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martes, 29 de mayo de 2007

Materialismo vulgar y materialismo dialéctico ante la religión

Empecemos escuchando a Marx en la introducción a la Sagrada Familia: “El hombre, que sólo ha encontrado en la realidad fantástica del cielo, donde buscaba un superhombre, el reflejo de sí mismo, no se sentirá ya inclinado a encontrar solamente la apariencia de sí mismo, el no-hombre, donde lo que busca y debe necesariamente buscar es su verdadera realidad”.

 
La posición del materialismo vulgar

El materialismo vulgar ante el problema de la religión sólo sabe decir una cosa: Dios no existe. Y recurre a las ciencias naturales para demostrar que su afirmación es verdadera. Así que sólo sabe negar, sólo saber decir no. Pero de este modo, creyendo dar un golpe certero a la religión, rompe la relación del hombre con Dios. Sitúa a Dios en el más allá y al hombre en el más acá, y en medio un abismo infranqueable. Y como ese más allá  no es perceptible ni verificable, el materialista vulgar concluye que Dios no existe.

La posición del materialismo dialéctico: Dios como superhombre

Muy diferente es la posición del materialismo dialéctico. Marx distingue entre lo que el hombre buscaba en el cielo y lo que encontró. Buscaba un superhombre. Reconocer a Dios como superhombre es concebir a Dios de un modo materialista. Las propiedades que reconocemos en Dios, su omnipotencia, omnipresencia y  omnisciencia, no son más que propiedades humanas llevadas a extremo. El amor infinito que siente Dios por los hombres es muy parecido al amor infinito que sienten las madres y los padres por sus hijos. Por lo tanto, concebir a Dios como superhombre es concebir a Dios de modo materialista; no es situar a Dios en el más allá, sino en el más acá, al lado de los hombres, aunque con propiedades más excelsas, como sucede con superman y tanto héroes fantásticos.

La posición del materialismo dialéctico: Dios como reflejo del hombre

El hombre buscaba en el cielo un superhombre, pero sólo encontró un reflejo de sí mismo. Igual sucede cuando nos miramos en el espejo: sólo encontramos un reflejo de nosotros mismos.  Para llegar a esta conclusión, que Dios no es más que la imagen refleja del hombre, la humanidad ha tenido que cursar muchas fases evolutivas en su duro desarrollo.  Sé que todavía hay mucha gente que sigue creyendo que existe un Dios en el cielo. Pero son la enfermedad y la muerte las causas principales  que la impelen a creer en una vida detrás de la muerte. Así que la creencia en Dios y su reino no se basan en la razón y en la fe, sino en la necesidad y el miedo.

La apariencia del hombre y la vida real del hombre

Recordemos que en la cita que encabeza este trabajo Marx decía lo siguiente: “una vez que el hombre no encontró en el cielo a un superhombre sino un reflejo de sí mismo,  ya no se sintió inclinado a encontrar la apariencia de sí mismo, el no hombre, cuando lo que busca y debe necesariamente buscar es un su verdadera realidad”.  Lo que encontramos en el espejo es sólo eso: nuestra apariencia. Y el cielo ha sido eso para el hombre religioso: un espejo. Aunque un espejo muy fantástico: le ha devuelto la imagen de un superhombre. Pero era sólo eso: una imagen, una apariencia. Y una vez que se ha desengañado, ya no debería seguir buscando la esencia y el sentido de la vida en esa apariencia. Debería buscarla en su verdadera realidad. ¿Y cuál es la verdadera realidad del hombre? Que unos hombres explotan a otros hombres, que la desarrollada humanidad de unos pocos coexiste con la plena deshumanización de los muchos, que mientras unos hombres son felices otros viven en la más completa de las tristezas. Y lo que el hombre buscaba en el cielo, un reino de amor y de paz, debería buscarlo en la tierra. Y esto  sólo puede hacerlo luchando por el socialismo.
 22 de septiembre de 2007.

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