Les insisto a los miembros del Cekam que deben volver una y otra vez a lo mismo. Que no den por sabido un texto que solo han leído una vez: solo tendrán impresiones. El señor X hace una narración. Le propongo lo siguiente: cuéntame en pocas palabras la historia que has narrado. Tiene dificultades para hacerlo. Le insisto: solo se trata de hacer un resumen. Me pregunta: ¿Una sinopsis? Aquí hay un error: da la impresión que el asunto estriba en el nombre que le ponemos a la tarea que tiene que realizar. Y se trata del contenido: cuéntame en pocas palabras la historia que has narrado. Cuando lo hace, empieza hablando de algo que no constituye el contenido sustancial de la narración.
¿Qué entiendo por
pensamiento directo? Un pensamiento que se centra en los sustantivos y verbos
principales y evita los adjetivos y adverbios. Un pensamiento que evita la
descripción de las estancias y de los personajes. Un pensamiento que se centra
en lo principal y evita lo secundario. Solo después de contar con pocas
palabras la historia que ha narrado, podremos formular preguntas. La historia
trata de un hombre que sabe que en cuestión de horas va a morir. Antes de que
esto suceda visita a su exmujer porque quiere estar unos momentos con su hija
de cuatro años. A él, aparentemente, le gustaría que su hija supiera que él es
su padre. Pregunta: ¿Sería bueno para una niña de cuatro años saber que el señor
Z es su padre biológico, al que solo verá durante dos horas y que después
desaparecerá para siempre porque lo van a matar? Esta es solo una de las preguntas que se
pueden formular. Pero el señor X que en su narración no hace del señor Z el
centro de su historia, que lo despoja de pensamiento interior, y que describe
algo tan secundario como la estancia de su hija, no se formula esta pregunta ni
otras que serían básicas en la historia que cuenta. La historia carece de
interioridad. En su narración hay exceso de descripciones y adjetivaciones que
solo expresan lo secundario y lo accidental.
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