Dado un hecho 1 y un hecho 2 entre los cuales hay parecidos o analogías, yo utilizo el hecho 2 para expresar parcial o completamente el hecho 1. ¿Por qué lo hago? Porque quiero mejorar la representación del hecho 1. Al hecho 1 lo denominaremos objeto o situación objetiva metaforizada, y al hecho 2 lo denominaremos objeto o situación objetiva metaforizadora.
Les pongo un ejemplo. Estoy estudiando y analizando
la percepción, la representación y el concepto y sus relaciones mutuas. Y en un
momento determinado hago uso de una metaforización parcial: afirmo que el
conocimiento sin percepción o representación carece de blanco al que apuntar, y
sin concepto el conocimiento carece de luz. No estoy analizando ni la
naturaleza de las armas que sirven para lanzar flechas ni la de las armas para
disparar balas, sino que estoy analizando la naturaleza de la percepción, de la
representación y del concepto. Y al emplear las expresiones “blanco al que
apuntar” y “luz” estoy metaforizando de forma parcial algunas de las funciones
que tienen en el conocimiento la percepción, la representación y el concepto.
Hay intelectuales, y todas las personas son
intelectuales o realizan funciones intelectuales, que cometen el error de
metaforizar por completo el hecho metaforizado y pierden de vista que su tarea
es analizar dicho hecho metaforizado. Resultando que en su texto prácticamente
desaparece el hecho metaforizado y predomina el hecho o los hechos
metaforizadores. Cuando se produce este hecho lingüístico, que los hechos metaforizadores
suplantan casi por completo a los hechos metaforizados, las metáforas se
convierten en símbolos. Perdiéndose así la conexión entre el hecho metaforizado
y el hecho metaforizador. De manera que en sus discursos la arbitrariedad a la
hora de asignar predicados al supuesto hecho que se analiza se vuelve
dominante.
Así que llamaremos símbolo al caso en el que el
hecho metaforizador suplanta por completo al hecho metaforizado. Y en tal caso,
cuando las metáforas se han transformado en símbolos, los significados de los
hechos metaforizadores tienen el carácter de la arbitrariedad. No sucede así
con las metáforas parciales: el hecho metaforizador siempre tiene que gravitar
sobre el hecho metaforizado y servir a éste. Cuando los hechos metaforizadores
predominan en el discurso, solo nos encontramos con representaciones. Y como en
las representaciones el objeto lo pone el sujeto, predomina la arbitrariedad.
De manera que las construcciones teóricas que se construyen con predominio de
los hechos metaforizadores no reflejan cómo son los hechos en la realidad. Por
último, en los textos donde predominan las representaciones, los conceptos
terminan por desaparecer. Estaremos entonces más próximos al reino de la
fantasía que al reino de la realidad. Y la realidad se presenta antes que nada
a la percepción y no a la representación.
Aclaremos la naturaleza de la percepción y de la
representación en relación con el lenguaje y la metaforización. En la
percepción el objeto viene dado mientras que en la representación el objeto lo
pone el sujeto. Supongamos que percibo un automóvil y después cierro los ojos y
me lo represento. Aquí la representación no es más que la rememoración de la
percepción. Aquí la representación no se ha alejado de la percepción. Aquí el
objeto que viene dado a la percepción es el mismo objeto que el sujeto pone en
la representación.
Cuando afirmamos que en la percepción el objeto
viene dado, esta determinación la ponemos para destacar su diferencia con la
representación, donde el objeto lo pone el sujeto. Pero no estamos con ello
afirmando que el objeto de la percepción viene dado en el sentido que viene
dado del mismo modo de por siempre. El objeto que viene dado a la percepción es
un objeto mediado por un sinfín de cosas y por su propia historia. Supongamos
que el objeto dado a la percepción sea la situación financiera de las empresas
del sur de Gran Canaria. Por causa de la pandemia la mayoría de los hoteles y
restaurantes y gran parte de los supermercados cerraron. Los proveedores de
esas empresas vieron de la noche a la mañana reducidas sus ventas. Casi todas
esas empresas tuvieron pérdidas. ¿Cómo pudieron mantenerse en pie? Por tres
razones fundamentales: una, por medio de los ERTE, donde la mayor parte de los
costes laborales fueron asumidos por el Estado, por medio de los préstamos Covid
con garantía ICO, que permitió a las empresas con una cuenta de resultado con pérdidas
recibir préstamos de los bancos, y por medio de las ayudas directas. Luego, el
objeto que viene dado a la percepción, la situación financiera de las empresas
del sur de Gran Canaria, ha estado mediado por las actuaciones en política
económica del Estado. Pero esa mediación no resta nada al hecho epistemológico de
que en la percepción el objeto viene dado.
Muchas personas que no tienen una experiencia
inmediata de estos hechos la tienen por medio de la prensa escrita, la radio y
la televisión. Por medio del lenguaje tienen conocimiento de esos hechos. De
manera que esos hechos, por la mediación del lenguaje, les vienen dados por la
representación. Pero esa representación, si los lectores y oyentes de las
noticias son rigurosos, dan a conocer la misma situación objetiva que la
percepción de aquellas personas que tienen conocimiento directo de los hechos
en cuestión. Aquí la representación gravita en torno de la percepción y es la percepción
quien marca la pauta.
Pero todas aquellas personas que suplantan el
análisis de los hechos metaforizados por el de los hechos metaforizadores, la
representación queda liberada de la percepción y la situación objetiva que dan
a conocer dista mucho de coincidir con la realidad. Aquí el lenguaje, donde predomina
los hechos metaforizadores, suscita en su autor y en los lectores representaciones
desconectadas de las percepciones. De ahí que sus construcciones mentales sean
bajo el punto de vista de la situación objetiva caprichosas y arbitrarias.
Aplicable desde el fútbol a la política. Así se sustenta la defensa a ultranza de "mis colores".
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