Escuchemos primero a Hegel en su crítica a los pitagóricos: “Cuanto más confusos aparecen los pensamientos, más profundo se nos antoja el sentido que encierran; lo importante es ahorrarse el esfuerzo más esencial, pero el más difícil de todos, que consiste en expresarse en conceptos precisos”.
Cuando reflexionamos, ideamos o teorizamos, es
necesario tener en cuenta un conjunto de requisitos, si queremos, como dice
Hegel, expresarnos en conceptos precisos.
Primer requisito. Siempre tenemos que saber en que
esfera de saber estamos reflexionando: economía, sociología, psicología social,
psicología del conocimiento, epistemología, ética, política, etc. Muchas veces
nos lanzamos a pensar y no sabemos en qué esfera de saber estamos, mezclamos
esferas de saber distintas, y producimos pensamientos que carecen de
congruencia material. Después debemos saber de qué conceptos primeros, básicos
y fundamentales disponemos según sea la esfera de saber en la que llevamos a
cabo ciertas reflexiones. Si no tenemos este bagaje, nuestra reflexión será
vaga y oscura.
Segundo requisito. Debemos saber si nuestra
reflexión se centra en un caso particular a partir del cual extraemos algunas
generalizaciones o tiene la forma de lo general. Si nuestra reflexión tiene la
forma de lo general, debemos ir con pies de plomo puesto que para ellos debemos
tener un gran dominio teórico en postulados y premisas, teoremas y conceptos
principales. Si por el contrario nuestra reflexión se centra en un caso particular,
debemos ser muy analíticos y disponer de los conceptos operativos adecuados
para llevar a cabo dicha reflexión.
Tercer requisito. Como nuestra reflexión se centra
en una determinada situación objetiva, venga dada en forma general o en forma particular,
debemos saber si dicha situación objetiva tiene la forma adecuada o tiene una
forma pendiente de desarrollo. Al menos que el ejemplo que seleccionemos como
punto de partida sea muy sencillo y sea al mismo tiempo una experiencia
universal al alcance de todo el mundo, tendremos que dedicar un cierto tiempo a
detallar y precisar aquello de lo que hablamos. No podemos lanzarnos a pensar
reflexivamente, si aquello de lo que hablamos no ha sido presentado previamente
con rigor y precisión. De otro modo, si partimos de imprecisiones, nuestra
reflexión no dispondrá de ningún punto firma donde agarrarnos y nos perderemos.
Cuarto requisito. Debemos desechar, por consejo de
Hegel, los pensamientos confusos, no dedicarnos a desentrañar su aparente sentido
profundo puesto que no existe, y centrarnos fundamentalmente en ser precisos y
rigurosos. No dejemos que las palabras nos dominen y que no nos engatusen las
expresiones abstractas. Si haces uso de algunas categorías abstractas, debes
poner algunos ejemplos que ilustren su sentido. Si no lo haces, la vaguedad y
la oscuridad dominará tu reflexión.
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