Eduardo. Hacía tiempo que no hablaba con usted. El mundo se ha desordenado de mala manera. La victoria de la derecha en Suecia, la bajada de impuestos desproporcionada en Inglaterra, el ascenso de la derecha en Italia, la bajada de impuestos en la CCAA de España gobernadas por el PP, y la inflación galopante. Y todo esto ha sucedido a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Umpiérrez. ¿Guerra entre Rusia y Ucrania? Yo creo
que es la guerra entre, por una parte, Rusia, y, por la otra, Ucrania aliada
con EEUU, Inglaterra y los países de la UE. Sin esa alianza, Ucrania no hubiera
resistido el ataque de Rusia ni un mes.
Eduardo. Pero había que ayudar a Ucrania. Estaba en
juego los valores democráticos occidentales. Estaba en juego la libertad.
Umpiérrez. El idealismo es muy nocivo. Eso nos
dijeron: el ataque de Rusia contra Ucrania era un ataque a los valores
democráticos y en especial al más preciado de todos ellos: la libertad. Y nos llamaron
a permanecer unidos. Pero ¿ha sido así?
Eduardo. ¿Duda de que haya sido así?
Umpiérrez. El llamado ciudadano de a pie -expresión
que en realidad me gusta muy poco- secundó el llamamiento de los líderes
occidentales, pero un puñado de grandes empresas, la del sector energético y la
del sector de materias prima, ha aprovechado la ocasión para enriquecerse con
suculentas y enormes ganancias extraordinarias. Estas empresas evidentemente no
lucharon ni luchan por la libertad, sino por enriquecerse sin límites, sin
importarles lo más mínimo los graves perjuicios económicos que provocan en sus
compatriotas.
Eduardo. Pero vivimos en una sociedad de libre
mercado
Umpiérrez. Que vivimos en una sociedad de mercado se
lo acepto, pero que ese mercado sea libre no es cierto. El mercado en la
actualidad, y solo en el ámbito que estamos hablando, el del sector energético
y materias primas, está gobernado por oligopolios. Si la UE ha aprobado un
impuesto a las energéticas por valor de 140.000 millones, argumentando que las
empresas de ese sector no pueden extraer ganancias extras de la guerra, eso ya
le da una idea de las enormes ganancias extras de ese sector. Aunque yo creo
que gran parte de las ganancias de los oligopolios siempre son extras.
Eduardo. Pero es buena idea esa de imponer
impuestos. ¿No lo cree así?
Umpiérrez. Los resultados de las medidas impositivas
se cosechan en el medio plazo, pero lo que necesitan las pequeñas y medianas
empresas y las familias de las clases medias y trabajadoras es que las alivien
ahora. Si no las ayudan ahora, decenas de miles de empresas en la UE
desaparecerán, decenas de miles de puestos de trabajo desaparecerán, y decenas
de miles de personas verán reducidos de forma grave sus ingresos y otros
ingresarán directamente en el oprobioso mundo de la pobreza.
Eduardo. ¿Qué haría usted entonces?
Umpiérrez. Intervenir los precios. Yolanda Díaz
propone poner topes a los precios de la cesta de la compra, pero esa medida
perjudica a las pequeñas y medianas empresas. Si son las empresas de los
sectores energéticos y de materias primas quienes han generado la inflación,
serán entonces en los precios de los productos de esos sectores donde habría
que intervenir.
Eduardo. ¿Podría ahondar más en esta materia?
Umpiérrez. Atienda a la sucesión de los hechos. El
sector de las energéticas y de las materias primas está ganando copiosas
ganancias extras. ¿Por qué? Porque han subido los precios. ¿Quiénes pagan esos
precios? En lo fundamental y decisivo:
Las pequeñas y medianas empresas y las familias de las clases medias y
trabajadoras. Como han subido los precios, esto es, la inflación se ha
disparado más allá del 8 por ciento, los bancos centrales actúan. ¿Cómo lo
hacen? Subiendo los tipos de interés. Y cuando toman esa decisión, los
presidentes de esas instituciones financieras argumentan que están obligados a
tomar esa medida, aunque nos advierten que va a causar mucho dolor a empresas y
familias. ¿Qué implica la subida de tipos de interés? Que las hipotecas suban y
que las empresas y familias les costará más caro financiarse Este es el mercado
capitalista: en los momentos de crisis, donde supuestamente todos nos debemos
ayudar, un puñado pequeño de empresas mejora su cuenta de resultados de manera
extraordinaria a costa de destruir capital y trabajo y de desordenar el mundo.
Después los idealistas nos contarán la historia de lo que está pasando como si
fuera obra de un solo individuo: el malvado Putin.
Eduardo. ¿Y la democracia? ¿Dónde queda la
democracia?
Umpiérrez. La democracia es un sistema de gobierno.
Pero el Estado es más que un sistema de gobierno. Hay que hablar también del
sistema de Estado, que nos indica la posición y el poder de las clases sociales
en el Estado. Los oligopolios, las grandes entidades financieras, incluyendo a
los fondos de inversión, y ayudados por sus lobbies, tienen mucho poder dentro
del Estado. De todos modos, cuando hablamos de democracia, debemos hablar no
solo de su forma, el multipartidismo y las elecciones libres, sino también de
su contenido.
