En su Curso de
Lingüística General, Ferdinand de Saussure hace la siguiente afirmación:
“Podemos, pues, representar el hecho lingüístico en su conjunto, es decir, la
lengua, como una serie de subdivisiones contiguas a un tiempo en el plano
indefinido de las ideas confusas (A) y en el no menos indeterminado de los
sonidos (B)”. Saussure parte de la idea de que los dos elementos que entran en
juego en el funcionamiento de la lengua son las ideas y los sonidos. A las
ideas también las denomina conceptos y
pensamiento. Considera al
pensamiento como una masa amorfa e indefinida y a los sonidos como una masa
plástica indeterminada. Solo la unión de ambos por medio de la lengua los dota
de determinación y forma. No estoy de acuerdo con este punto de partida. No
creo que sea acertado afirmar que antes que los seres humanos hablaran, reinara
en el mundo de los sonidos y del
pensamiento el caos, la indistinción y la indeterminación.
Los sonidos
Los truenos producen un sonido o una secuencia
sonora determinada, pero también lo hacen las olas del mar, la lluvia y el
viento. Si dejamos caer una moneda al suelo produce una configuración sonora
determinada, pero también lo hace un bolígrafo si lo dejamos caer al suelo:
produce una configuración sonora determinada y distinta de la que produce una
moneda. Y así con un sinfín de objetos. Los frenazos de los coches, el abrir y
cerrar las puertas, el girar la llave en la cerradura también producen
configuraciones sonoras determinadas y distintas. El ladrido de un perro, el
rebuzno de un burro y el graznido de una gaviota también producen
configuraciones determinadas y distintas. En suma, los objetos del mundo y las
fuerzas de la naturaleza, incluidos los animales, producen configuraciones sonoras
determinadas y distintas, hasta el punto que podemos identificarlos sin
necesidad de verlos. Luego el mundo de los sonidos antes que los seres humanos
hablaran no era un mudo amorfo e indeterminado, todo lo contrario: era un mundo
firmemente determinado.
¿Debemos considerar a todas las configuraciones
sonoras del mundo simples objetos físicos como en general hacen los lingüistas
y los filósofos? Pues no. Debemos considerarlos valores referenciales. ¿Qué
entendemos por valor referencial? El conjunto de referencias cromáticas,
sonoras, olfativas y mecánicas que permiten identificar un objeto. Y para
identificar a un objeto a veces es suficiente con percibir las referencias
sonoras que produce. Así podemos identificar a un perro, a un gato, a un
automóvil y a muchísimas cosas más con solo oírlos.
El concepto de valor referencial o valor de
identidad es el concepto primero de la Semiótica y, por consiguiente, el
concepto primero de la Lingüística. Para una mejor comprensión de este concepto
pueden leer en mi blog “Reflexiones sobre Semiótica” http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2001/05/reflexiones-sobre-semiotica.html#more.
También pueden leer
otro trabajo titulado “Referente”: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2012/03/referente.html#more
Los
conceptos, las ideas o el pensamiento
Saussure vincula los
sonidos con los conceptos. Pero no da una definición clara de qué son los
conceptos. Los llama también hechos de conciencia, pero esto no deja de ser una
definición extremadamente vaga. O también los cataloga como fenómenos psicológicos,
pero igualmente con esta afirmación permanecemos en el mundo de la vaguedad. A
los conceptos los sitúa en “el plano indefinido de las ideas confusas”. Pero
esta afirmación, al igual que su afirmación sobre el mundo de los sonidos, es
errónea. En la sección dedicada al Método
de la Economía Política de su obra Contribución
a la Crítica de la Economía Política, Marx se expresa en los siguientes términos:
“La totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto de
pensamiento…no es de ningún modo el producto del concepto que se engendra a sí
mismo y que concibe aparte y por encima de la percepción y de la
representación, sino que es la elaboración de la percepción y de la representación
en conceptos”. Mientras Saussure parte de la base que el plano indefinido de
las ideas se constituye en conceptos mediante el lenguaje que lo une al plano
igualmente indeterminado de los sonidos, Marx remite los conceptos a las
percepciones y las representaciones. Y aquí es donde se sitúa el segundo error
de Saussure: antes de vincular los sonidos con los conceptos debemos
vincularlos con las percepciones y con las representaciones.
El mono cercopiteco
produce unas catorce configuraciones distintas y bien determinadas. Entre ellas
se encuentran las tres llamadas de alarma: frente a los depredadores aéreos,
frente a los depredadores terrestres y frente a las serpientes. Y ante esas
tres llamadas los monos cercopitecos desarrollan tres tácticas diferentes de
defensas: frente a los depredadores aéreos se bajan de los árboles y se ocultan
entre los matorrales, frente a los depredadores terrestres (como el león, por
ejemplo) se suben a los árboles, y frente a las serpientes las rodean y
ayudados de ramas las expulsan de su territorio. El mono que da la señal de
alarma vincula la percepción del depredador en cuestión con una determinada
configuración sonora, y los monos que
escuchan dicha configuración sonora vinculan dicha configuración sonora con la
representación relativamente clara de la clase de depredador en cuestión. Con
esto queda demostrado que antes de que las configuraciones sonoras puedan
quedar vinculadas a los conceptos están previamente vinculadas a las
percepciones y a las representaciones.
