Estamos acostumbrados a que una persona nos diga de otra que no sirve para hacer tal cosa o actividad, que no está hecho para ello, que su forma de ser le impide hacer dicha cosa o actividad. Aquí la forma de ser se presenta como condición del hacer. Y podemos afirmar que esto es así. Pero igualmente podemos afirmar que el hacer produce el ser y que, por consiguiente, determinado hacer produce determinada forma del ser.
Ahora bien, dicha persona debe estar segura de que
quiere cambiar su forma de ser. Y los cambios son difíciles. Supongamos que una
persona quiere cambiar su forma de ser M
a la forma de ser L. Para ello tiene que hacer L. Pero cuando hace L,
automáticamente no cambia su forma de ser M a la forma de ser L. Durante un
tiempo habrán desajustes y conflictos entre su hacer L y su forma de ser M. Aquí
entonces la cuestión estaría en saber si esa persona soportará esa falta de
sintonía que habrá durante un tiempo determinado entre el hacer L y su forma de ser M. A lo mejor desiste. O a
lo mejor se mantiene y logra al cabo de cierto tiempo, después de hacer muchas veces
L, cambiar su forma de ser M a la forma de ser L. A partir de ese momento habrá
concordancia entre su hacer y su forma de ser.
Pongo un ejemplo. Supongamos una persona X que es
excesivamente responsable y, por consiguiente, lleva el peso de una excesiva
preocupación. Ese exceso está provocado porque asume responsabilidades que no
son suyas, en grado y cantidad, y el exceso de preocupación le causa un daño psicológico. El exceso de responsabilidad también provoca que la persona en cuestión sobredimensione los problemas y los riesgos. ¿Cómo puede cambiar esa persona X su
forma de ser en concepto de exceso de responsabilidad? Solo si se quita de
encima ese exceso de responsabilidad. Si lo hace, si se quita de encima ese
exceso de responsabilidad, durante un tiempo sufrirá un desajuste entre el nuevo
hacer, donde ha restado su exceso de responsabilidad, y su forma de ser que la
lleva a ser excesivamente responsable. Sufrirá durante un tiempo. Pero si
persiste en el nuevo hacer, restando el exceso de responsabilidad, llegará un momento en que su forma de ser cambiará:
pasará de ser excesivamente responsable a ser responsable. Y a partir de ese
momento sufrirá menos daño psicológico y
será más feliz.
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