El 16 de noviembre de 2019 Rebelión publicó un artículo de Chris Hedges titulado ¿El dilema de Vladimir Lenin? Me generó
indignación y rechazo. Si hubiera sido una exposición conceptual, pues bueno,
su trabajo hubiera tenido más legitimidad teórica, pero es un artículo lleno de
puras opiniones construidas a base de retales. Algunos intelectuales, y este es
el caso de Hedges, hablan de la historia como si ellos mismos estuvieran fuera
de la historia. Es lo mismo que le sucede a Chomsky, que habla como si hubiera
una razón en sí misma, no histórica, que examina a su luz los hechos
históricos. O examinan desde las condiciones históricas actuales, desde la
conciencia y espiritualidad del mundo de hoy, los hechos del pasado. Un gravísimo error.
Solo someteré a crítica dos fragmentos del artículo de Hedges.
Primer fragmento de Hedges: “Vladimir Lenin tiene
dos legados. El primero como brillante estratega revolucionario. El segundo
como Lenin, el nuevo zar. Irónicamente, fue el campeón más ferviente en Rusia
de lo que logró erradicar: la anarquía revolucionaria. Su opúsculo “El Estado y
la revolución” era una manifiesto inequívoco, con Lenin escribiendo que
“mientras haya Estado, no habrá libertad; cuando haya libertad, no habrá
Estado”. Pero Lenin en el poder, al igual que Leon Trotsky, fue un oportunista
que hizo una serie de promesas, como “todo el poder a las soviets”, que no
tenía intención de cumplir. Empleó el terror político, arrestos generalizados y
ejecuciones para aplastar a los comités autónomos de soviets y trabajadores.
Dirigió una élite gobernante centralizada y autocrática. Criminalizó la
disidencia, prohibió la competencia entre los partidos políticos, sofocó la
prensa e instituyó un sistema de capitalismo de Estado que despojó a los
trabajadores de su autonomía y derechos. Él, como Maximilien Robespierre, puede
haber pensado en sí mismo como un
idealista, pero una de sus camaradas apartadas, Angélica Balanova, citando una
línea de Goethe, declaró que “deseaba el bien…pero creó el mal”. El estalinismo
no fue una aberración. Fue el heredero natural del leninismo”.
Formularé una respuesta crítica a este primer
fragmento de forma directa. Decir de Lenin que fue un zar es sencillamente una
estupidez. La revolución soviética fue quien acabó con el régimen de los zares
en Rusia, un régimen terriblemente explotador,
opresor y cruel. Era un régimen semipatriarcal, semifeudal y
semicapitalista. Es obvio que este mundo zarista, aunque los bolcheviques se
hicieron con el poder político, no podía liquidarse sino en muchas decenas de
años. De ahí que la huella de ese mundo siguiera presente y muy presente en el
mundo económico, político, ideológico y cultural del sistema soviético. Y
Lenin, como cualquier otro político de esa época, pertenecía a ese mundo y, por
consiguiente, vivía bajo las influencias de ese mundo. ¿Alguien puede pensar que en un mundo bárbaro
puede escapar a acciones bárbaras? ¿Alguien puede pensar que en un mundo en
guerra puede escapar a acciones violentas que le procuran la muerte al prójimo?
Solo pueden pensarlo los idealistas que creen en la razón absoluta, una razón
que no es histórica, una razón que solo anida en la cabeza de los
intelectuales. Pero los intelectuales idealistas nunca cambian el mundo, solo
se imaginan que puede ser cambiado. De ahí que la mayoría de sus afirmaciones
no sean históricas y, por consiguiente, no sean verdaderas.
