En 1978 Deng Xiaoping lideró la reforma económica china. Uno de los objetivos principales de esa
reforma era acabar con el socialismo pobre. El socialismo pobre, el socialismo basado en la escasez y en
las restricciones, no atrae a nadie y no representa un futuro prometedor. Antes
que el socialismo pobre las mayorías sociales prefieren el capitalismo. Un
rasgo estructural del modelo soviético de socialismo, del que la economía
socialista china era un ejemplo, era el escaso desarrollo de la industria
ligera, esto es, de la industria dedicada a los bienes de consumo. Socialismo
pobre significa salarios bajos.
La riqueza, ya se mire bajo el punto de vista del
valor de uso o bajo el punto de vista del valor, es fruto del trabajo. Y dentro
del trabajo hay que incluir el trabajo de los empresarios o gestores y también
el trabajo de los políticos. Así que lo lógico es que los creadores de la
riqueza disfruten de ella. La teoría marxista del valor lo único que critica es
que en el sistema capitalista haya clases sociales que por su posición en el
sistema económico se apropien de trabajo ajeno. De modo general podemos decir
que todos los trabajadores crean el trabajo necesario, los salarios, y el
plusvalor, que adopta las formas de beneficio, interés y renta del suelo. He
defendido la idea que hay trabajadores que cobran interés por invertir sus ahorros,
por ejemplo, en letras del tesoro. Pero ese interés del que se apropian
representa una parte del plusvalor que ellos mismos han creado. Luego no
representa apropiación de trabajo ajeno. La clave está aquí en el aspecto cuantitativo,
en determinar a partir de qué cuantía el ingreso representa apropiación de
trabajo ajeno. Supongamos de modo provisional que esa cuantía sea de 50.000
euros mensuales bruto. Supongamos que el dinero líquido disponible de ese
ingreso bruto sea de 30.000 euros. Diremos entonces que todas las personas que
ingresen más allá de esa cantidad se están apropiando de trabajo ajeno.
El hecho de que Irene Montero y Pablo Iglesias se
compren una vivienda de 600.000 euros que van a pagar en 30 años es del todo
natural y legítimo. La van a pagar con su trabajo. Nadie se las va a regalar. Montero e Iglesias son trabajadores
ejemplares, son sacrificados y entregan toda su alma a la causa del bien
general, no son vividores, no viven del trabajo ajeno. ¿El hecho de que vivan
en una vivienda de 600.000 euros implica que pierdan sensibilidad con la causa
de los ciudadanos más desfavorecidos? Pues no, y lo demuestran con creces. Además,
no es solo un problema de sensibilidad, es más y fundamentalmente un problema de conciencia. Y Montero e Iglesias son
personas plenamente conscientes de las causas sociales que defienden. Eso no se
puede cuestionar. Cuando Podemos a través de sus líderes más destacados han
criticado a “la casta” y a “las élites” –categorías sociológicas que yo no
comparto– se refieren justamente a aquellas personas que están en la cúspide
del poder económico y del poder político y que gracias a su quehacer permiten
que haya personas inmensamente ricas y mayorías que viven del salario base. Así que, y de acuerdo con ese contenido conceptual, Irene Monteros y Pablo Iglesias no
representan a la casta ni son élites.
Creo que este asunto desagradable en el que se han
visto implicado Irene Montero y Pablo Iglesias debe ser aprovechado para llevar
a cabo una lucha ideológica contra el socialismo reaccionario. Creo igualmente que se ha visto socavada de forma espuria, por
la labor de los medios de comunicación y por ciertos líderes de las propias
filas de Podemos, la dignidad y la
honradez de esos dos destacados líderes de la izquierda. Creo, por último, que
algunos políticos y periodistas deberían pedirles disculpas. Ellos tienen
derecho a su vida privada y darle el rumbo que libremente decidan y no esperar
el beneplácito moral de nadie, incluido los inscritos de Podemos. Por eso me ha parecido un error político de bulto que los
inscritos de Podemos decidan si se
les retira la confianza en sus cargos orgánicos por una decisión que afecta a
su vida privada. Irene Montero y Pablo Iglesias se deben a Podemos, pero no por entero. Hay un ámbito de su vida, la personal
y privada, que nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a inmiscuirse. Ellos
también necesitan sentirse libres y decidir en ese ámbito lo que quieren y lo
que no quieren. Si ese ámbito de libertad no se les permitiera, entonces ellos
serían esclavos de Podemos, y nos
vendrían los recuerdos de la experiencia fascista que dominaba la vida y el
quehacer de los antiguos PCUS y PCCh.
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