Rosa Guevara me sale al paso por mis anotaciones
críticas sobre el pensamiento económico de Michael Heinrich. Su trabajo puede
leerse en Rebelión: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=251394 Y el trabajo que ella critica puede leerse
igualmente en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251256. Agradezco a Rosa Guevara su crítica. Me permite
ahondar en algunos problemas ontológicos y epistemológicos que no solo son de
interés para los marxistas, sino también para todos aquellos interesados en la
filosofía. Aprovecharé igualmente para hacer alguna pequeña reflexión sobre el uso
del lenguaje. La ontología trata sobre el ser de las cosas, en este caso, por
iniciativa de Rosa Guevara, tendremos
que preguntarnos si el ser de los bienes públicos tiene naturaleza mercantil.
Mientras que la epistemología trata de cómo conocemos las cosas o qué hacemos
para conocerlas, en este caso se trata de saber para qué se usa el verbo
“aparecer” en la formulación de los juicios.
Afirma Michael Heinrich que no es evidente lo que
dice Marx al inicio de El Capital,
que la riqueza en las sociedades donde predomina el modo de producción
capitalista se presenta como inmensa acumulación de mercancías. Yo afirmo que
sí es evidente y que si Heinrich afirma que no es evidente, será porque le
falla la representación, puesto que la representación es el acto o complejo de
actos que se llevan a cabo para darle cumplimiento a la intención significativa
de las palabras. En mi anterior trabajo puse el ejemplo del centro de una gran
ciudad. Hoy proporciono otros ejemplos que atestiguan esa evidencia: los
centros comerciales son ejemplos vivientes de que la riqueza en el capitalismo
se presenta como inmensa acumulación de mercancías. Pero cualquier vivienda
también es un ejemplo: todo lo que hay en ella es mercancía o está vinculado
con un proceso mercantil. La publicidad que nos domina desde la mañana hasta la
noche también confirma que es así. Y no digamos nada del periodo navideño,
donde el consumo se dispara hasta extremos irracionales, la evidencia de que el
capitalismo se presenta como una inmensa acumulación de mercancías es más que
palpable. Y parto de la base de que la supuesta no evidencia que “destapa” Heinrich se refiere al sintagma
“inmensa acumulación” y no al hecho de que la riqueza en el capitalismo tiene
forma de mercancía.
¿Los bienes públicos son
mercancías?
En mi trabajo anterior yo afirmé que todo lo que
percibimos es mercancía, Rosa Guevara pregunta: ¿También los bienes
públicos? Pensemos en un hospital, una
cárcel y un palacio de justicia de propiedad pública. Preguntas: ¿El Estado
tuvo que comprar los terrenos donde se edificaron esos edificios? Respuesta:
Sí. ¿El Estado tuvo que pagar a la empresa constructora la producción de esos
inmuebles? Respuesta: Sí. ¿El Estado tiene que pagar los suministros
eléctricos, el mantenimiento de las instalaciones y las comunicaciones de los
tres entes mencionados? Respuesta: Sí. ¿El Estado tiene que pagar los salarios
de los funcionarios y empleados que hacen posible el funcionamiento de esas
tres instituciones? Respuesta: Sí. Luego los bienes públicos son mercancías. El
Estado no puede escapar de las relaciones mercantiles monetarias. Ni el modelo
soviético de socialismo pudo acabar con las relaciones mercantiles monetarias.
La forma mercantil de la riqueza en principio no tiene nada que ver con el
carácter privado o público de los bienes. Cosa diferente es que los servicios
sanitarios y educativos públicos no tienen naturaleza mercantil. Pero las
propias instituciones sanitarias y educativas no pueden escapar por completo de
las relaciones mercantiles monetarias. Solo hay que pensar en los medicamentos
y en el negocio de las industrias farmacéuticas. (Aclaro que un objeto es
mercancía no solo en el mercado sino también en la producción y en el consumo.
Y mientras el bien no sea consumido por completo seguirá siendo mercancía. En
el análisis los marxistas consideran como un aspecto esencial la determinación
histórica (o temporal) del objeto).