Afirma Hedges a continuación que Lenin fue “el
campeón más ferviente en Rusia de lo que logró erradicar: la anarquía
revolucionaria”. Eso no es cierto. En las dos grandes revoluciones sociales de
1905 y 1917 de Rusia los anarquistas no constituían ninguna fuerza política
destacable. Las fuerzas políticas más importantes, aparte del partido bolchevique,
fueron los trudoviques, los kadetes, los mencheviques y los eseristas. Después
detallaré más esta idea. Hedges añade después que “su opúsculo “El Estado y la
revolución” era una manifiesto inequívoco, con Lenin escribiendo que mientras
haya Estado, no habrá libertad; cuando haya libertad, no habrá Estado”. ¡Qué
cosas! ¿Habrá leído Hedges este libro de Lenin? Todo el mundo sabe que el
objetivo final de los comunistas es el mismo que el de los anarquistas:
destruir el Estado, pero el Estado como organización de la violencia, no el
Estado en tanto organización económica y
administrativa. Pero los comunistas se
diferencian claramente de los anarquistas en lo que afecta a cuándo y cómo
puede lograrse este objetivo estratégico. Y ese objetivo, la destrucción del
Estado como violencia organizada, queda muy pero que muy lejos, debe pasar aún
varios siglos. Por otra parte, hay que distinguir con claridad entre el sistema
de Estado y el sistema de Gobierno. Todos los sistemas de Estado son dictaduras
en la medida en que quieren conservar las condiciones económicas que convierten
a una determinada clase o a varias clases en dominantes. Mientras que el
sistema de gobierno nos indica si hay multipartidismo o no, si hay elecciones
libres o no, y si los tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial
están claramente separados y gozan de autonomía. La obra de Lenin “El Estado y
la revolución” fue un análisis hecho a toda prisa sobre el sistema de Estado y
no sobre el sistema de gobierno.
A continuación Hedges añade la siguiente afirmación:
“Pero Lenin en el poder, al igual que Leon Trotsky, fue un oportunista que hizo
una serie de promesas, como “todo el poder a las soviets”, que no tenía
intención de cumplir”. ¡Qué falta de cuerpo y argumentación teórica tiene esta
afirmación! Si llueve utilizo el paraguas; si no llueve, no lo utilizo. Quien
haya estudiado mínimamente la revolución soviética de 1917, sabrá que las cosas
ocurrían a una velocidad de vértigo; y que la consigna que hoy era válida,
mañana no lo era. Los soviets fueron al principio un poder al lado del poder
del Estado, pero una vez que los bolcheviques tomaron el poder, el poder se
concentraba en el Estado zarista heredado y no en los soviets. El Estado es el
ejército, la policía, la administración de justicia, la administración
económica, un sinfín de departamentos y miles de funcionarios, entre otras
cosas. Y todo esto no lo tenían los
soviets sino el Estado zarista heredado. Además, de acuerdo con la experiencia
socialista a lo largo ya de 100 años, la destrucción del Estado burgués y la
creación de un Estado nuevo socialista se presenta como muchísimo más complejo
de lo que a principios del siglo XX se pensaba. Pero la clave en la revolución
soviética fue que el Estado heredado por los bolcheviques no era un Estado
burgués desarrollado ni mucho menos un Estado mínimamente burgués: la huella
feudal era en ese entonces demasiado profunda y extensa.
Ahora Hedges nos relata todo lo que hizo “el malvado”
Lenin: “Empleó el terror político, arrestos generalizados y ejecuciones para
aplastar a los comités autónomos de soviets y trabajadores. Dirigió una élite
gobernante centralizada y autocrática. Criminalizó la disidencia, prohibió la
competencia entre los partidos políticos, sofocó la prensa e instituyó un
sistema de capitalismo de Estado que despojó a los trabajadores de su autonomía
y derechos”. Qué fácil es afirmar y cuán difícil es argumentar y analizar.
Primera pregunta: ¿Hay alguna guerra o revolución donde el terror no esté
presente? Respuesta: ninguna. ¿Hubo terror en la revolución soviética de 1917?
Pues sí. ¿Conoce Hedges alguna guerra desde
inicios del siglo XX hasta nuestros días donde no haya existido el terror? A
esta pregunta solo se puede responder con un no rotundo. ¿No sabe Hedges que la
revolución soviética de 1917 es uno de los frutos de la primera guerra mundial?
