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sábado, 23 de noviembre de 2024

Lo universal unido a la singularidad por medio de la particularidad

 

Tenemos en nuestras manos los Cuadernos Filosóficos de V.I. Lenin. En concreto su lectura de Ciencia de la Lógica de Hegel. No me canso de decir lo bien y fácil que lee Lenin a Hegel. En la sección dedicada a La Subjetividad, Lenin hace la siguiente anotación:

Citando, en pág. 125, el “famoso” silogismo –“todos los hombres son mortales, Cayo es un hombre, por lo tanto, es mortal”-, Hegel agrega con agudeza: “Inmediatamente invade el aburrimiento cuando se oye enunciar semejante silogismo” – se afirma que ello se debe a la “forma inútil”, y Hegel hace esta profunda observación:

“todas las cosas son un silogismo, un universal unido a la singularidad por medio de la particularidad; pero por supuesto, no son totalidades compuestas de tres suposiciones”.

Le pregunté al señor X: ¿Qué te parece esta reflexión del inteligentísimo Lenin? Y me respondió: “Maravillosa. Frente al formalismo tenemos la materialidad o realidad del mundo: todas las cosas son un silogismo”. Después le dije: háblame del silogismo. Y respondió: “Todo un formalismo. Todos los hombres son mortales. Cayo es un hombre. Luego, Cayo es mortal”. Entonces le dije: hablas sin sentir y representarte lo que afirmas. Así que iremos despacio y pensando un poco más en lo que afirmamos. Se afirma primero que todos los hombres son mortales. Hablamos de la muerte de los seres humanos. Hablamos de los muertos por la Dana que recientemente azotó Valencia, hablamos del dolor de sus familiares, hablamos de las mujeres asesinadas por violencia de género, hablamos de los niños y niñas que mueren de hambre. Hablamos de los muertos en las guerras de Ucrania y Oriente Medio. Hablamos de las personas que mueren antes de tiempo víctimas de enfermedades. A propósito: recientemente he leído en un periódico nacional que unos investigadores españoles han avanzado en la tecnología de las nano partículas para enfrentarse a los tumores.  Buena noticia frente a la muerte por enfermedad. Así que ahora el universal “ser mortal” no está pensado de forma abstracta y superficial, sino de forma concreta y con fondo, claro está que esto sucederá así si pones sentimiento y representación en lo que lees.

Pasemos al segundo juicio del silogismo: “Cayo es un hombre”. Aquí Cayo figura como singular. Lo nombramos y lo afirmamos como singular, pero no lo conocemos como singular. No sabemos quién es Cayo. Así que lo que suponemos como singular lo pensamos como general. Buscamos en internet quién es Cayo según la Biblia. Transcribiré lo que dice Jesús Mondragón a este respecto:

“Su nombre era Cayo Casio Longinos. El Centurión romano que vio morir al Señor en la Cruz y clavó su lanza en el costado del Salvador, entre el cuarto y quinto espacio intercostal, perforando el Corazón de aquel, que murió por los pecados de todos los hombres, derramando así, hasta la última gota de su sangre, por ti y por mí.

¿Qué suceso fue lo que obligó a un soldado profesional, acostumbrado a ver morir y matar, para reconocer a ese humilde carpintero, que murió crucificado, como "EL HIJO DE DIOS"?

El legionario, que sufría de un grave mal en el ojo, al clavar la lanza en el costado de Cristo, la Preciosísima Sangre que brotó del Corazón, se escurrió a lo largo de la lanza y de su brazo, salpicando el ojo enfermo y quedó sanado al instante”.

Ahora ya conocemos a Cayo de forma singular o algunas de sus singularidades. Ahora no solo afirmamos y nombramos a Cayo como singular, sino que lo conocemos como singular. Ahora hay correspondencia entre nombre y contenido significativo.

En suma, el universal “ser mortal” lo pensamos ahora de forma concreta y no de forma abstracta y superficial; y el singular “Cayo”, además de afirmarlo como singular lo conocemos como singular. De este modo comprendemos mejor lo que significa que lo universal, “ser mortal”, está unido a lo singular, “Cayo Casio Longinos”, por medio de lo particular: “ser hombre”.

 

 

 

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