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sábado, 24 de febrero de 2024

Ser fiel a sí mismo

 

El otro día oí una pequeña comunicación donde el ponente decía: ¿De qué se arrepienten los hombres cuando llegan a una mayoría de edad? De no haber dedicado más tiempo a su familia y haber dedicado mucho tiempo al trabajo? ¿Y las mujeres? De no haber sido fieles a sí mismas.


Dicen que las mujeres son las que más piensan sobre lo que piensan los demás sobre sí mismas. Pero hay hombres que también piensan así. Llegan hasta temer lo que el otro pueda pensar sobre sí mismos. Pero eso solo genera debilidad e inseguridad. Tu debilidad y tu inseguridad no está en ti mismo, sino en la forma en que te relacionas con los otros. No temas al otro. Deja que el otro actúe sobre ti. Pero tú debes hacer lo mismo: actuar sobre el otro. No dejes que el otro anule tus ilusiones. Si el otro no te sigue ni te alienta, no compartas con él tus esperanzas y deseos. Busca relaciones donde te afirmes y te impelen a actuar. No dudes tanto. El error es tan natural como el acierto. Si no cometes errores, no avanzarás. Quedarás estancado. Así que libérate.


Algunos creen que la fidelidad se plantea preferentemente en relación con el otro, pero no es así: la fidelidad debe plantearse preferentemente en relación con uno mismo. Uno debe ser preferentemente fiel a sí mismo: a lo que siente, a lo que padece, a lo que desea y a lo que quiere. En toda relación está el yo y está el otro. Y la conducta más sana y más rentable es aquella donde el yo ocupa el setenta por ciento y el otro el treinta por ciento. Pero hay personas que por haber vivido bajo rígidas prescripciones morales, el otro y los otros ocupan en su vida el papel mayoritario y hegemónico. Hasta el punto que cuando creen hablar en nombre de sí mismas, solo están hablando en nombre del otro, por medio del otro, con el sentir y el pensar del otro. Así que libérate. No se trata de si tienes razón o no la tienes, si tu conducta es la correcta o no lo es, sino sencillamente si eres tú. Lógicamente tú te haces en relación con los otros, pero debes en todas las ocasiones fortalecer y desarrollar tu yo.


Para desarrollar tu yo de forma óptima, debes ampliar tus relaciones sociales y ser más sensible a todo lo que te rodea. Deja que cada color ocupe su lugar. Solo así podrás diferenciarte y fortalecer tu personalidad. No busques en el otro el reflejo de ti mismo, puesto que así no sales de tu yo. Busca en el otro lo que hay de distinto a ti. Así tu mundo exterior se expande y tu yo se desarrolla. No quieras buscar en una sola relación todo lo que el mundo en su conjunto puede aportarte. Hay mil caminos y mil estilos. No se trata de que tu crees algo nuevo. Sigue el consejo de Borges: los arquetipos principales ya han sido creados. Ser un yo diferenciado no implica que eres único, sino que eres uno de un grupo diferenciado. Siempre serás un ser social. Luego todo lo que un tu yo parece genuino, solo es resultado de tu interacción social, la inmediata y la mediata. Lógicamente tendrás tu punto espiritual propio, pero eso no supones que seas un arquetipo nuevo, sino sencillamente un individuo de un arquetipo creado desde hace tiempo donde tu añades tu propio matiz y tus propios rasgos.


Pero tu yo no solo se hace ni preferentemente se hace en la concordia con los otros, sino en la lucha con ellos y contra ellos. Luchar no es matar y anular al otro, sino afirmarse e identificarse frente al otro. No dejes que las cosas pasen a tu lado y las mires con desconsuelo, sumérgete en los mundos de los otros, déjate llevar por su ineluctable fuerza. Porque para ser tú de forma genuina debes conocer al otro. Pero al otro solo se le conoce bien en la lucha. No cargues tus ilusiones de metas inalcanzables. No hagas grandes esfuerzos. Empieza siempre con lo poco y lo cercano. Cultiva la pequeñas voluntad, la de los pequeños esfuerzos, la de los pequeños logros. Solo así cambiarás de forma firme y avanzarás imparable. Se tú con los otros. Y no te olvides: también hay identidad de grupo. No creas que la identidad es un asunto individual. En el mundo hay grandes ríos: uno de ellos es el socialismo y otro el marxismo. Que cada cual elija su río y sus ríos. La identidad en los tiempos que corren se ha vuelto indispensable para el individuo, pero esto solo se logra en sociedad, con los otros, en medio de los otros, y en muchas ocasiones aunando fuerzas con los otros. Cosa distinta es saber quién son los otros con los que puedas aunar esfuerzos. Pero muchas veces los encuentra en las personas más insospechadas. Deja que hasta la más incultas de las personas te den lecciones. Libérate. Y liberarse hay que hacerlo algunas veces de los otros y otras veces de sí mismo. No es accidental ni ocasional que el principal opresor lo encuentres en ti mismo.

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