La definición de alienación
El 21 de agosto del año en curso Rebelión publicó un artículo titulado ¿Qué es la alienación capitalista? https://rebelion.org/que-es-la-alienacion-capitalista/ , cuya autoría se le atribuye a Rébellion. Supongo entonces que sus autores son varios. A mi juicio dicho trabajo tiene varios y abultados errores conceptuales que a continuación paso a someter a crítica. Su punto de partida es la definición de alienación tomada de un diccionario, y reza así: “el estado del individuo que, como resultado de condiciones externas (económicas, políticas, religiosas) deja de pertenecer a sí mismo, es tratado como una cosa, se vuelve esclavo de las cosas y hasta las conquistas de la humanidad se vuelven contra ella”. Primera crítica: Solo en el régimen esclavista los esclavos y las esclavas no son dueños de sí mismos y son tratados como cosas. De ahí que la alienación en la sociedad capitalista no podría entenderse nunca como persona que deja de pertenecerse a sí misma y que es tratada como una cosa. Segunda crítica: la situación ontológica de los trabajadores y trabajadoras no puede plantearse como que ellos son esclavos de las cosas, sino más bien que no tienen suficientes cosas, bienes y servicios para disfrutar con plenitud de la vida. No digamos nada de las inmensas poblaciones pobres que cubren la Tierra. Y tercera crítica: las conquistas de las ciencias siempre benefician a los seres humanos. Otra cosa es el uso que se hace de ellas y si su disfrute alcanza a toda la población. Como podrá observar el lector la definición de alienación aportada por los autores de Rébellion tiene errores de fondo. Para no seguir adelante sin dejar claro una definición básica de alienación, diremos lo siguiente: la alienación se produce cuando los seres humanos no realizan un control consciente de las relaciones socioeconómicas que se establecen entre ellos. Hay que tener en cuenta que el dinero en su sentido marxista no es una cosa sino una relación social o un conjunto de relaciones sociales. Es la economía convencional o economía vulgar quien presenta el dinero como una cosa, aunque hay que aclarar que la representación del dinero como cosa tiene una base objetiva, es un producto o una de las determinaciones del capital productor de interés. Aconsejo al lector que lea el artículo de los autores franceses para que así entiendan mejor el sentido de mi crítica. Y para no hacer pesada la exposición crítica no enumeraré de manera detallada todos sus errores, sino que haré una exposición positiva.
Los errores de base de los autores del trabajo
Primer error: Los
autores del trabajo que someto a crítica no distinguen con claridad las dos
formas que tiene la riqueza en el sistema capitalista: la forma mercantil y la
forma de capital. Cuando leemos El
Capital de Karl Marx desde su inicio se distinguen dos fases teóricas: la
transformación de la mercancía en dinero y la transformación del dinero en
capital. Los autores del trabajo franceses solo tienen en cuenta la forma
mercantil de la riqueza y no su forma de capital. Segundo error: atribuyen al
trabajador y a la trabajadora en régimen capitalista un estatuto ontológico que
no es real. Los trabajadores y trabajadoras en el régimen capitalista no tienen
la condición de cosas sino de personas libres. Tercer error: La exteriorización
de la que habló Marx no se refiere a la exterioridad en cuanto condición
ontológica de cualquier ser que no sea exclusivamente mental, sino a la
exteriorización de las relaciones de producción capitalista. Y cuarto error: la
cosificación de la que habló Marx no se refiere igualmente al trabajador asalariado
sino a la cosificación de las relaciones de producción capitalista y que se
produce con la forma del capital productor de interés.
