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lunes, 8 de enero de 2018

Crítica a Böhm-Bawerk (1)

Me he hecho con el libro de Böhm-Bawerk titulado La Conclusión del Sistema Marxiano. En dicho libro el economista austriaco somete a crítica El Capital de Karl Marx, en concreto su concepto del valor y su ley del valor. La línea central de su argumentación estriba en que Marx incurre en una contradicción insalvable entre lo que dice en el primer libro de su obra y lo que dice en su tercer libro. En el primer libro, a juicio de Böhm-Bawerk, Marx afirma que las mercancías se venden por su valor, y en el tercer libro afirma lo contrario: las mercancías se venden por su precio de producción. Como la influencia de Böhm-Bawerk entre los neoliberales es notoria y su crítica al pensamiento económico de Marx es considerada por aquellos de primer nivel e irrebatible, me he hecho con el compromiso de ajustar cuentas con dicha crítica Mi crítica al pensamiento crítico de Böhm-Bawerk tiene como base argumental cinco aspectos.


Primer aspecto. Cuando hablamos del concepto del valor en Marx es necesario distinguir entre la sustancia del valor y las formas del valor. La sustancia del valor es aquella idea que todo el mundo repite sin ir más allá: el valor de una mercancía es la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla. Pero hay que advertir que en El Capital las palabras dedicadas a exponer la sustancia del valor no alcanzan el 10 por ciento, mientras que las palabras dedicadas a las formas del valor ocupan casi el 80 por ciento. Así que aquí va mi primera crítica a la crítica de Böhm-Bawerk: toda su crítica al pensamiento económico de Marx se centra en la sustancia del valor y no habla para nada de las formas del valor. De manera que la crítica del economista austriaco al concepto de valor de Marx es extremadamente parcial. De hecho no dice nada acerca del primer pilar conceptual de El Capital: la transformación de la mercancía en dinero, donde se expone con extremado rigor el cambio de las formas del valor desde sus formas primigenias hasta el reluciente dinero.

Segundo aspecto. Böhm-Bawerk cree que ha descubierto el nudo gordiano donde queda desarmado todo el entramado teórico de Marx: la supuesta contradicción entre lo que dice en el primer libro, donde habla que las mercancías se venden por su valor, y lo que dice en el tercer libro, donde a juicio del economista austriaco dice lo contrario. Böhm-Bawerk ha hecho muy mala lectura de El Capital y confunde dos cosas: el precio como expresión del valor con la incongruencia cuantitativa entre precio y valor. Y esta incongruencia no la expone Marx en el tercer libro, sino casi al inicio del primer libro de El Capital, cuando analiza el proceso de intercambio, donde afirma que es consustancial a la forma de precio que haya incongruencia cuantitativa entre precio y valor. Pero como Böhm-Bawerk, como advertí antes, no analiza las formas de valor y entre ellas la forma de precio, su crítica naufraga en la  crítica a la sustancia del valor. Si el economista austriaco hubiera tenido como objetivo la crítica rigurosa de la supuesta contradicción marxiana entre precio y valor, debió haber sometido a crítica la elaboración de la forma de precio por Marx, circunstancia que le hubiera obligado a criticar toda la exposición de Marx sobre la transformación de la mercancía en dinero.

Tercer aspecto. El tercer objetivo en el que se centra la crítica de Böhm-Bawerk afecta a la contradicción entre apariencia y esencia o entre contenido y modo de expresión. Recurriré a un ejemplo analógico, que he usado en muchas ocasiones, para poner de manifiesto la insuficiencia argumental del economista austriaco. Según nuestra experiencia terrícola el Sol sale por el este y se pone por el oeste, esto es, el sol se mueve en torno a la Tierra. Pero según nuestra investigación esencial ocurre lo contrario: es la Tierra la que gira en torno al Sol. Pero hay más: el movimiento aparente del Sol está causado por el movimiento de rotación de la Tierra sobre sí misma. Luego lo que ocurre en la apariencia se presenta como lo contrario de lo que ocurre en la esencia. Y por mucho que conozcamos la esencia del movimiento de la Tierra sobre sí mismo, nunca impedirá que los habitantes de la Tierra sigan viendo que el Sol se mueve alrededor de la Tierra. Pues lo mismo sucede en las relaciones económicas entre los hombres: lo que sucede en las relaciones esenciales, que el gasto de fuerza de trabajo es la sustancia del valor, se presenta en las relaciones aparentes, en el mercado y en la competencia, como lo contrario: el capital se presenta como la sustancia del valor. Y por mucho que conozcamos la esencia de las relaciones capitalistas de producción, nunca se podrá evitar que en las relaciones aparentes se presente lo contrario de lo que sucede en las relaciones esenciales. Así que en este caso a Böhm-Bawerk le sucede lo que le sucede a muchos economistas marxistas: su falta de conocimiento de la filosofía hegeliana y de la filosofía en general le impide comprender las contradicciones objetivamente insalvables entre apariencia y esencia, entre modo de expresión y contenido, de la que nuestra vida está cargada de ejemplos.

