Yo tengo la impresión de que los trabajos que
presento a este foro (Filosofía y Pensamiento) no se leen al completo o se hace
de manera muy superficial, sin entrar en detalles y matices. Así que enumeraré
mis objeciones al método de debatir.
Primero. En el ámbito de la teoría del conocimiento
o epistemología Luis Ledo solo habla de la existencia y no dedica ni una
palabra al ser en sus múltiples modos, manera de manifestarse y variadas
interrelaciones. Así sucede con la belleza: solo habla de que no existe como
propiedad externa de las cosas sino como sensación o vivencia interna del
sujeto. En ningún momento habla de los múltiples modos del ser de la belleza
aunque sea en sus modalidades abstractas como son la regularidad, la armonía o
la conformidad a fin.
Segundo. En el ámbito de la psicología del
conocimiento solo habla de la sensación, sin dedicar una sola palabra al resto
de las funciones psicológicas superiores: la percepción, la atención y la
memoria, y el pensamiento y el lenguaje. Pues las sensaciones son los reflejos
de aspectos aislados de los objetos y las percepciones son reflejos de los
objetos en su totalidad. Además las percepciones están mediadas por los
conceptos y los conceptos se objetivan en juicios, esto es, en el lenguaje.
Tercero. En su último mensaje cuando yo hablaba de
desayunar, Sergio volvió a darle un giro subjetivista a esta actividad práctica
y lo definía como un concepto que contenía sensaciones como la de tener hambre.
De ese modo conecta la práctica del desayuno con el sistema nervioso central.
Sin duda que el sistema nervioso central, el cerebro, desempeña un papel rector
en la actividad del ser humano, pero que desempeñe un papel rector no puede
significar que sea todo. Así el hambre debe quedar vinculada en primera
instancia con el sistema digestivo y no al sistema nervioso central, de manera
que debe ser en primera instancia objeto de la fisiología y no de la
neurología. Además el hambre, que afecta a 700 millones de personas en el
mundo, es uno de los problemas más graves de la humanidad y afecta
específicamente a la esfera de la economía.
Cuarto. En la obra de Hegel sobre la Estética las
páginas sobre la belleza son como mucho cuatro de un total de setecientas o
más. En la obra de Wölfflin dedicada a estudiar las diferencias entre el Renacimiento
y el Barroco no dedica ninguna palabra a la belleza. Así que cuando hablamos de
Filosofía del Arte o Estética cuanto menos habría que hablar de Arquitectura,
de Escultura y de Pintura y ver cuáles son los conceptos fundamentales de esa
esfera de saber. Es poco riguroso, como hace Francisco Mora y lo secundan
Sergio y Luís, hablar de la belleza sin definición conceptual previa y sin
hablar de sus principales manifestaciones, por ejemplo, la producida en la
época del Renacimiento y en la época del Barroco. Tampoco puede hablarse del
concepto de belleza sin vincularlo a otros conceptos fundamentales de la
Filosofía del Arte.
Y quinto. Cuando salimos a la calle y observamos el
mundo sin las gafas del filósofo abstracto, viendo los edificios modernos y
antiguos, las carreteras, los medios de transportes, las grandes obras de la
ingeniería, y la frenética actividad industrial y comercial, comprendemos lo
superpoderoso que es el mundo objetivo. Pero Luís y Sergio en vez de hablar de
cómo en la práctica se ha construido ese mundo, se retrotraen al sujeto y solo
ven sensaciones y actividad neuronal. De ese modo reducen al ser humano a un
ser abstracto que de forma enigmática solo tropieza con las apariencias de las
cosas y no alcanzan a saber lo que son las cosas en sí. Siendo la cosa en sí,
como herencia kantiana, una pura sombra, que por mucho que intentemos atraparla
jamás lograremos asirla. Otra cosa es el concepto de cosa en sí en Hegel, quien
lo concibe como potencia y posibilidad y lo vincula al concepto ser para sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario