Supuestamente yo soy un pensador marxista y, en consecuencia, soy un pensador materialista y dialéctico. Pero en lo que afecta al conocimiento del mundo de hoy, estoy desactualizado. De manera que mi materialismo y mi dialéctica de poco o nada sirve para solucionar este déficit. Así que no me ha quedado más remedio que hacerme y estudiar algunos libros de los siguientes autores: Martin Wolf, Jonathan Tepper, Roberto Camagni, Paul Collier, Dana Thomas y Thorstein Veblen. También compraré un libro de Linda McQuaig sobre los supermillonarios. Todos estos autores son defensores del capitalismo, pero conocen el mundo actual mucho mejor que yo. De manera que los necesito.
Al estudiarlos, compruebo
que en algunas cuestiones están cerca del pensamiento de Marx. Por ejemplo, Martin Wolf habla de la
renta de aglomeración y a este respecto, en su obra La crisis del
capitalismo democrático, hace la siguiente afirmación: “En última
instancia, las rentas de aglomeración son producto del capital social creado
por la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, hay una buena razón para repartir
estas rentas”. Esta concepción de Wolf está muy próxima a los conceptos de
sustancia social y renta del suelo de Marx. En esa misma obra, en la sección
dedicada a los Ciclos de globalización, hace la siguiente valoración del
pensamiento marxista: “Así lo entendieron Karl Marx y Friedrich Engels. En el Manifiesto
Comunista, uno de los documentos más importantes del siglo XIX,
describieron brillantemente la economía capitalista emergente”. Observamos que
un liberal como Martin Wolf habla de Marx y Engels con un respeto y
reconocimiento que no encontramos en los líderes históricos del PSOE, por
ejemplo, en Felipe González.
¿Por qué es necesario
estudiar a Roberto Camagni? Porque hoy día la economía urbana se ha convertido
en una sección de la economía imprescindible.
La brecha social creada entre las metrópolis y las ciudades de provincia
es alarmante: aumenta la desigualdad. Y los problemas de la vivienda en las
metrópolis es un problema de enorme magnitud. Así que el concepto de renta del
suelo actualizado es decisivo para transformar el mundo. Decía Lenin que
siempre era conveniente descubrir las raíces teóricas de todos los problemas
sociales. De ahí la necesidad de actualizar el pensamiento. Mi recomendación en
la lectura de los libros de los otros, esto es, de aquellos que no son
marxistas, es la siguiente: hay que dejar de lado los prejuicios que lleva
acarreado cualquier ideología, debes dejarte guiar por el otro, pensar y sentir
como él, y conceptualizar y razonar como él. Y una vez que conozcas el
pensamiento del otro, puedes hacer los ajustes y las críticas de acuerdo con tu
línea de pensamiento. Primero conocer y después ideologizar.
Hablemos ahora de la
esencia y de la apariencia. Tengamos en cuenta las dos grandes tesis de Hegel a
este respecto: La apariencia es la manifestación de la esencia y la apariencia
es la esencia en otra determinación. La esencia de los conceptos de capital
constante, capital variable y capital productor de interés de Marx no han
sufrido modificación, pero sí la apariencia o forma de manifestación de los
mismos. La esencia del concepto de capital variable de Marx, en tanto conserva
el valor del capital constante, crea su propio valor y crea plusvalor, es el
mismo en el siglo XIX que en el siglo XXI, pero los trabajadores y trabajadoras
donde se encarna el capital variable son muy distintos, en lo que afecta al
nivel y estilo de vida, y en lo que afecta al progreso social en general y en
lo que afecta al Estado del bienestar que los protege. Las diferencias
aparentes entre el siglo XIX y el siglo XXI del capital variable son abismales.
Lo mismo ocurre con el capital constante, la esencia de ese concepto, en tanto
valor a conservar y que representa las condiciones objetivas de cualquier
actividad económica, es el mismo en el siglo XIX que en el siglo XXI, pero en
lo que afecta a su concreción aparente las diferencias son igualmente
abismales.
Pero las cosas pueden ir
más lejos. ¿Se pueden producir cambios que afecten a la esencia de los
conceptos? Pues sí. Si estudiamos el libro de Jonathan Tepper titulado El
mito del capitalismo, podemos comprobar que la economía estadounidense, por
ejemplo, tiene mayoritariamente un carácter monopolista. Y cuando esto se
produce, los precios se independizan del valor de los bienes y servicios. Ya
Marx, en especial en los capítulos dedicados a la renta del suelo, hablaba de
las rentas de monopolio. En dichos capítulos podemos leer lo siguiente: “Cuando
hablamos de precio de monopolio, nos referimos generalmente a un precio que se
determina únicamente por el deseo de compra y la solvencia de los compradores,
independientemente del precio determinado por el precio general de producción o
por el valor de los productos”. Marx ponía a este respecto el ejemplo de una
viña que producía vinos de extraordinaria calidad. Aunque aquí Marx se refería
a personas con un alto poder adquisitivo, en la actualidad los precios de
monopolio alcanzan al consumo de masas. De ese modo, además del plustrabajo que
tienen que aportar los miembros de la clase trabajadora, los monopolios les
sustraen a dichos trabajadores y trabajadoras una parte del salario en la
esfera de la compra de bienes y servicios. Así que, como dijo Marx, los precios
de monopolio se establecen independientemente del precio de producción o del
valor de los productos.
Como despedida,
ideologicemos un poco. Jonathan Tepper está profundamente preocupado de cómo
los monopolios acaban con la libre competencia, porque genera desigualdad,
porque los precios son arbitrarios y altos, y porque provoca salarios bajos y
beneficios desproporcionados. Su propuesta es volver a la libre competencia y
limitar el poder de los monopolios. Quiere volver atrás y piensa que eso es posible.
Quiere reformar el capitalismo. Mientas que los marxistas ven en los monopolios
un germen bastante desarrollado del socialismo y buscan no reformar el
capitalismo sino revolucionarlo. Hablemos ahora de Paul Collier, que presenta
los impuestos como el medio por el cual los ricos ayudan a los pobres. Los
marxistas pensamos de modo diferente: pensamos que los ricos se apropian del
trabajo social ajeno por miles de mecanismos del mercado capitalista, y los
impuestos no son más que el medio que tiene el Estado para que los ricos devuelvan
el valor ajeno del que se han apropiado. Igual que Martin Wolf piensa que la
renta de aglomeración debe ser repartida entre todos porque es obra del capital
social, lo mismo ocurre con las grandes rentas.
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