Si no lo sabe, debería saberlo. ¿No sabe Hedges que la revolución soviética fue
la primera revolución socialista en una de las naciones más atrasadas de Europa
donde ni tan siquiera se había producido una revolución burguesa? ¿No sabe
Hedges que la gran dificultad histórica de la revolución soviética estuvo en
que tendría que realizar las tareas históricas de la burguesía rusa ya que
ésta no las realizó? ¿Cómo puede Hedges hacer esas afirmaciones sin tener en cuenta
las condiciones históricas concretas que concurrían en la Rusia y la Europa de
1917? Muy fácil: porque analiza los
hechos desde fuera de la historia, desde la atalaya de la razón absoluta, que
como se sabe es ajena a las determinaciones históricas nacionales. Por último,
cuando habla del capitalismo de Estado cuanto menos debería hacer uso de
conceptos económicos. ¿No sabe Hedges que el capitalismo de Estado está mucho
más cerca del socialismo que la economía individual campesina que predominaba
en la Rusia de 1917? Pues, a tenor de lo dicho, no lo sabe.
Segundo fragmento de Hedges: En este segundo
fragmento abreviaré un poco para no cansar. Hedges dice que según Rosa
Luxemburg el líder de los bolcheviques, Vladimir Ilích, era enemigo del
socialismo democrático; y que según Mijaíl Bakunin los marxistas se proponían
reemplazar al capitalista por el burócrata. También Bakunin, según Hedges,
afirmó que la sociedad marxista no era más que el capitalismo bajo una
administración estatal centralizada y sería aún más opresivo. Y por último,
añade Hedges, que Noam Chomsky catalogó a Lenin de dictador, de desviarse a la
derecha y de contrarrevolucionario”. No
deja de asombrarme esta forma tan pobre y superficial de razonar. He tenido que
recurrir a un trabajo de Lenin titulado Los
partidos políticos en Rusia, perteneciente al Tomo XVIII de sus obras
completas y que cubre el periodo de marzo a noviembre de 1912. Trato con ello
de que el lector conozca algunos aspectos de la realidad rusa de aquel entonces
y sepa con fundamentos cómo evaluar el papel de Lenin en la historia. Hacer
afirmaciones, como hace Hedges, sin la más mínima ilustración histórica es puro
ideologismo. Lenin nos detalla cómo estaban representadas en la III Duma las distintas clases
en Rusia de 1912, qué partidos lo representaban y cuántos escaños tenían. De un
total de 437 escaños, los terratenientes tenían 268 escaños representados por
cinco partidos: Derecha, Nacionalistas, Nacionalistas independientes,
Octubristas de derecha y Octubristas. Uno de los principales partidos de los
que Lenin cataloga como derecha se llamaba Unión
del Pueblo Ruso. La burguesía tenía 115 escaños representados igualmente
por cinco partidos: Progresitas, Kadetes, Grupo polaco, Grupo polaco-bielorruso-lituano
y Grupo musulmán. La burguesía de izquierda tenía 14 escaños representado por
el Grupo Trudovique. Y la clase obrera tenía 13 diputados representado por el
Grupo socialdemócrata. El resto de los escaños, 27, estaba en manos de
Apartidistas. No hay que ser muy listo para saber que los terratenientes, que
querían mantener sus privilegios feudales, tenían la mayoría de los escaños; hecho político que pone de manifiesto el atraso económico, social y político de la Rusia de 1912.
En ese mismo texto teórico Lenin nos proporciona
algunas informaciones políticas, ideológicas y económicas que nos permiten representarnos la realidad de la Rusia de aquel entonces. Primera información: “El
programa de la Unión del Pueblo Ruso
repite, en la práctica, la vieja consigna de los tiempos de la
servidumbre: religión ortodoxa, autocracia y nacionalidad”. De hecho en el
programa de la Unión del Pueblo Ruso se afirma que dicho partido debe servir de
firme apoyo al trono del zar. Segunda afirmación: “En Rusia europea, menos de
30.000 terratenientes poseen 70.000.000 de desiatinas; lo mismo tienen
10.000.000 de familias campesina con las nadiel más pequeñas”. Añade Lenin que
cada campesino pobre tenía siete desiatinas por familia y hogar; y que era “muy
natural e inevitable que con semejante “nadiel” el campesino no pueda subsistir;
solo puede morirse poco a poco”. Tal vez Hedges sepa así lo que es el terror
económico. Tercera información: “Además, la
misma clase de terratenientes nobles proporciona al Estado la inmensa mayoría
de funcionarios altos y medios”.