También pregunta Rosa Guevara: ¿Se incluye en el
conjunto mercantil a los viandantes que percibimos? Como yo afirmé que todo lo que percibimos es mercancía,
parece razonable la pregunta de Rosa Guevara. Pero yo afirmo que no es
razonable. Solo en las ciencias matemáticas las expresiones tienen un
significado absoluto, de manera que si yo afirmo que para todo número natural
se cumple determinada condición, será para todo número natural. La mayoría de
la gente sabe que si los viandantes fueran mercancías, estaríamos en una
sociedad esclavista: una parte de los viandantes serían esclavos. Pero todos
sabemos que no estamos en una sociedad esclavista. Luego si yo afirmo que todo
lo que percibimos es mercancía, es evidente que la expresión “todo” no alcanza
a los viandantes. Yo supongo que quien me lee tiene ciertos conocimientos
ontológicos de la realidad, cuanto menos que no vivimos en una sociedad
esclavista. Y también supongo que quienes me leen saben que los significados de
las palabras tienen carácter relativo. Lo cierto es que con la llegada de la
globalización cada vez más cosas del mundo son mercancías. El afán por
transformarlo todo en mercancía es una de las esencias del capitalismo. Y
cuando hablamos del mundo no solo nos referimos a los estados de cosas y a las fuerzas existentes sino
también a las tendencias.
También afirmé en mi trabajo anterior que “no hay
nada de lo que dependa nuestra vida material y espiritual que no sea
mercancía”. En lo que se refiere al aspecto espiritual Rosa Guevara hace dos
preguntas: una, ¿el amor de mi compañera es mercancía? Y dos, ¿un poema
espiritual de Cernuda, Eluard, Gelman o Riechman es mercancía? Con respecto a
la primera pregunta le respondo a Rosa Guevara que lo personal o muy particular
no tiene cabida en las discusiones científicas, donde lo propio es hablar de
esencias y hechos regulares. Pero le seguiré el juego y le hablaré del amor.
Pensemos en una pareja con una hija donde cada miembro percibe 850 euros al mes
en concepto de salario. Dicha pareja tiene que pagar un alquiler de 500 euros,
el crédito del coche, gastos de agua, luz y telefonía, guardería, alimentación
y un largo etcétera. Bajo el punto de vista económico siempre está con la soga
al cuello. Dedica cada uno de ellos más de once horas a mantener sus vidas,
porque a las horas empleadas en el trabajo hay que sumarle las horas dedicadas
al transporte, a las compras y al mantenimiento de la casa. Viven tan apretados
en todos los sentidos que no pueden permitirse unas vacaciones en un buen
hotel; o si lo hacen, el disfrute les dura muy pocos días. De manera que las
posibilidades de disfrutar del amor como pareja son muy reducidas. De manera
que sí, Doña Rosa Guevara, el amor también está transido por el maldito dinero,
que es la mercancía general, el valor absoluto que lo gobierna todo. Y con respecto a la segunda pregunta le diré
que todos los libros que tengo, y entre ellos muchos de grandes y afamados
poetas, he tenido que pagarlos. La poesía como todo arte también son
mercancías.
Los sintagmas verbales “se
presenta como” y “aparece como”.
Marx dice que la riqueza en las sociedades
capitalistas se presenta como inmensa acumulación de mercancías. Michael
Heinrich afirma que esto no es evidente y que el papel que desempeña el
sintagma verbal “aparece como” es el de indicar que la riqueza muy bien puede
presentarse con otra forma económico social. Yo afirmé que no estaba de
acuerdo. Según mi concepción el sintagma verbal “aparece cómo” se usa para
expresar un juicio de percepción. Y creo que si todo el mundo reflexiona un
poco cuándo hace uso del verbo aparecer, comprobará que siempre está vinculado
a actos perceptivos. Rosa Guevara dice que ella no se pronuncia sobre la
claridad de esta última crítica. Esta respuesta nos deja en parte sin salida
racional a nuestra diferencia epistemológica. ¿Por qué? Porque se trata de
saber si un hecho es evidente o no. Y en evidencias hay que presentar pruebas
que aludan a actos de la percepción y no a reflexiones conceptuales.
¿Por dónde empezar?