Cuarto aspecto. Böhm-Bawerk empobrece el lenguaje de Marx, le resta su rico contenido categorial filosófico. Esto es equivalente a si al cuerpo humano le quitamos su sistema circulatorio o su sistema nervioso. En este error también incurren la mayoría de los economistas marxistas. Aquí no está de más recordar lo que sentenciaba Kant: las intuiciones sin conceptos son ciegas. Del mismo modo las representaciones económicas que podemos adquirir con  El Capital de Karl Marx estarán oscurecidas si su lector o estudioso no hace uso o no comprende los conceptos filosóficos hegelianos. La oscuridad que algunos economistas marxistas atribuyen a Marx no es más que la falta de formación en filosofía hegeliana que tienen dichos economistas. En este sentido Ilích Ulianov en sus Cuadernos Filosóficos formulaba la siguiente idea: “Es completamente imposible entender El Capital de Karl Marx, y en especial su primer capítulo (la transformación de la mercancía en dinero), sin haber estudiado y entendido a fondo toda la Lógica de Hegel. ¡¡Por consiguiente, hace medio siglo ninguno de los marxistas entendía a Marx!!”. Esto que afirma Ilích Ulianov sobre los marxistas, también hay que afirmarlo sobre los pensadores no marxistas, donde debemos incluir a Böhm-Bawerk.

Quinto aspecto. Esta reflexión tiene una dimensión práctica. Hay que decir, en primer lugar, que la economía convencional carece de una teoría del valor; y todo lo que afirman sobre el valor solo tiene que ver con el valor de uso. Una de las esencias del valor consiste en que todas las personas son iguales en tanto gastan fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma en que la gastan. Esta abstracción no es ninguna locura, puesto que en el mundo de la política también se reconoce la igualdad entre las personas en tanto miembros del Estado, de manera que toda persona, independientemente de su riqueza, posición, sexo o religión, vale un voto.  La clave económica política de esta esencia lo expresa el principio marxista para el socialismo que reza del siguiente modo: a cada cual según su trabajo. De manera que los que más trabajan y hagan un trabajo de más calidad deben ganar más que los que menos trabajan y hagan un trabajo de inferior calidad. De manera que los ingresos desorbitados de un sinfín de personas solo pueden explicarse porque el sistema capitalista permite que determinadas clases, grupos, capas e individuos se apropien de trabajo ajeno. Los métodos de esta apropiación se han multiplicado en la época de la globalización y han logrado gracias a la ideología capitalista una legitimidad todopoderosa.  Así que la crítica furibunda de los liberales de todos los tiempos al concepto de valor de Marx solo persigue deslegitimar a los trabajadores en su lucha por el socialismo y realizar cantos apologéticos del sistema capitalista. El sistema capitalista, como todos los sistemas económicos que le han precedido, representan un avance importante, necesario y decisivo de la humanidad. Pero esto no quita que las relaciones de producción capitalista se conviertan en un momento determinado del desarrollo de las fuerzas productivas en un obstáculo para la felicidad y el bienestar de las personas.

Advierto al lector que la crítica que en sucesivos trabajos realizaré al pensamiento crítico de Böhm-Bawerk me obliga a usar algunas citas un poco extensas, y a incidir sobre el mismo asunto varias veces. Esto se debe a la forma en que el economista austriaco organiza sus argumentos críticos y a que no deja de dar vueltas sobre lo mismo. Así que pido santa paciencia.






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