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viernes, 2 de febrero de 2024

Italo Calvino sobre Plinio

 

 

En su obra ¿Por qué leer los clásicos?, Italo Calvino dice sobre Plinio lo siguiente: “Expone con nítida evidencia el razonamiento más complejo extrayendo de él un sentimiento de armonía y de belleza”. Todos quisiéramos ser así: dominar los razonamientos complejos no simplificándolos, esto es, empobreciéndolos, sino porque nuestra visión de los hechos es muy nítida y clara; pero exponiendo las ideas con un sentimiento dominado por la armonía y la belleza.

Este objetivo, o la tendencia a este objetivo, se logra no por voluntad y disciplina, tampoco solo adquiriendo libros y encerrándose entre cuatro paredes, sino cambiando nuestro ser social, nuestra forma de estar en el mundo, nuestra integración en un mundo que no cesa de cambiar y modificarse. También deben dominar en nosotros las acciones sobre los pensamientos. No podemos demorar los objetivos y pensar las cosas más de lo que es pertinente y necesario. No podemos aceptar que nuestro mundo inmediato, que queremos cambiar, que consideramos necesario que cambie, siga igual. Y volver una y otra vez al inicio y desistir por falta de voluntad y garra. No debemos dejar que nuestro sentimiento, la atadura de nuestro corazón al otro, domine nuestra conciencia. No debemos demorar una y otra vez la persecución de nuestros objetivos. Debemos ser más prácticos. La luz solo se aviene a nosotros, el camino hacia la evidencia, si la acción domina sobre el pensamiento, si nuestra sensibilidad la educamos de tal modo que todas las fuerzas del mundo nos alcanzan.

Debemos ser cosmopolitas. Vivimos en un mundo global. No podemos vivir lo normal como si fuera extraordinario. No podemos estar al lado del otro y dejarlo como es en sí mismo. Siempre hay que luchar para cambiar al otro, aunque podamos equivocarnos. Solo si cambiamos al otro, nos cambiamos a nosotros mismos. No dediques tanto tiempo a los libros. No te escapes del mundo a través de ellos. Tus propósitos carecen de realidad o tienen muy poca realidad. Te mueves muy lento, Por eso siempre estás en ti mismo. Te cuesta horrores estar fuera de ti mismo. El mundo no te lleva en sus múltiples direcciones y no te dejas llevar por sus poderosas fuerzas y tendencias. Y eso se debe a que la naturaleza de tus relaciones te encierra y te aísla. El otro quiere vivir una vida encerrada y aislada. Es el camino que él ha elegido. Pero ¿qué te impide abrirte al mundo y vivir bajo la vorágine de sus tendencias y fuerzas? Solo tú mismo, tus sentimientos que te atan a ese mundo que reduce tus vivencias a la mínima expresión; de manera que cuando de vez en cuando sales de ese mundo, parece que estás descubriendo América -esto es una metáfora-, y apenas roza tu vida el camino de la normalidad. No hay nada de extraordinario en tu vida porque tu vida está desconectada de lo extraordinario que hay en el mundo.

Y sigue algunos principios, como el que nos aconseja Italo Calvino: hay que leer a los clásicos, esto es, releerlos. Pero tú una y otra vez te alimentas de textos que no son clásicos. Y lo que construyes sobre ellos inevitablemente tendrá claros déficits de calidad. Cuando leemos a los clásicos, por ejemplo, a Marx o Hegel, durante ese tiempo estaremos a un gran nivel teórico, estaremos recorriendo la realidad en toda su complejidad por el camino del rigor, la profundidad y la riqueza de contenidos. De manera que cuando nos pongamos a pensar por nosotros mismos, algo del pensamiento de los clásicos estará en nosotros. Ese es el camino. No titubees tanto. En tu conciencia no predominan los objetivos externos y, por consiguiente, el disfrute de los objetivos externos, no predomina en ti la sensibilidad práctico revolucionaria, sino hablar, hablar y hablar.

 

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