El estatuto ontológico de los trabajadores
En la sección dedicada
a la compra y venta de la fuerza de trabajo, Marx hace la siguiente afirmación:
“Para la transformación del dinero en
capital, el poseedor del dinero tiene, pues, que encontrar al trabajador libre en el mercado de
mercancías, libre en el doble sentido de que, en cuanto persona libre, disponga
de su fuerza de trabajo como mercancía suya, y de que, por otro lado, no tenga
otras mercancías que vender, que esté suelto y vacante, libre de todas las
cosas necesarias para la realización de su fuerza de trabajo”. Así que de
acuerdo con la concepción de Marx, los trabajadores y trabajadores son personas
libres, aunque un componente de esa libertad sea negativo: no disponer de
medios de producción para poder crear la riqueza por sí mismos. No pertenece a
la concepción de Marx presentar a los trabajadores y trabajadoras como cosas,
por muy importante que sean en sus vidas actuales el consumo. Tampoco es ético
ni acertado hablar de los trabajadores y trabajadoras como si toda su vida
fuera una alienación completa y absoluta. Los trabajadores y trabajadores, de
los cuales muchos tienen una formación de grado medio y universitaria, no
tienen la conciencia vacía. Saben pensar por sí mismos y saben decidir por sí
mismos. Y se equivocan como se equivocan todos los seres humanos. Ni su vida ni
su conciencia son un error. Concebir a los trabajadores y a las trabajadoras
como cosas es considerarlos como esclavos. Y no son esclavos.
¿Es el individuo una abstracción?
Los autores del
trabajo sometido a crítica hacen la siguiente afirmación: “El dinero, como el
trabajo en el sistema capitalista, reduce el individuo a una abstracción”. Esto
no es así. Igual que la mercancía no es solo valor sino también valor de uso,
lo mismo sucede con la fuerza de trabajo. Desde el inicio de El Capital Marx presenta la mercancía
como algo doble: valor de uso y valor. El valor de uso representa la
particularidad y la concreción, mientras que el valor representa la abstracción
y la generalidad. El desarrollo vertiginoso de las fuerzas productivas no es especialmente una revolución en el valor, sino fundamentalmente una revolución en el valor de
uso. Se crean continuamente nuevos valores de uso y se modifica la calidad y
las prestaciones de los valores de usos ya conocidos. Cuando comparamos la vida
de los trabajadores de la actualidad, y me sitúo en la Unión Europea, con los
trabajadores del siglo XIX, la diferencia es abismal. La vida actual del
trabajador y de la trabajadora bajo el punto de vista del valor de uso es más
plena, más rica y notablemente más avanzada que en aquel entonces. Si
entendemos lo concreto en el sentido de totalidad con muchas determinaciones o
aspectos, es obvio que la vida de los trabajadores y trabajadoras actuales está
dotada de más plenitud que la de los del siglo XIX. Que la forma del valor, la
forma abstracta de la riqueza, haya experimentado también su evolución y
cambio, no anula la concreción y particularidad de la condición de valor de uso
de la riqueza. Hay además un aspecto teórico que es decisivo saber y que demuestra la preeminencia del valor
de uso sobre el valor: el valor es una creación del valor de uso de la fuerza de
trabajo. He afirmado en otros trabajos en el error en el que incurren muchos
marxistas al concebir el valor de uso como algo secundario y no decisivo en la
comprensión de la realidad económica.
Forma de mercancía y forma de capital
En la sección titulada
La alienación como despojo, los
autores franceses hacen la siguiente afirmación: “En el mundo capitalista, la
gran mayoría de las personas no poseen sus herramientas de trabajo, se ven
obligadas a unirse a empresas que les proporcionan los medios para trabajar. Se
ven reducidos a vender su único bien, su fuerza de trabajo, es decir, a sí
mismos, a fabricar mercancías. A partir de entonces, su trabajo es solo una
mercancía entre otras y deben actuar como capitalistas…”. Los autores franceses
vuelven a incidir en el mismo error de considerar al trabajador asalariado como
un esclavo cuando afirman que al vender su fuerza de trabajo se venden a sí
mismo. Esto no es cierto. Cuando la trabajadora vende su fuerza de trabajo lo
hace por un tiempo determinado. Si lo hiciera por todo el tiempo de su vida,
entonces sí sería una esclava y podría admitirse como válido que se vende a sí
misma. La trabajadora es mucho más que su fuerza de trabajo y es mucho más que
el tiempo que está en la empresa.
