Siempre vuelvo a los clásicos. Nunca me separo de ellos. No hay mes que no viva con ellos. (Con motivo de la feria del libro he oído en la radio nacional lecturas de retales de El Quijote de Cervantes. No me han gustado. Lo leen como si hicieran teatro. No lo leen como literatura. Pierde así El Quijote su filosofía, su pulso interno. No seleccionan fragmentos donde se ponga de manifiesto su riqueza léxica y su enorme armadura sintáctica, su sencillez aparente unida a su complejo valor representacional. No se le hace justicia. De hecho después de cada fragmento leído, ningún comentarista reflexiona sobre su contenido. Y Cervantes es uno de los grandes clásicos de la literatura).