Las leyes y las normas tienen la condición de ser generales, no contemplan las particularidades ni las excepciones. Los latinos estamos acostumbrados a incumplir las normas o burlar las leyes cuando podemos hacerlo. Pero lo cierto es que el incumplimiento de las normas siempre lo realizan las minorías. Y lo peor: quieren justificar su incumplimiento. La base socio-psicológica de este comportamiento es la siguiente: poner los intereses individuales por encima de los intereses sociales.
Les pongo dos ejemplos elementales. Un amigo del
mundo del trabajo me dijo una vez que en Viena lo habían multado con nada menos
trescientos euros por cruzar un paso de peatón estando el semáforo en rojo.
Argumentó que en ese momento no estaba pasando ningún automóvil. Pero la
policía local no atendió a sus razones. Yo comprobé por propia experiencia
cuando estuve en esa ciudad que cuando el semáforo estaba en rojo aunque no
pasaran automóviles nadie cruzaba. A ese comportamiento lo debemos catalogar como
civismo y cultura urbana. Yo he tenido a este respecto dos comportamientos
erróneos: uno, cruzar la calle y hacerlo no por el paso de peatones, y dos,
cruzar un paso de peatones cuando el semáforo estaba en rojo y cuando veía a
los automóviles relativamente lejos. Dejé de hacerlo por dos razones: uno,
mientras una madre o un padre educaba a su hijo a no cruzar el paso de peatones
cuando el semáforo estaba en rojo yo lo hacía –dando una malísimo ejemplo –y dos,
una vez crucé el paso de peatones en rojo corriendo porque se aproximaban los
coches y un niño de siete años me secundó.
Las leyes y las normas no pueden analizarse ni valorarse
atendiendo a las excepciones sino a las condiciones generales. La libertad, y
esta idea se la debo a Hegel, es la libertad objetiva. Y la libertad es
objetiva solo por medio de la existencia del Estado y de la ley. Analizar las
leyes y las normas bajo el punto de vista de las condiciones particulares y
excepcionales –puesto que siempre en todos los hechos sometidos a leyes y
normas hay un sinfín de casos donde la ley no los refleja –implica caer en el
error grave del individualismo y del subjetivismo. La pandemia ha puesto de
manifiesto dos cosas: una, la necesidad de que en momentos de grave crisis es necesario cambiar de manera profunda, y
dos, que es necesario más Estado y, por consiguiente, más ley. La ley, repito,
tiene el carácter de la generalidad y de la idealidad. Así que no ha lugar los
casos particulares y accidentales. Debemos luchar en estos momentos por el
triunfo de lo social y el arrinconamiento de las posturas individualistas y
subjetivistas.
Esta maldita pandemia está poniendo de manifiesto distintas contradicciones y aspectos esenciales de nuestro mundo actual. Lo primero a tener en cuenta es que hoy, nuestro mundo, la vida diaria, lo universal, es precisamente esta maldita pandemia que está arrebatando la vida a tantos y tantos seres humanos, que está provocando una enorme y desgarradora hecatombe económica, dibujando un futuro incierto y lleno de pobreza, lo que provoca tristeza, inseguridad, angustia y miedo a gran parte de los hombres que pueblan hasta el último rincón de la Tierra. Entre otros aspectos esenciales y contradicciones que se están poniendo de manifiesto podríamos destacar la globalización y la universalización de la sociedad actual, la necesidad de una sanidad pública y universal como único modo de garantizar la vida a nivel mundial, la necesidad de la existencia de Estados independientes, fuertes y hegemónicos frente a a los intereses de los grupos financieros y del capitalismo productor de interés, la necesidad de poner el desarrollo de las fuerzas productivas y de la sustancia social al servicio de estos Estados y organismos mundiales, la contradicción entre propiedad pública y privada, así como los intereses generales frente a los intereses individuales.
ResponderEliminarSin embargo, observo en mi entorno que hay personas, intelectuales, que no muestran la capacidad de ver lo que esencialmente se está poniendo de manifiesto y se limitan a teorizar sobre lo anecdótico, lo superficial y lo accidental. Se empeñan en presentar el uso de las mascarillas y el cumplimiento, o no, de distintas normas dictadas por el Estado, como el objeto esencial, sustancial y universal de su actividad teórica. La causa de esa incapacidad es la carencia de un pensamiento conceptual y, por ello, no van más allá de la superficie particular. Para ellos, lo importante es su libertad individual y arbitraria. Pretenden situarse por encima de las normas, de las leyes y de los Estados, poniendo en peligro el interés social general.
En el presente artículo que acabo de leer detenidamente aparecen dos ejemplos elementales, dos situaciones de la vida particular, concreta y que podemos observar todos los días. Sin embargo, los ejemplos son utilizados como un medio de ilustrar y llenar de contenido un pensamiento general, como la expresión particular de los conceptos de libertad objetiva, norma, ley, Estado e interés social y general.
Yo también y, por último, voy a descender a lo particular y a lo concreto de mi vida. Cuando paseo por la avenida de mi pueblo y observo como la totalidad de mis conciudadanos llevan, al igual que yo, la mascarilla puesta, me pongo contento y me siento orgulloso de mí y de los que pasan a mi lado, porque le otorgo al hecho y a nuestra conducta el significado del triunfo de lo social frente al individualismo arbitrario. Por el contrario, me siento ofendido en lo personal por dicho individualismo cuando al hacer referencia a la mascarilla que llevo, la nombran como el “bozal”. (Según la R. A. E. Bozal. Dispositivo que se pone a ciertos animales, preferentemente a los perros, en el hocico para que no muerdan.). O cuando fijándose en lo accidental y lo particular, se autodenominan “espíritus libres” por el hecho de infringir las normas y las leyes. Para ser que me excluyen. Para ellos el hecho de defender los intereses sociales está reñido con ser un “espíritu libre”. Aunque, y por otra parte, tampoco tengo muy claro qué contenido le otorgan a este concepto al que se refieren con el nombre de “espíritu libre”. Espero que el último párrafo de este artículo, les oriente un poco.
Ramón Galán.