En la percepción se nos presenta la situación
objetiva en toda su plenitud, con todos sus escorzos y todos sus detalles. Pero
la percepción donde todo se da de forma simultánea es una sucesión de
percepciones. Cuando Edmund Husserl en sus Investigaciones
Lógicas, dándole expresión a su percepción, dice “un mirlo echó a volar”,
es obvio que esto es posible solo concibiendo la percepción como una sucesión
de percepciones, concibiendo la percepción no como una fotografía sino como un
vídeo. Luego la percepción también está determinada temporalmente y refleja el
carácter sucesivo de los acontecimientos. Toda historia es una sucesión de
acontecimientos.
Pero hay más. Cuando le damos expresión verbal a la
percepción, todo cambia. En la expresión verbal no está todo lo que hay en la
percepción y hay cosas que no están en la percepción. Así que la
representación, por una parte, resta cosas a la percepción, y por la otra, las añade.
Si bien en la percepción todo se da en su plenitud, en la significación, en la
expresión verbal, todo empieza con un absoluto vacío, puesto que la
significación es un fenómeno temporal.
Dos clases de representación
Hay dos clases de representación: una, la
representación que proviene de la percepción y a la que llamaré representación
perceptiva, y dos, la representación que es solicitada por la significación
(por el lenguaje) y a la que llamaré representación significativa. Una
fotografía, una pintura basada en la percepción y cuando recordamos lo que
hemos visto son ejemplos de representación perceptiva. Si atendemos al número
de referencias reflejadas, diremos que la fotografía es la representación que
mayor número de referencias refleja, después le sigue la pintura y por último se encuentran los recuerdos.
Con respecto a la representación significativa
diremos que la representación no es creada por la significación, sino que es
solicitada por la significación. No obstante, lo solicitado, qué debemos
representarnos, sí es obra de la significación. Por ejemplo, hay una pieza
musical de Tom Jobim donde se dice: “Para qué tanto cielo, para qué tanto mar,
para qué sirve esa ola que se quiebra por el viento en la tarde…”. Cuando
leemos este texto, nos representamos lo que el autor nos está diciendo: el
cielo, el mar, la ola quebrada, el viento y la tarde. Cada lector tendrá una
representación distinta de cada uno de esos entes, pero siempre serán esos
entes. La variación en la representación no puede afectar a la esencia de los
entes representados. A este respecto Edmund Husserl decía que la significación
es una y la misma, mientras que las representaciones pueden ser muchas y
distintas. Pero yo añado que las diferencias en la representación no afectarán
nunca a la esencia de los entes representados. Así las olas puede haberlas de
muchas clases y, en consecuencia, las representaciones serán variadas, pero
siempre serán olas.
Un ejemplo ilustrativo de representación
significativa
Pongamos un ejemplo para ilustrar algunos contenidos
conceptuales de la representación significativa o cómo se generan las
representaciones a partir de las significaciones. Les transcribo un pequeño
extracto de Sueño en el Pabellón rojo de
Cao Xueqin, una de las joyas de la literatura universal: “La tercera hermana se
recogió el pelo en un moño. Su chaqueta escarlata, entreabierta, dejaba ver su
corpiño de color verde puerro y su piel blanca como la nieve. Llevaba
pantalones verdes y pantuflas rojas…A la luz de la lámpara sus cejas de sauce
se curvaban provocativas, sus fragantes labios rojos como el cinabrio y sus
ojos, destellando como estanques otoñales, relumbraban todavía más seductores
con el vino”.
Antes de que se inicie el texto nuestra
representación cubre un espacio vacío donde nada de momento ha ocurrido. Y
cuando el texto se inicia con “la tercera hermana”, esto no es un hecho de la
percepción, es la expresión de una relación de parentesco, es algo que es
introducido en la representación sin origen en la percepción. Y cuando
analizamos la expresión al completo, “la tercera hermana se recogió el pelo en
un moño”, podemos observar varias cosas: una, sabemos que es una mujer, pero no
sabemos cuál es su apariencia, y dos, solo nos representamos que se recogió el
pelo en un moño, esto es, solo tenemos una representación abstracta. Aquí
reside, por una parte, la pobreza de la representación que proviene de la
significación a diferencia de la representación que proviene de la percepción,
donde todo o casi todo se ve, se oye, se huele, se saborea y se toca; y por
otra parte, el enorme poder de la significación que con pocas medios expresivos
permite que el lector se haga una representación precisa de lo que ocurre. Este
poder de la significación en su simplificación de la representación tiene un
efecto determinante para fortalecer otra de las funciones psicológicas
superiores: la atención. También entendemos así por qué Hegel cataloga a la
representación como universal, puesto que quien quiera que sea la persona que
lea la expresión verbal antes referida, esté en la parte del planeta que sea,
puede hacerse una representación precisa de los que ocurre.
Analicemos ahora el segundo sintagma: “Su chaqueta
escarlata, entreabierta, dejaba ver su corpiño de color verde puerro y su piel
blanca como la nieve. Llevaba pantalones verdes y pantuflas rojas…”. El
lenguaje es una figura temporal y nos permite ir completando poco a poco la
representación. Con este sintagma vemos más cosas, pero nunca veremos todo lo
que existe en la habitación ni todos los acontecimientos que ocurren en ella,
desde los más importantes hasta los menos significativos. Y observamos que
forma parte de la representación cosas que no están en dicha habitación: el
puerro y la nieve. Esta es la magia del lenguaje. Las representaciones que
crean superan con creces los límites de la percepción y reduce todo lo que
ocurre en la representación a su expresión mínima.
(Serie de diez posts sobre el espacio del lenguaje)http://esencialomenos.blogspot.com/2011/01/el-espacio-dentro-del-tiempo-i.html
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