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sábado, 21 de mayo de 2011

El éxtasis óntico

En la religión india, en la emparentada con Buda, la meta del hombre es conquistar el estado de Nirvana. Para lograr este estado es necesario adoptar una postura inmóvil y concentrarse para no sentir nada, no desear nada, no pensar en nada y no querer  nada. Por lo tanto, la meta del hombre es el no ser, la nada. En esta concepción religiosa todo proviene de la nada y retorna a la nada. Esta forma de unirse a la naturaleza, negando la particularidad, disolviéndose en la naturaleza, negando todo movimiento, es una forma negativa de unirse a la naturaleza. Se trata de que la particularidad, esto es, todas nuestras particularidades, se disuelvan  en la vacía abstracción, en la nada.  Esta filosofía es contraria a la de los espíritus inquietos, activos, transformadores, agitadores.


Todo el mundo puede estar en la forma del ser y en la forma del movimiento. Pero el ser es resultado del movimiento. Así que el momento principal de la vida se encuentra en el movimiento y no en el ser. Y una filosofía, como la budista, que haga del no ser la meta del ser, representa la negación del movimiento. Y el movimiento es la vida,  que incluye la forma del ser  y también la disolución del ser: la muerte. No se trata de que en un lado esté el ser y en el otro lado el no ser, sino que nuestra vida es un movimiento del ser al no ser. Y lo que quiere el budismo no es que lleguemos al no ser después de mucho movimiento, de mucho hacer y padecer, sino negando el movimiento, el despliegue y realización de todas nuestras particulares.



Agradezco muchísimo tu respuesta, el tono que has empleado, así como el aporte de argumentos. Esto ayudará a que cada cual avance  por  su propio camino y conozca caminos ajenos. En el aprendizaje filosófico no es tan importante si uno dice verdades o no como que sigue un determinado camino. Siguiendo a Hegel creo que cada camino aporta una parte de la verdad. Y siguiendo a ese mismo pensador también creo que cada camino cubre una fase del camino total y que hay fases más avanzadas y fases más atrasadas. Y esto no quita que una fase más avanzada en algunos aspectos sea peor que una fase más atrasada. El pensamiento dialéctico supone que no hay nada que sea absolutamente negro ni absolutamente blanco, que en todo hay claros y oscuros.

En el tema que nos ocupa creo que hay que distinguir tres aspectos: el filosófico, el religioso y el medicinal. Bajo el punto de vista medicinal no tengo duda alguna que la filosofía budista es mucho más beneficiosa que la filosofía occidental. Es más, la filosofía occidental no tiene nada de medicinal, se ha desarrollado en oposición extrema a la naturaleza, ha creado un abismo enorme entre el hombre y la naturaleza. Creo que nadie duda de la necesidad de que el hombre occidental en particular como el hombre en general, el que habita en todas las partes del globo,  se reconcilie con la naturaleza. Y esta reconciliación se logrará cuando el capitalismo muera, un organismo social que ya debe cumplir su ciclo en la historia universal, como en su momento lo cumplieron la sociedad esclavista y la sociedad feudal. Bajo el punto de vista religioso creo que la filosofía budista aporta unos valores éticos que son positivos para mejorar las relaciones sociales entre los occidentales. Darle la prioridad a la naturaleza, buscar la transcendentalidad en la naturaleza, supone la negación de la propiedad privada. La protección de los parajes naturales supone que determinadas partes del planeta sean de propiedad pública, que no se puedan transformar en mercancías ni explotarse como capital. Y en lo que se refiere al punto de vista filosófico lo dejaré para otro mensaje, pues tendría que extenderme en exceso y cansaría al lector.


Es cierto que pretendo ser un pensador marxista, pero no soy ciego y estoy muy alejado del marxismo ortodoxo y muy especialmente del francés. Aunque no es esa de la única pata que cojeo. De momento el socialismo no ha demostrado su superioridad respecto del capitalismo y, por consiguiente, tampoco lo ha demostrado en el ámbito de las relaciones entre el hombre y la naturaleza. De todos modos mi idea central es que el capitalismo debe morir como lo han hecho los organismos sociales que le precedieron. Pero no quisiera desviarme por la tangente y obviar el tema que nos ocupa: el aspecto filosófico del éxtasis óntico.

En tu penúltimo mensaje decías lo siguiente: “Buda no niega la multiplicidad de lo real, sino más bien intenta desenmascarar ese universal proceso como un juego de espejos tras el cual se esconde una fuerza sin nombre que trasciende las categorías del ser y el no ser”. Bajo el punto de vista sensible nadie puede dudar que el mundo sea una rica y variada multiplicidad. Y no sólo es que podemos percibir objetos diferentes, sino que en cada objeto podemos percibir aspectos diversos. De manera que Buda ni nadie podrían negar una evidencia tan extrema. Lo que mantiene ahora Buda, de acuerdo con lo que tú dices, es que debemos concebir los múltiples aspectos que constituyen la realidad como espejos. Reconocerás que esto es una representación metafórica. Pero concedámosle la posibilidad de que tiene un sentido lógico. Lo que dice a continuación Buda es que detrás de esos espejos se esconde una fuerza sin nombre. Pero si no tiene nombre, será porque no la conoce, ni por los sentidos ni por la razón. Y si no la conoce, cómo sabe de su existencia. A lo mejor me responderás que por intuición.

Pero yo te preguntaría cómo se puede intuir algo que no se puede percibir ni pensar aunque sólo sea en las más mínimas determinaciones. Por lo tanto, esa fuerza sin nombre  es un ser indeterminado. Y un ser que no tenga una determinación que yo pueda ver o en la que pueda pensar, es la nada, pero como pura categoría del entendimiento, carente de existencia real.  La religión budista no está libre ni por encima de la contradicción entre el conocimiento sensible y el conocimiento lógico, entre el sujeto y el objeto, entre la apariencia y la esencia, entre el contenido material y la sustancia social. Lo que sucede es que le da una determinada solución a ese problema: disolver al sujeto en el objeto.  Pero esta disolución es sólo una creencia o un sentimiento místico. Por mucha meditación que hagamos, seguiremos diferenciándonos de la naturaleza. Buda medita, la naturaleza no. La naturaleza no  muestra a Buda nada que tenga detrás de sí, sino que es Buda  quien pone su inventada fuerza detrás de ella.  Primero transfigura los múltiples aspectos del mundo en espejos, y luego se imagina que detrás de ellos se esconde una fuerza sin nombre.

10 de agosto de 2004.


3 comentarios:

  1. No has leido los textos budistas, y me parece que no tienes idea de la filosofia Mahayana. El antisustancialismo del budismo ciulmina en Narijuana, que supera a los mejores sofistas de Atenas. El ateìmo budista es insuperable, dialecticamente, El misticismo no pertenece al budismo...Pero para saber esto, no se deben leer manuales de filosofia oriental, sini los autores mismos.

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    1. Estimado Horacio:

      Tu argumento tendría valor si aportaras algún concepto o algún argumento.

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    2. Estimado Francisco . aporto un tìtulo para que leas esta obra, ya que noto que opinas sobre budismo sin haber leido ningun libro budista. "La doctrina budista de la Totalidad" de Garma C.c. Chang

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