Las personas, también el resto de los animales, solo podemos percibir lo que está presente. Con la percepción solo somos consciente de todo aquello que alcance nuestra vista, oído y olfato. El lenguaje, por el contrario, nos permite traer a conciencia las cosas que no están presentes e incluso las cosas que ya no existen. Con el lenguaje podemos traer a conciencia época remotas: como la vida de la Grecia clásica. En este sentido el lenguaje muestra su superioridad respecto de la percepción sensible.
Supongamos que una persona A está contemplando la
Catedral de Verona y le hace varias fotografías que envía a su círculo de
amistades. Aquí hay que observar dos cosas: una, que por medio de las fotografías
esa persona objetiva su percepción, la hace exterior; y dos, que su círculo de
amistades que ve las fotografías percibe el mismo objeto que dicha persona. Así
que por medio de las fotografías la percepción se hace exterior y pública. Y
esto ocurre casi de manera simultánea tanta para el perceptor como para el
círculo de amistades del perceptor.
Es cierto que la persona que hace la fotografía
tiene una percepción inmediata de la Catedral de Verona, mientras que su
círculo de amistades tiene una percepción mediata, a través de las fotografías.
Supongamos que una persona B que ha estado en Bruselas envía fotografías de
dicha ciudad a la persona A. Ahora aquello que en la persona B es una
percepción inmediata, en la persona A es una percepción mediata. Pero puede
suceder que al año siguiente la persona A viaje a Bruselas y la persona B viaje
a Verona. En este caso, la percepción medita que la persona B tenía de Verona
se transforma en percepción inmediata. Lo mismo le ocurriría a la persona A con
Bruselas. Así que las percepciones mediatas se pueden transformar en
percepciones inmediatas. (No entro a detallar todo lo que diferencia las
percepciones inmediatas de las mediatas, sino sencillamente a destacar la
diferencia esencial que existe entre inmediatez, vivir la experiencia en
primera persona, y mediatez, vivir la experiencia a través de fotografías).
Sigamos. Al cabo de tres meses la persona A visiona
en el ordenador las fotografías que hizo de Verona. Ahora lo que en su momento
fue una percepción inmediata se convierte en una percepción mediata. Lo mismo
le ocurre a la persona B con Bruselas si imita la experiencia de la persona A.
Antes vimos cómo la percepción mediata se transformaba en percepción inmediata;
y ahora vemos cómo la percepción inmediata se transforma en percepción mediata.
Vemos así que, gracias a la cantidad de fotografías que se hacen con los
dispositivos móviles, continuamente hay un transito de las percepciones
mediatas a las inmediatas y de las percepciones inmediatas a las mediatas. Como
quiera que sea, y si nos atenemos a la cantidad de fotografías y vídeos que una
persona ve por término medio en el transcurrir de su vida, consideremos un
periodo de un año, toda persona dispone de un arsenal enorme de percepciones
inmediatas y mediatas. Pero si nos atenemos al conocimiento que tiene del mundo
global, podríamos afirmar que el conocimiento mediato que tiene del mundo es
superior a su conocimiento inmediato.
De acuerdo con lo dicho, vemos cómo en la
actualidad, y sin recurrir al lenguaje, las personas superan los límites de su
percepción inmediata por medio de las percepciones mediatas. Podríamos hablar,
y sintonizando con la época que nos ha tocado vivir, que nos encontramos ante
la percepción globalizada.
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