¡Ay!, amigo desconocido, cuánto avanzaríamos si te
acostumbraras a hablar de una cosa sola, deteniéndote en ella todo el tiempo
del mundo, y frenando con firmeza tus fieros impulsos hacia la contingencia
categorial.
Dices estar a favor de la multiplicidad y en contra
de la unidad, porque a tu juicio esta unidad proviene del concepto y del afán
clasificatorio de las ciencias. El mundo se presenta como multiplicidad a los
sentidos. Solo por medio de ellos adquirimos constancia del mundo como
multiplicidad. Estar a favor de la multiplicidad es estar a favor de que el
punto de partida del conocimiento lo establezcan los sentidos. Reforzar el papel de la multiplicidad en
nuestra concepción del mundo significa reforzar el papel de los sentidos en
dicha concepción. Pero la unidad también se presenta a los sentidos, aunque no en forma de
objeto, sino como momento no independiente (haciendo uso del modo de expresarse
de Husserl). Cualquier especie animal es multiplicidad y es unidad, como
cualquier especie de cosa u objeto. Los impalas, por ejemplo, están constituidos
por muchos individuos, son múltiples, pero comparten en común una misma
configuración corporal. Me dirás que si afinamos un poco veremos diferencias en
la configuración corporal cuando pasamos de un individuo a otro. Y te reconozco
que sí. Pero los parecidos en su configuración corporal son los suficientes
como para poder distinguirlos de, por ejemplo, la configuración corporal de los
leones o de cualquier otra especie animal. Dicha configuración provee a la
multiplicidad impalas de unidad. De hecho, el propio nombre “impala” hace
objetiva para la conciencia teórica esta unidad, pero además la constituye en
existencia independiente (esta es la ventaja de la función nominativa de la
palabra y del lenguaje en general. Los momentos o aspectos que en el ser son no
independientes por medio del lenguaje se tornan independientes).
Por supuesto que no existe el impala en general, lo
que existen son los impalas, una multiplicidad. Pero no es menos cierto que
existe la configuración corporal impala, que la comparten en común los impalas,
y ahí reside la unidad. Pero esa unidad no existe como objeto independiente en la
naturaleza, sino como aspecto o momento no independiente en cada uno de los
individuos de la especie impala. Y los seres humanos por medio de la palabra
impala logran dos objetivos: uno, hacer objetiva la unidad, y dos, darle
existencia independiente a dicha unidad. (Hablamos de la existencia de la objetividad y de la unidad para la conciencia teórica).
Conclusión. No es lo mismo decir que por medio de la
palabra “impala” expreso la unidad de una especie determinada de animal, que
decir que la unidad de la especie impala la pone el ser humano por medio del
concepto de impala. Devolvámosle a la naturaleza lo que le pertenece, incluida
la unidad, y dejemos de pensar que todo el orden y sentido que hay en ella lo
ha puesto el ser humano al tentarla con sus mágicas y filosóficas palabras.
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