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jueves, 17 de julio de 2014

Lo que estudio y los vaivenes

Lo que cuento afecta a unos treinta días. Empecé con el libro de Duncan K. Foley y su trabajo Para entender El Capital. Ese material me sirvió para elaborar tres trabajos que publiqué en el blog. Reconozco lo árido de esos tres trabajos. Creo que el defecto está en que el lenguaje que emplea Foley no es preciso ni claro. Me genera cierto disgusto. Además dudo de su utilidad. Algunos críticos hablan del marxismo como tierra quemada. Tal vez tengan razón. No por Marx, que siempre será un gran clásico como Hegel y Aristóteles y tantos otros, sino por sus discípulos, que lo vacían de riqueza filosófica y, por lo tanto, de profundidad.

Después elaboré el trabajo Desigualdad y sistema, que también publiqué en el blog. Me ha parecido un error, aparece en el programa de Podemos, presentar la desigualdad como el problema existente entre el 1 por cien de la población y el resto. No solo porque se sustituye el análisis cualitativo de las clases sociales por su análisis cuantitativo, esto es, por el nivel de ingreso y patrimonio, sino porque se olvida de la multidesigualdad, esto es, la desigualdad que abarca todos los niveles de ingreso. También pensé en escribir sobre “la casta” de la que habla Podemos, pero desistí, me parece un concepto tan pobre que creo que terminará por desaparecer. El error de Podemos consiste, por una parte, en meter en el mismo saco el PSOE y el PP, de esta idea participan muchos resentidos y reaccionarios, y por otra parte, en convertir en blanco de la lucha no a los grandes capitalistas, que son los que se enriquecen sin límites y gracias al sistema,  sino a los políticos, donde muchos de ellos son corrompidos por los primeros.
Después estuve leyendo La conspiración de los ricos de Kiyosaki. Sin duda un libro malo, pero que refleja la mentalidad del inversor más primario y la mentalidad de muchos estadounidenses que adoran el dinero y tienen ideas muy simples sobre el capitalismo y el socialismo. Todo el mundo puede pensar que con ese título se ataca a los ricos; y así es, pero se les ataca por practicar el socialismo. Kiyosaki es un reaccionario. Defiende un capitalismo individualista y cree en la ilusión de que el Estado puede reducirse a la nada. El reaccionario en general no sabe hacia dónde apunta y puede herir a propios y extraños. He dejado de leerlo. No pasé de la página 100.
Estoy a punto de terminar Ulises y la comadreja de Georg von Wallwitz, un libro sobre el mundo financiero. Trata de destacar el lado irracional de la bolsa y de los mercados de capitales en general. Es una apología del capitalismo financiero con cierta crítica. Desaparece la contradicción entre trabajo y capital y aparece en su lugar el valor de las acciones, calculados a partir de los análisis de  los balances y cuentas de resultados de las empresas. Sus protagonistas son los analistas, los bróker, los gestores y los fondos de inversión. Y en este marco lo importantes es saber qué valores compro y cuándo compro y cuándo vendo. Gracias a esta lectura ya he pedido a mi librero, me llegará en una semana, El triunfo del dinero de Niall Ferguson, una obra dedicada a la historia del mundo financiero. De forma paralela hoy mismo he empezado a leer–estudiar Todo lo que siempre quiso saber sobre la bolsa de Vicente Hernández.
Tenía pensado escribir un trabajo sobre el fetichismo de la mercancía. Quería en ese trabajo someter a crítica las ideas de Foley. Pero lo he pensado mejor. Quiero evitar la oscuridad. De ahí que primero me vaya a adentrar en el mundo de la historia financiera, el mundo donde el dinero solo se relaciona consigo mismo, y de la mano de economistas e historiadores burgueses, que hablan con más claridad y más realidad que tantísimos marxistas. Después ya elaboraré el trabajo sobre el fetichismo. Espero que este plan me ocupe lo que queda de julio y agosto. En septiembre descansaré y en octubre iniciaré el curso, a mi propio curso me refiero, no ejerzo como profesor y no vivo de ello. Pero como la vida es como es, no sé si caerá en mis manos otros libros, y entonces pueda cambiar de rumbo. Y si lo hago, no me preocupa. Y hay un libro que me tienta, siempre los clásicos me tientan, son una gran diversión mental, ¡ay!, su literatura es tan bella y tan profunda: Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides. Siempre durante el año, el curso que va de octubre a septiembre, he de leer fragmentos o libros enteros de varios clásicos. Sin ellos no podría vivir.

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