Rosa Guevara se hace eco de un pequeño enredo de
Michael Heinrich. Después de decir que la forma elemental de la riqueza se
presenta como mercancía individual, Marx añade: “De ahí que nuestra
investigación comience con el análisis de la mercancía”. Eso que es notablemente fácil de entender y
que no tiene sentido cuestionar, Michael Heinrich lo vuelve problemático. Así
lo expresa Rosa Guevara en su artículo: “Señala Michael Heinrich que no sabemos
por qué ha de ser mejor empezar con la
mercancía que con el dinero por ejemplo”. Y habla de que esta problemática
está vinculada con la distinción entre método de investigación y método de
exposición. Insisto: me parece que esta pregunta carece de sentido. Es como si
a alguien que va estudiar la génesis de una determinada fruta le preguntamos
por qué empieza con la semilla en vez de hacerlo con la fruta misma. Pero en
caso de que consideráramos razonable esta pregunta, lo mejor sería hallar la
respuesta en El Capital. Al final de
la sección dedicada a la forma del valor, Marx dice lo siguiente: “Se trata
aquí de hacer lo que ni siquiera ha intentado la economía burguesa, a saber, de
demostrar la génesis de esta forma de
dinero, esto es, de seguir el desarrollo de la expresión de valor contenida
en la relación de valor de las mercancías, desde su figura más simple y menos
vistosa hasta la deslumbrante forma de dinero”. Si Marx nos va explicar cómo la
mercancía se transforma en dinero, ¿cómo podemos preguntarnos por qué no
empieza su análisis con el dinero en vez de hacerlo con la mercancía? O dicho
de otro modo: ¿cómo podemos preguntarle por qué no empieza por el final en vez
de hacerlo por el principio? Formular esta pregunta solo tiene sentido si
adoptamos un punto de vista oscuro y especulativo. En ningún lado del mundo las
películas empiezan por el final. Rosa Guevara hace todo su intento para
demostrar que Michael Heinrich se expresa con claridad, que habla de forma
directa y que es preciso en sus juicios. Pero al menos en este caso del que
hemos hablado, queda demostrado que no es así.
Quería entrar en más detalles, pero no quiero cansar
al lector. Quedo a la espera de la segunda entrega de Rosa Guevara, a quien de
nuevo le agradezco su crítica, sin la cual mi pensamiento no se agita ni se
mueve.
Mal ejemplo el de los edificios porque la inmobiliaria de las ciudades tiene que ver mucho con un monopolio: el suelo. Como se determina el precio del suelo? Pues no por la ley del valor.
ResponderEliminarCualquiera que conozca bien la obra de Marx, sabe que Michael Heinrich no es un autor serios y que, por lo tanto, la critica de su obra no da nada positivo, como la critica de Marx a la critica del la Economía Política Clásica.
“problemas ontológicos y epistemológicos”. La dialéctica marxista no reconoce esta separación, que es típica del positivismo, y también típico de tu metodología.
Bienes públicos. No existen bienes públicos. Es una formulación abstracta burguesa. El capitalismo necesita toda una series de facilidades para poder funcionar que difícilmente puede organizar el mercado libre. El estado capitalista los crea y organiza: escuelas, hospitales, etc. Estos no son bienes públicos.
Que no hay diferencia entre una mesa, ontología, y percibir la mesa, epistemología, y que esa diferencia no la contempla Marx es un error de bulto. Afirmar que el suelo no se determina por la ley del valor es un error en la formulación. La pregunta sería si cuando algo no tiene valor pero tiene un precio entra o no entra en la teoría del valor de Marx. Yo afirmo que sí entra y en un próximo trabajo lo demostraré.
ResponderEliminarClaro que hay una diferencia entre el objeto ‘mesa’ y el concepto de ‘mesa’. Lo que no hay en el marxismo dialéctico es la diferenciación entre epistemología y ontología, que es una diferenciación típica de filosofías no-dialécticas donde existe el ‘objeto en si’ con su propia estructura y cualidades, y el ‘pensamiento en si’ también con su propia estructura o ‘categorías’. Gran parte de la filosofía se preocupa en explicar la extraña coincidencia y la extraña no-coincidencia entra ambos. Descartes siendo el ejemplo mas patético y Kant el mas triste.
ResponderEliminarLa razón porque tus lectores no te entienden es que defiendes a Hegel y a un Marx hegelianizado, pero tu forma de razonar y discutir es positivista y el de la filosofía formal.
El precio del suelo está influenciado por el nivel de ganancias y tipos de interés en una sociedad capitalista pero no es una mercancía capitalista porque el suelo no se produce en condiciones de producción capitalista. Por eso la teoría de la renta en el Capital tiene un apartado separado, y por eso se confunde tanto la gente con este asunto. Por eso, teóricamente, le convendría a la burguesía capitalista nacionalizar el suelo, aunque no es políticamente posible.