Es obvio que cuando Bakunin afirmó que los marxistas
pretendían sustituir al capitalista por el burócrata, no sabía lo que decía.
¿Por qué? Porque, como afirmó y documentó Lenin, la inmensa mayoría de los funcionarios
altos y medios los proporcionaba la nobleza y no la burguesía. Si tenemos en
cuenta el poder representativo que tenían los terratenientes en la III Duma, es
obvio que el Estado de aquel entonces era mucho más feudal que capitalista. Los
burócratas se los encontraron los bolcheviques en el Estado que tomaron por las
armas. Y fueron estos burócratas los que terminaron por ganarle la batalla al
partido bolchevique y en todos los terrenos. En Rusia no hubo revolución burguesa;
pero no por culpa de los bolcheviques, sino por la debilidad de la burguesía
que no aplastó a la nobleza y a los terratenientes.
Por último, con respecto a la afirmación de Chomsky de que Lenin se
desvió a la derecha y que fue un dictador y un contrarrevolucionario, solo
puedo decir que hablar es muy fácil y hacer muy difícil. También creo que el
conocimiento del pensamiento de Vladimir Ilích por parte de estos pensadores es
muy pobre. Las obras completas de Lenin alcanzan los 42 tomos. Y en sus obras
se puede encontrar de todo. Se podrá estar en desacuerdo con sus concepciones,
pero era un líder que argumentaba y fundamentaba todas sus ideas.
Pero hagámonos una pequeña idea de la realidad que
vivió Lenin y de algunos hechos universales. Decía Marx que el comunismo -o el
socialismo- no se haría realidad si la revolución socialista no se producía de forma simultánea en
las naciones más avanzadas del mundo: Inglaterra, Francia, Alemania –y habría
que añadir EEUU. En estas naciones el factor subjetivo siempre ha estado
enormemente atrasado, nunca la clase obrera de estos países ha cumplido con su
misión histórica. Y han sido estas naciones las que más opresión, explotación y
terror han producido en el mundo. Y los intelectuales de estas naciones, y en especial los
intelectuales de izquierda, no se han sentido responsables de lo que han hecho
las sociedades a las que pertenecen. No tienen conciencia de su
corresponsabilidad en todo lo que hacen sus naciones, hablan como si vivieran
al margen de su propia sociedad y como si su razón fuera absoluta, libre de las determinaciones histórico-
nacionales. Decía Lenin en víspera de la revolución soviética de 1917 que
Alemania en su sentido económico estaba mucho más cerca del socialismo que
Rusia, pero también lo estaban Inglaterra y Francia. Pero en sentido político
Rusia estaba más cerca del socialismo que Alemania. En lo que se convirtió
Rusia durante y después de la revolución soviética de 1917 es fruto de esa
contradicción. Pensemos que la clase obrera en Rusia en 1917 era el 8 por
ciento de la población. ¿Cómo fue posible que con esa clase trabajadora tan
reducida el partido bolchevique logró hacerse con el poder del Estado? Con la
más feroz de las disciplinas y de las centralizaciones. Y a su cabeza el genial
Lenin, pero no solo Lenin, el partido bolchevique tenía numeroso cuadros
intelectualmente muy poderosos. Evaluar el papel histórico de Lenin al margen de
las condiciones históricas nacionales e internacionales que le tocó vivir es
puro idealismo. A mi juicio Vladimir Ilích Ulianov, tanto en el ámbito de la
teoría como en el ámbito de la práctica, es la figura política más grande del
siglo XX. Todavía los historiadores, politólogos e ideólogos deben hacer
justicia con él.
Ya me extrañó ver este artículo en Rebelión. No es malo si genera debate. Gracias por tu documentada respuesta, llena de datos irrefutables.
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