Hay otro error
conceptual aún más sorprendente cuando los autores franceses infieren que como
las trabajadoras se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo deben actuar
como capitalistas. En el mercado ni los capitalistas actúan como capitalistas.
Las dos únicas funciones que se conocen en el mercado son las de comprador y
vendedor. El capitalista no se distinguen de las trabajadores en el mercado por
su función, la de comprar o la de vender, sino por las mercancías que compra:
los factores objetivos, medios de producción, y los factores subjetivos, la
fuerza de trabajo, para producir mercancías. Y del hecho de que los
trabajadores y trabajadoras se vean obligados a vender su fuerza de trabajo, no
se deduce que actúen como capitalistas; solo puede deducirse que actúan como
vendedores. Y como cualquier vendedor, las trabajadoras y trabajadores
intentarán vender su fuerza de trabajo lo más cara posible. Los autores
franceses solo se fijan en la condición de mercancía de la fuerza de trabajo y
no en su condición de capital variable, que es la forma económica que explica
que el trabajo es capital y que es la fuente del valor. Pero la forma de
capital de la fuerza de trabajo ocurre en la producción y no en el mercado. Creo
que los autores franceses confunden la forma de capital variable que adopta la
fuerza de trabajo en la producción con la máscara de vendedor que adopta el
poseedor de la fuerza de trabajo en el mercado.
La exteriorización y la cosificación
Una vez que los
autores franceses aportaron la definición de alienación que les transcribí al
inicio de este trabajo crítico, añaden: “Este término, por tanto, transmite un
sentimiento de exteriorización, de auto-desposesión y de extrañeza frente al
mundo y a uno mismo”. Aunque los autores franceses presentan esta afirmación
como una conclusión, poniendo previamente la expresión “por tanto”, en verdad
es una conclusión sacada de la manga. Ya he advertido en otros trabajos cómo
ciertas categorías marxistas son usadas no de forma desplegada sino de forma
parcial y las desnaturalizan. Hablemos de la exteriorización. No sabemos a qué
se refieren los autores cuando hablan de exteriorización. En filosofía del
conocimiento se emplean las palabras exterior e interior en el sentido de
inmanente y trascendente para superar la duda metódica planteada por Descarte.
Pero en Marx no se usa la categoría exteriorización en este sentido. ¿En qué
sentido la usa Marx? La sección XXIV del libro III de El Capital se titula Exteriorización
de la relación capitalista en la forma del capital productor de interés.
Con este título ya aparece aclarado, primero, qué se exterioriza, y segundo, la
forma en que queda exteriorizada lo que se exterioriza. Se exterioriza la
relación capitalista o relación de producción capitalista, y se exterioriza en
la forma del capital productor de interés. Y pasaremos ahora a detallar esta
exteriorización y la forma de exteriorización. Me limitaré a exponer las ideas
de Marx aunque con unos pequeños añadidos.
Empezaré exponiendo
primero la forma del capital industrial para que después se comprenda mejor los
cambios que se producen cuando pasamos a la forma del capital productor de
interés. La forma general del capital es la siguiente: D-M-D´. El capitalista
industrial actuando como comprador cambia su dinero, por una parte, por medios
de producción, y por otra parte, por fuerza de trabajo. Luego el capitalista
con la trabajadora abandonan la esfera del mercado y entran en la esfera de la
producción, donde la trabajadora emplea su fuerza de trabajo en transformar los
medios de producción en una mercancía y cuyo valor es superior al precio de
costo. Por último, esta mercancía se vende en el mercado y el capitalista
recupera el dinero inicialmente invertido más un plusvalor. Aquí es evidente
que el plusvalor, el incremento que experimenta el dinero inicialmente
invertido, es fruto de una relación de producción.
