Empecemos por sacudirnos la cabeza con fuerza y
abandonemos las rigideces y las ideas fijas. Volvámonos mentalmente flexibles,
fluidos y adaptables. Permitamos que las transiciones y los matices entren en
el juego mental cuando nos manejamos con conceptos. Pensemos que nada es fijo
ni estático y que la abstracción, esto es, la idealización, predomina mucho más
de lo que nosotros creemos. Y también que la clave de la complejidad de las leyes del valor no está en su sustancia
sino en sus formas. Así que dejemos atrás el dogmatismo, tan dominante entre
los marxistas o en una buena mayoría de ellos. Nos encontramos en el capítulo
del dinero de la obra de Marx titulada Grundrisse
1857-1858 I, editado por Fondo de Cultura Económica
1985. Escucharemos a Marx en varias ocasiones y añadiremos algunos comentarios
y reflexiones.
1.
Habla
Marx. “El valor de las mercancías determinado por el tiempo de trabajo es solo su
valor medio. Es cierto que una media constituye una abstracción externa, ya que se trata del número medio obtenido a
base de una época entera; por ejemplo, una libra de café de un chelín
representa la media de los precios del café durante los últimos 25 años”.
Si atendemos a lo que dice Marx, nunca el valor de
una mercancía individual, que siempre será el valor de esa clase de mercancía
en un mercado determinado y en una fecha determinada, será el valor real.
Puesto que lo que llamamos valor real es un valor medio; y este valor medio lo
obtendremos al final del periodo temporal establecido. Siempre me ha
sorprendido que Marx al hablar del valor medio lo haga sobre periodos tan
largos; para el caso del café nada menos que 25 años. No sé cuál debería ser el
periodo adecuado para establecer el valor medio de cualquier artículo, lo que
si tengo claro es que debe ser de varios años. Por otro lado, subrayamos lo que
dice Marx: una media –y el valor es el valor medio– es una abstracción externa.
Cuando establecemos la media del valor
del café en España por cinco años, por ejemplo, los valores de cada día serán
en su mayoría superiores o inferiores al valor medio. Repetimos y fijamos la
idea: el valor de la mercancía es el valor medio correspondiente a un periodo
temporal determinado. Así que aviso para los dogmáticos: el valor real no es
una magnitud fija, sino una magnitud que no cesa de oscilar. ¿Por qué el valor no es
una magnitud fija sino una magnitud constantemente oscilante? Por muchas
razones: por una contracción de la oferta o de la demanda, por una mala
cosecha, o por lo que es más determinante: el aumento de la productividad del
trabajo que hace que el capital en todas sus modalidades, incluido entonces el
capital mercantil, se deprecie constantemente.
2.
Habla Marx: “El valor de mercado difiere
siempre de este valor medio de las mercancías. Es unas veces superior y
otras veces inferior a él. El valor de
mercado se refiere al valor real a través de sus constantes oscilaciones, y no
a través de la equivalencia a un tercero: es constantemente desigual a sí mismo (no constituye una identidad abstracta,
para hablar a la manera de Hegel, sino una constante negación de la negación;
es decir, se niega a sí mismo al negar el valor real)”.
Aclaremos primero la afirmación de Marx de que “el
valor de mercado se refiere al valor real no a través de la equivalencia a un
tercero”. He advertido en varias ocasiones que muchos marxistas y críticos de
Marx no respetan la fase teórica de El
Capital de la que están hablando, e introducen determinaciones que
corresponden, por ejemplo, a la fase 1 de El
Capital en su fase 48. Y después arguyen que Marx no se explicó bien o que
se contradice. En la tercera página de El
Capital Marx nos dice lo siguiente: “Tomemos ahora dos mercancías, por
ejemplo trigo y hierro. Sea cual fuere su relación de cambio, siempre se puede
representar por una ecuación en la cual una cantidad determinada de trigo se
equipara con una cantidad cualquiera de hierro, por ejemplo, 1 quarter de trigo
= 1 quintal de hierro. ¿Qué nos dice esta ecuación? Que en dos cosas
diferentes, en un quarter de trigo y en un quintal de hierro, existe algo de
común y de la misma magnitud. Por consiguiente, las dos son iguales a una tercera, que, en y de por sí, no es ni la
una ni la otra. Cada una de las dos debe ser reducible, en cuanto valor de
cambio, a la tercera”. Esta tercera cosa que no es ni el hierro ni el trigo es
el valor, esto es, el gasto de fuerza de trabajo humana sin tener en cuenta la
forma de su gasto. Así que cuando llevamos a cabo la igualdad de dos mercancías
con un tercero nos encontramos con la tarea teórica de demostrar que aspecto
las hace iguales y comparables cuantitativamente. Mientras que de lo que nos ocupamos aquí es
saber cómo ocurren las cosas en el mercado
y cómo afectan al valor. Y la contradicción aquí presente es la existente
entre el valor real y el valor de mercado.
El valor de mercado es el valor que tiene una
mercancía dada en un momento determinado en un lugar determinado. Una misma
mercancía puede tener un precio en una localidad y otro en otra. Pero la
variación de la que aquí hablamos se refiere al cambio en el valor de mercado
en el tiempo. El valor de mercado de cada clase de mercancías puede cambiar de
un día para otro, de una semana para otra, de un mes para otro y de un año para
otro. Marx nos advierte que “el valor de mercado se refiere al valor real a
través de sus constantes oscilaciones”. Antes hablábamos del valor real como un
valor medio, ahora hablamos del valor real como un valor en constantes
oscilaciones. Supongamos que la unidad de medida la hacemos en términos
sustanciales, esto es, en términos de horas de trabajo socialmente necesarias.
Podríamos decir, por ejemplo, que la mercancía en cuestión ha oscilado en más y
menos un 15 % durante cinco años. Si suponemos que la mercancía en cuestión
varía su valor de mercado cada tres meses y nunca retorna al precio originario,
tendríamos un total de 20 valores de mercados distintos. El valor de mercado
cada vez sería distinto al valor medio y la totalidad de los valores de mercado
expresarían las oscilaciones del valor real, esto es, del valor medio.
De este modo entenderemos que cada tres meses el
valor de mercado sea constantemente desigual a sí mismo y que continuamente
niegue el valor real. Si el valor real, esto es, el valor medio durante cinco
años, de la mercancía en cuestión es de 8 horas, el valor de mercado durante
los tres primeros meses podría ser de 6,80 horas, los siguientes tres meses
podría ser de 7,20 horas de trabajo, y así con cambios continuos cada tres
meses y durante cinco años. Y si hoy decimos que el valor de mercado de la
mercancía en cuestión es de 6,80 horas, estamos negando su valor real que es de
8 horas de trabajo; si en el primer trimestre del segundo año decimos que el
valor de mercado es de 8,70 horas de trabajo social medio, estamos negando su
valor real, que es de 8 horas de trabajo social medio.
Con lo dicho basta. Este trabajo trata de poner en
claro lo que significa realmente el pensamiento dialéctico, donde los matices y
la negación, esto es, la contradicción, forman parte de la realidad económica y
por tanto de los conceptos que la representan. Ya está bien de que en todo
momento que se hable de la teoría del valor de Marx solo se saque a relucir su
aspecto sustancial, esto es, el trabajo socialmente necesario, y no percibir y
representarse su rica y variada manifestación en la realidad. Y no nos olvidemos: es en el mercado donde los valores se hacen realidad
y donde brotan y se desarrollan nuevas contradicciones y movimientos; y desde
ese entonces nada parece que vuelve a ser lo mismo. Nada es fijo. Todo se mueve
y cambia.
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