Las palabras tienen dos
funciones básicas: la nominativa y la conceptual. Históricamente primero nació
y se consolidó la función nominativa de las palabras y después surgió la
función conceptual. Y la función nominativa de las palabras está vinculada con
las percepciones y con las representaciones. Y el salto cualitativo en el mundo
del lenguaje se debió producir cuando los primeros humanos empezaron a usar los
nombres de las cosas y animales sin que estas cosas y animales estuvieran
presentes. Fue a partir de ese entonces cuando la representación cobró fuerza y
abrió el camino para el surgimiento de los conceptos. También fue el momento en
que en vez de que las representaciones surgieran en los sueños o brotaran de
las necesidades y se presentaran como reproducciones más pobres en contenido
que las percepciones, empezaron a producirse a partir de los signos. De ahí que
antes que los conceptos se unieran a los sonidos, estos tuvieron
que tomar el poder sobre las representaciones.
Creo haber demostrado
que la concepción de Saussure sobre el origen del lenguaje donde se parte de un
plano indefinido de las ideas y de un plano indeterminado de los sonidos es
errónea.
La
forma de significante
Supongamos que a una
ciudadana alemana que no sabe nada de la lengua española la enseñamos a decir
[mesa] y [silla]. Después de dos horas la ciudadana alemana sabrá identificar
esas dos secuencias sonoras entre muchas otras secuencias sonoras sin necesidad
de saber qué significan. Luego [mesa] y [silla] no son dos objetos físicos sin
más sino que son dos valores referenciales sonoros firmemente determinados. Así
que si al significante o imagen acústica le restamos su función significativa,
le queda su función de identidad. Y como dije anteriormente el valor
referencial o valor de identidad es el primer concepto de la Semiótica. Pero
hay otros ejemplos y experiencias que atestiguan esta diferencia de valor.
Todos podemos elaborar secuencias fónicas que no sean palabras agrupando sílabas
de forma arbitraria: [metaclopo] , [escorpado] , [infolpeiro],… Todas estas
secuencias fónicas tienen una forma firmemente determinada y, sin embargo,
ninguna es palabra. Cuando hacemos esto, dichas secuencias fónicas se presentan
como puros objetos de la percepción, sin más, sin plus. Advierto que cuando
decimos que algo es objeto de la percepción el modo del ser que adopta ese algo
es el de valor referencial. De manera que cuando afirmamos que algo es un puro
objeto de la percepción no estamos afirmando que es un puro objeto físico.
Cierto es que los
pueblos no se han dedicado a producir secuencias fónicas careciendo de
intenciones indicativas o significativas, como si estuvieran haciendo solamente
objetos para la percepción auditiva. (Esto sí lo hace el arte: crea objetos
para que solo sean percibidos). Todo lo contrario: los pueblos crean secuencias
fónicas con la intención de significar algo, pero no sabemos en qué consiste o
como se produce esta forma. Husserl da una explicación muy interesante que a
continuación paso a exponer con ciertas modificaciones y añadidos.
La
forma de significante según Husserl
Lo que Saussure
presenta en la forma del ser, significante y significado, Husserl lo presenta
en la forma del movimiento, acto de producir el complejo vocal articulado
fundido con el acto de dar sentido (intención significativa) y acto de cumplir
el sentido (cumplimiento significativo). Lo que haremos en principio será
enderezar nuestro interés hacia el signo en sí, el complejo vocal articulado o
la palabra impresa. Cuando hacemos esto, la palabra se convierte en un mero
objeto de la percepción o valor referencial. Cuando después la palabra empieza
a funcionar como tal palabra, el carácter de la representación está cambiado.
La palabra como individuo externo sigue siéndonos dada, sigue apareciendo ante nuestros oídos,
pero ya no nos dirigimos hacia ella, ya no es ella el objeto de nuestra
actuación psíquica. Nuestro interés, nuestra mención, nuestra intención, se
dirige exclusivamente a las cosas mentadas en los actos de dar sentido.
Permaneciendo inalterado lo que constituye el fenómeno del objeto (el complejo
vocal articulado o la palabra impresa), cambia el carácter intencional de la
vivencia: antes estaba dirigida hacia el signo en sí y ahora a las cosas o
situaciones objetivas significadas por el signo. Ilustremos un poquito más esta
idea. Cuando estamos leyendo un libro de Gabriel García Márquez, estamos
totalmente volcados en las situaciones objetivas mentadas en el texto,
representándonos los personajes y las miles de situaciones que viven. Pero si
ahora enderezamos nuestro interés hacia el texto en sí, hacia las letras, tenemos
la percepción de un mero objeto externo que ha dejado de ser palabra.
Las secuencias fónicas
tienen dos formas: la natural, cuando las secuencias fónicas existen como
simples valores referenciales sonoros desprovistos de función indicativa y de
función significativa, y la de significante. La forma de significante es una
forma fenoménica que se añade a la forma natural. ¿Cómo tenemos constancia de
la existencia de la forma significante? No la podemos obtener observando la
secuencia fónica, pues ha permanecido inalterada. Al funcionar como palabra la
secuencia fónica sigue teniendo en sí la misma forma que tenía como mero objeto
de la percepción. Así que este cambio de
forma solo puede provenir del sujeto, de un cambio en la intención de su
vivencia, que ya no dirige su interés hacia la palabra en sí, sino hacia la
cosa o situación objetiva mentada o significada por ella. Por lo tanto, la
forma natural de una secuencia fónica adopta la forma de significante cuando su
usuario cambia la intención de su vivencia, que ya no se dirige a la palabra en
sí, aunque sigue siendo su sustento, sino a la cosa significada o mentada por
ella.
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