Ahora expongamos de
forma resumida las ideas de Marx acerca de la exteriorización y cosificación
contenidas en la sección de El Capital referida
más arriba.
Primera idea: “En el
capital productor de interés es donde la relación capitalista alcanza su forma
más externa y fetichista. Tenemos aquí
D –D´, dinero que genera más
dinero, valor que se valoriza a sí mismo, sin el proceso que media ambos
extremos”. En el capital industrial que
expusimos anteriormente entre D y D´
estaba el proceso de producción. En el capital productor de interés esta
mediación desparece. Hablemos de lo que significa aquí exterior e interior y
que los autores franceses han presentado como determinación general. ¿Qué es lo
interior? El proceso de producción, que es donde se crea el valor y el plusvalor. ¿Y qué es lo
exterior? El mercado o la circulación del dinero como capital, que es donde se
realiza el valor.
Segunda idea: “En el
capital comercial, D – M – D´, existe al menos la forma general del movimiento
capitalista, aunque solo se mantenga en la esfera de la circulación, por lo que
la ganancia aparece aquí como mera ganancia de enajenación; no obstante, se presenta producto de una relación social, no como producto de una simple cosa”.
Aquí ya no hablamos de la exteriorización del mercado frente a la
interiorización que representa la producción, sino de si la relación
capitalista se presenta como una relación social o como producto de una simple
cosa. Así el capital comercial se sigue presentando como una relación social
mientras que el capital productor de interés se presenta como la relación de
una cosa consigo misma.
Tercera idea: “Cuando el
capitalista presta, por ejemplo, 1000 euros y el tipo de interés es del 5 %,
tenemos que el valor de un capital de 1000 euros para un año es de 1050 euros”.
Ya aquí se observa la irracionalidad de esta forma. ¿Cuál es el valor de
capital de 1000 euros con un tipo de interés del 5 % a un año? Respuesta: 1050
euros. Anteriormente ya Marx había explicado que no tiene sentido hablar del
precio del dinero, puesto que si el precio es la expresión en dinero del valor
de una mercancía carece de sentido hablar del precio del dinero. Si afirmáramos
que no es del precio del dinero de lo que aquí se habla, sino del precio del
dinero como capital, la percepción que tenemos de este fenómeno económico
cambia. Puesto que lo que aquí se vende es el valor de uso del dinero como
capital, que no es otro que arrojar ganancia.
Después de afirmar que
en el capital productor de interés el capital aparece como como fuente
misteriosa y autóctona de interés, Marx añade lo siguiente: “La cosa (dinero,
mercancía, valor) es ahora, como simple cosa, capital, y el capital aparece
como simple cosa; el resultado de todo el proceso de reproducción aparece como
una propiedad que corresponde a una cosa de por sí”. Está claro lo que afirma
Marx: el capital en tanto capital industrial e incluso como capital comercial
se presenta como una relación social, mientras que en el capital productor de
interés el capital se presenta como una
simple cosa. Por lo tanto cuando Marx habla de cosificación no se refiere
para nada a los trabajadores y trabajadoras, no habla de la cosificación de las
personas, de lo que habla es de la cosificación de la relación capitalista. Y
esta cosificación es el producto de una determinada forma del capital, esto es,
del capital productor de interés. Es en esta forma donde el dinero como capital
se presenta como cosa. Sucede que como el consumo también ha quedado mediado
por el crédito, la consideración del dinero como cosa se ha vuelto casi total y
se ha convertido en un prejuicio popular, hasta el punto de que la mayoría de
las persona utilizan la expresión absolutamente enajenada de “poner el dinero a
trabajar”. Y aquí se pone de total manifiesto la veracidad de la tesis marxista
de que son las relaciones sociales quienes determinan el contenido y la forma
de la conciencia. Y si se quiere que la sociedad tenga otro contenido y forma
de la conciencia, no hay otra solución que cambiar las relaciones económicas
entre las personas.
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