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domingo, 30 de noviembre de 2014

El arte de enseñar

Hay personas que hablan desde el desconocimiento. No se arriesgan a escribir o lo hacen en muy pocas ocasiones. El que escribe deja fijada sus ideas para terceros. Algunas personas prefieren el llamado cara a cara. Pero si así fuera, nadie estudiaría a los clásicos. La mayor parte del estudio y del conocimiento que uno adquiere se logra sin que el autor de las ideas esté presente. No niego la necesidad de hablar  cara a cara, pero antes de que se produzca dicho encuentro hay que trabajar previamente las ideas. El fiscal, el abogado defensor y el juez lo ponen todo por escrito antes que se celebre el juicio. Las partes necesitan conocer previamente las pruebas que se presentan para poder armar sus argumentos.
 
A las susodichas personas se les invita a pertenecer a una casa de la que desconocen sus primeros pasos. Se les abre las puertas y no se les exige nada. Y claro, cuando hablan del CEKAM y de su actividad, al desconocer la historia de ese centro, cometen graves errores. Lo han tenido todo muy fácil y no son conscientes del privilegio del que han gozado. Desconocen los métodos de estudio que se emplearon y los principios por los que se guiaba la actividad teórica en los inicios de esa institución. Ven las ventanas y las puertas y la gente que vive en el edificio. Pero desconocen la existencia de los pilares, lo que costó asentarlos firmemente, e ignoran el terreno sobre el que se asentó el edificio y el fin originario al que se destinó.
El CEKAM se destinó originariamente al estudio de El Capital. Y El Capital es una obra muy compleja, sobre todo la primera parte; necesitas manejar previamente la lógica fenomenológica. Es una disciplina muy abstracta. Los miembros del CEKAM  que solo conocen esta institución desde hace 15 o 20 años, no saben nada de todo el esfuerzo teórico que tuve que hacer yo para hacer asequible la comprensión de la lógica fenomenológica. Mi trabajo El espejo y yo es la expresión teórica de ese esfuerzo pedagógico. Los miembros del CEKAM de ese entonces no solo tuvieron la suerte de conocer la fenomenología de El Capital, también han tenido la dicha de conocer la lógica fenoménica de Husserl y de Hegel.
Hay personas que separan el arte de enseñar de la materia a enseñar. No hay un arte de enseñar igual para todas las materias. Si una persona no conoce de forma adecuada la materia en cuestión, será incapaz de enseñar dicha materia. Y el modo de enseñanza depende de lo fácil o compleja que sea la materia a impartir. Así que no pueden compararse los métodos de enseñanza de materias distintas.  En todo hay que ser rigurosos. Enseñar a sumar no es lo mismo que enseñar el ser y la nada de Hegel. Afirmar, como lo hace un ex miembro del Cekam, que yo soy capaz de hacer artículos geniales pero que no soy capaz de enseñarlos adecuadamente, sencillamente es no saber lo que se dice. Justamente la posibilidad que tiene el lector de entender por ejemplo el ser y la nada de Hegel por medio de mi trabajo, habla muy en favor de mis dotes pedagógicas. El problema no está en enseñar a otros El ser y la nada de Hegel tal y como yo lo he elaborado, pues ahí toda la oscuridad y la dificultad están resueltas, sino en explicar de forma asequible al no experto el propio texto de Hegel. La clave para medir las dotes pedagógicas del profesor en cuestión estaría en que explicara por ejemplo la percepción en Hegel. Que se enfrentara directamente a ese texto y lo explicara de una forma asequible para el profano en filosofía. Una gran parte de mis trabajos tiene justamente esa cualidad: hacer asequibles las complejidades del pensamiento de Marx, Hegel y Husserl. Entender la doble inmanencia en Husserl es una tarea muy compleja. No obstante, con el ejemplo del espejo y de la manzana, he hecho asequible el concepto de inmanencia en el sentido de darse la cosa misma. Yo no niego que otras personas tengas magníficas dotes pedagógicas y empleen técnicas que yo desconozco. Pero no estamos hablando de las dotes pedagógicas en general ni de las que se emplean para no sé que materias, sino de las dotes pedagógicas para explicar las complejidades del pensamiento marxista y hegeliano.

1 comentario:

  1. Como miembro del Cekam, hay un aspecto que quiero añadir a lo que tu afirmas sobre tus dotes pedagógicas para explicar las complejidades del pensamiento marxista y hegeliano. En numerosas ocasiones he dedicado muchas horas al estudio analítico de un pequeño y mismo fragmento de El Capital. Pongo por caso, el carácter doble del trabajo representado en las mercancías. En esos momentos, y como producto de mi trabajo, tenía la firme convicción de que lograba hacerme con las categorías y los conceptos del pensamiento de Marx. Sin embargo, cuando esos mismos fragmentos eran objeto de estudio en nuestras reuniones del Cekam, lograbas hacerme ver en dichos textos, matices y diferencias que mis ojos y mi razón no descubrieron durante mi trabajo individual, aún después de transitar por esos fragmentos una y cien veces. Este hecho debes añadirlo en el haber de tus dotes pedagógicas para explicar las complejidades del pensamiento marxista y hegeliano.

    Un saludo. Ramón Galán.

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