Eduardo. ¿A qué se refiere cuando habla del
contenido de la democracia?
Umpiérrez. ¿Para qué sirve la democracia? ¿Para
intervenir los precios del mercado oligopolista? ¿Para reducir los asesinatos y
el racismo en EEUU? ¿Para reducir la desigualdad? ¿Para reducir la pobreza?
¿Para evitar las guerras? ¿Para impedir la hegemonía de las grandes potencias?
Pues no sirve para nada de eso. Para lograr esos objetivos habría que cambiar
el sistema de Estado. Y esto sería una tarea mucho más compleja y de mucha más
envergadura.
Eduardo. De todos modos, ¿cómo explica usted el
crecimiento de la derecha y la extrema derecha en Europa?
Umpiérrez. En la guerra que libran Rusia y Ucrania
se ha puesto manifiesto la falta de liderazgo en la UE. Cuando oímos los
informativos, tenemos la impresión que son la propia Ucrania, por boca de
Zelenski, EEUU e Inglaterra los que lideran el presente y futuro de esa guerra.
Y no solo es una impresión, es la realidad. Y esos tres países no pertenecen a
la UE. Ya los ciudadanos, o una gran parte de ellos, no están de acuerdo con el
alineamiento de los países de la UE con Ucrania, están constatando que ese
alineamiento está saliendo muy costoso. Si a eso añadimos la falta de liderazgo
y el idealismo de los dirigentes de la UE, que siguen afirmando que la guerra
entre Rusia y Ucrania es la lucha de la autocracia con la democracia, es lógico
que la gente tenga esperanza en un cambio de sus vidas. Y como la conciencia
económica de la mayoría de las masas sociales no es extensa ni profunda, los
movimientos reaccionarios con liderazgos fuertes tienen cierta acogida y les
generan esperanzas. La mayoría de la gente quiere cambio, aunque ese cambio
después sea a peor.
Eduardo. Sin querer agotar su paciencia, hábleme ahora
del mercado de divisas.
Umpiérrez. Esta guerra, y en especial por la
actuación de la UE, EEUU e Inglaterra, ha generado desorden en todas las
costuras de la sociedad mundial. Así que también se ha producido desorden en el
mercado de divisas. Arabia Saudí negocia aceptar yuanes en las ventas de petróleo
a China. Rusia y la India han creado un sistema de pagos en rublos y rupias. El
euro se ha depreciado con respecto al dólar. El yen se está desplomando. Y la
libra esterlina, después de las medidas fiscales tomadas por el gobierno
presidido por Liz Truss, se ha desplomado. Todas estas circunstancias, en parte,
generan desestabilidad, y, en parte, auguran un nuevo mundo donde el dólar ya
no será tan hegemónico. Pero en lo que a nosotros respecta, al depreciarse el
euro frente al dólar, implica que todas nuestras importaciones se encarecerán y
harán aún más difícil la vida de los ciudadanos europeos. Vivimos en un mundo
muy interrelacionado y todas las medidas económicas llevadas a cabo contra el
gobierno ruso han tenido un efecto boomerang. Y quedarán todavía muchos años
para que logremos una nueva estabilidad.
Eduardo. Una última cuestión: ¿A qué obedece las
medidas fiscales de Truss?
Umpiérrez. El recorte de impuestos de Truss asciende
a 50.800 millones de euros. Anuncia rebajas en el tramo más elevado del
impuesto sobre las rentas, del 45 % al 40 %, y canceló las subidas previstas
del impuesto de sociedades. Los mercados han reaccionado negativamente y la
libra se ha depreciado frente al dólar en 1,97 %, y frente al euro en 1,54 %.
Toda una locura reaccionaria. Truss, como todos los liberales reaccionarios,
sigue atada a las viejas ideas y es incapaz de ver que nos encontramos en un
mundo nuevo, donde es imposible la paz y una mayor equidad social utilizando
fórmulas tan reaccionarias como promover una rebaja de impuestos a los que más
tienen. Entonces, ¿a qué obedece las medidas fiscales de Truss? A los intereses
desmedidos y egoístas de los oligarcas de Reino Unido. Y no se engañen. Los
liberales no defienden los intereses individuales frente al Estado, sino los
intereses comunes de las clases más pudientes frente a los intereses de las
clases sociales más desfavorecidas. Y lo
que sucede es que los políticos liberales presentan estos intereses comunes de
la minoría más rica como los intereses generales de la nación. Y después dicen
que las clases sociales han desaparecido.
Eduardo. Con lo dicho hasta aquí basta. Hasta
pronto.
Umpiérrez. Hasta pronto.
Gracias, Francisco, por este artículo. Las preguntas que hace el entrevistador son las que uno se hace influido por la forma de pensar que domina en los medios de comunicación, y a las que uno mismo no sabe dar una respuesta ajustada a los tiempos actuales. Me parece un artículo que profundiza en la información, que la interrelaciona y no la aprisiona en conceptos previos. Un artículo en el que demuestras también que el conocimiento de los aspectos superficiales, cuanta y mucho, para entender el mundo actual.
ResponderEliminar