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domingo, 4 de junio de 2000

Por un fútbol no mercantil

El pasado 14 de septiembre se emitió por la televisión local un debate sobre fútbol. Como es habitual surgió uno de los temas estrellas de esta especialidad deportiva: los exagerados ingresos que perciben ciertos futbolistas. La mayoría de los contertulios se mostró muy crítico con esos exagerados ingresos. Pero Sabino López, que era uno de los contertulios, al momento limó el filo de la crítica de sus compañeros de debate. Su argumento fue claro y decisivo: “cada cual debe ganar en proporción al dinero que genera. Si Rivaldo, por ejemplo, gana muchísimo dinero, será porque también genera muchísimo dinero”. Nadie rechistó.

Aquí tenemos un ejemplo fehaciente de cómo es en esencia la sociedad democrática capitalista. Aparentemente hay mucha crítica, mucha denuncia de las injusticias que azotan el mundo, pero en la práctica las relaciones económicas, que son las que generan las injusticias, no experimentan la más pequeña variación. La mayoría de los críticos de esta sociedad, como les sucedió a nuestros contertulios, termina tragándose la lógica del sistema capitalista y pensando bajo el imperio de esa lógica. Y la crítica a la extrema riqueza no llegará nunca a convertirse en una fuerza material para transformar el mundo, si los intelectuales dedicados a la crítica no son capaces de escapar de la lógica del capital. Y la lógica del capital es la que expuso Sabino López.
Los capitalistas, y Sabino López lo es, quieren que todo, absolutamente todo, se produzca como mercancía. Si por ellos fuera, hasta bañarse en la playa tendría un precio. Los socialistas, por el contrario, quieren que una parte de los bienes y servicios  no se produzca como mercancía. De hecho la sanidad y la educación no se producen como mercancías. Se trataría entonces de que los socialistas dieran un paso más en esta dirección, luchando por un fútbol no mercantil. Hay que saber, hecho que legitima la necesidad y la actualidad de esta lucha, que la mayoría de los periodistas deportivos consideran una irracionalidad y una injusticia lo que ganan Rivaldo y Raúl. Lo que sucede es que el argumento de Sabino López, que refleja las relaciones económicas dominantes en el fútbol, derrumba con relativa facilidad esa consideración crítica. No obstante, las grandes sumas de dinero que perciben Rivaldo y Raúl sólo pueden explicarse por las relaciones económicas que mantienen estos dos líderes deportivos con los aficionados al fútbol. Si cambiáramos esas relaciones económicas, si dejáramos de producir el fútbol como mercancía, los exagerados ingresos de los futbolistas de elite desaparecerían y el argumento de Sabino López caería por tierra.
Reflexionemos entonces sobre lo que significa producir un fútbol no mercantil. Las sociedades deportivas dedicadas al fútbol tienen tres fuentes de ingreso: la taquilla, la televisión y la publicidad. Si el fútbol no se produjera como mercancía, entonces los precios de las entradas a los estadios los fijaría el Estado y no las sociedades deportivas. Los precios bajarían  y los aficionados al fútbol dispondrían de más dinero en su poder para gastarlo en otros lugares y en otras cosas. A su vez, esta bajada en el precio de las entradas provocaría una disminución en los ingresos de las sociedades deportivas y, a la postre, una bajada en los sueldos de los futbolistas. En lo que se refiere a la televisión, todos sabemos que cuando sólo existía la televisión pública, nadie pagaba por ver un partido de fútbol televisado. Mientras que ahora, desde que se ha implantado la televisión privada, hay que pagar por ver los partidos de fútbol televisados. Aquí habría que proponer, al igual que sucedía con las entradas a los estadios, que la emisión televisiva de los partidos de fútbol tampoco tuviera carácter mercantil, prohibiendo a las cadenas de televisión privada emitir partidos de fútbol en cerrado. De esta manera, por una parte, los aficionados al fútbol televisado dispondrían de más dinero en sus bolsillos para gastarlo en otras partes y en otras cosas, y por otra parte, las sociedades deportivas verían disminuir sus ingresos y, a la postre, disminuirían los sueldos de los futbolistas. Y en lo que se refiere a la publicidad, lo tenemos aún más fácil. Actualmente no vemos en carretera ningún cartel de publicidad, afea el paisaje y empeora nuestra calidad de vida. Así que no sería nada impopular prohibir la publicidad estática en los estadios y la publicidad en la camiseta de los jugadores. De esta manera tanto las sociedades deportivas como los propios jugadores dejarían de percibir dinero por este concepto, y los aficionados al fútbol ganarían en calidad de vida
Si ejecutáramos estas tres medidas, si modificáramos las relaciones económicas que actualmente dominan el fútbol, si acabáramos con el carácter mercantil de este deporte de amplias masas, los sueldos astronómicos de los futbolistas de elite desaparecerían y las grandes masas aficionadas al fútbol aumentarían su poder adquisitivo. No se puede explotar el afán consumista de las amplia masas y sus ganas de pasar unos momentos alegres, y las sociedades deportivas dedicadas al fútbol aliadas a las cadenas televisivas y a los jugadores de elite lo están haciendo y de manera cruel.
15 de septiembre de 2000

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