras, donde una buena parte de ellas reside en EEUU. El mundo global debe ser creado en todos sus ámbitos por todas las naciones de la Tierra y no solo por un grupo de ellas.