El señor X me dijo: Si yo hubiera dispuesto en su momento de conceptos arquitectónicos sobre las catedrales, como transepto, presbiterio, nave central y otros, mi percepción de la catedral de Lisboa hubiera sido más rica. De modo general podemos decir que la presencia de conceptos hace más inteligible la percepción. Pero yo creo que la cuestión debe plantearse en principio en los siguientes términos: ¿Cuál es tu mayor deficiencia en tu actividad consciente? A mi juicio la mayor deficiencia de la actividad consciente del señor X se encuentra en el ámbito de la sensibilidad y no en el ámbito de los conceptos. Si careces de las percepciones en las cantidades y calidades necesarias, los conceptos no pueden cumplir con su función de mediadores para volver más inteligible el mundo.
Reflexionemos un poco. Si
entre la percepción sensible y el objeto de la percepción ponemos muchos
conceptos con el objeto de volverla más inteligible, terminaremos por socavar
la esencia de la percepción, que no es otra que darnos el objeto con toda su
infinita riqueza. Con tantos conceptos, el objeto de la percepción termina casi
por desaparecer y en vez de una percepción sensible tendremos una percepción
abstracta, propia de los geómetras y de los matemáticos. A este respecto
siempre suelo recordar las palabras de Hegel sobre la certeza sensible
contenidas en su obra Fenomenología del espíritu: “El contenido concreto
de la certeza sensible hace que este se manifieste de un modo inmediato como el
conocimiento más rico e incluso como un conocimiento de riqueza infinita a la
que no es posible encontrar límite si vamos más allá en el espacio y el tiempo
en que se despliega, … Este conocimiento se manifiesta, además, como el más
verdadero, pues aún no ha dejado a un lado nada del objeto, sino que lo tiene
ante sí en toda su plenitud”. Esto es lo que proporciona la sensibilidad o la
certeza inmediata: un conocimiento de riqueza infinita y un conocimiento donde
el sujeto tiene ante sí el objeto en toda su plenitud. Y este mundo sensible es
el que dejan de lado todos aquellos que hacen del concepto la esencia suprema y
absoluta del conocimiento. En estos casos, cuando la presencia de los conceptos
para mediar la percepción supera los límites de lo razonable, los conceptos se
presentan como la negación de la sensación.
Sigamos. Los conceptos
solo existen objetivamente en forma de juicios y encadenamiento de juicios,
esto es, en forma de lenguaje. Si el señor X se alimenta preferentemente de
conceptos y textos literarios, su percepción visual la alimenta solo de grafos;
y como es muy dado a las conversaciones y al hablar, su percepción acústica
solo se alimenta de secuencias de fonemas. Su percepción sensible se va
separando progresivamente de las cosas hasta adoptar la forma predominante de
percepción sensible abstracta. Las cosas en toda su plenitud sensible dejan de
formar parte de su actividad consciente y apenas le producen impresiones. Sus
ojos pierden vivacidad, brillo y expresión. Y así su espíritu se vuelve esquelético.
Demos otro paso. Vivimos
en una sociedad de consumo. El turismo de masas adquirió un fuerte desarrollo
en el periodo 1950-1970. Y a partir de los años 80 y 90 los hoteles, con su
todo incluido, se volvieron la oferta alojativa preferente para los turistas.
Nosotros vivimos en Gran Canaria, una isla donde la actividad turística es el
motor económico. Los hoteles del sur de Gran Canaria se han vuelto un atractivo
de primer nivel, preferentemente en la zona de Costa Meloneras. Hay hoteles
impresionantes: Villa del Conde y el Riu Palace Oasis, por poner dos ejemplos.
El señor X nunca ha estado en ellos, teniendo poder adquisitivo para ello.
Pero, es más: jamás ha visto por internet imágenes de esos dos establecimientos
hoteleros. No lo motiva. No le interesa. No le entusiasma. Vivimos en un mundo
donde las imágenes ocupan un lugar predominante. Pero los ojos del señor X están
de espaldas a ese mundo. Puesto que los alimenta preferentemente de grafos y no
de imágenes. Y recordemos lo que decía Marx: la percepción del objeto crea la
necesidad del objeto. Y esto se puede lograr con el objeto presente o con
imágenes del objeto si no está presente. Y solo después de crearse la necesidad
del objeto, se desarrolla el interés por el objeto. Así que cuando el señor X
afirma que carece de interés por los hoteles, sencillamente es que no alimenta
sus ojos de imágenes y percepciones de los hoteles.
Continúo con los
ejemplos. Le dije a una mujer que estaba viendo imágenes del hotel Avenida
Palace de Lisboa. Se le iluminaron los ojos, y me dijo: es una preciosidad. Le
comenté que podíamos ir cinco días. Y ella me respondió: y diez. Yo no iré a
ese hotel. Es muy caro para mi poder adquisitivo. Pero esto no impidió que
cuando estuve en Lisboa me extasiara con su impresionante fachada y su esplendoroso
hall. Lo disfruté muchísimo. En internet podemos encontrar una sucinta
descripción arquitectónica del hotel: “El Hotel Avenida Palace en Lisboa
presenta una elegante arquitectura neoclásica y una decoración de lujo, combinando
la tradición con la innovación. Su diseño interior se inspira en los estilos
Louis XV, Louis XVI y Belle Epoque. Miré después en internet al arte decorativo
de Louis XV: “El arte decorativo del periodo Luis XV (1715-1774), también
conocido como estilo rococó, se caracteriza por la ligereza, las formas curvas,
la asimetría y la comodidad en los muebles”. Me dediqué después a ver imágenes
de los muebles y elementos decorativos de esa época. Después eché un vistazo a
lo que decía Internet sobre la Belle Epoque y di con Giovanni Boldini. Sus
retratos de mujer y su capacidad para reflejar la época en la que vivió me
encantaron. Vi decenas de retratos de mujer elegantemente vestida.
Con todo esto que he
descrito hasta aquí solo quiero poner en evidencia una cosa: la mayor deficiencia
del señor X es su escasa cultura en imágenes. De ahí que cuando pasea para el
mundo está más vuelto para sí mismo que para el mundo exterior. Su percepción
necesita con urgencia más impresiones sensibles y menos conceptos. Y a la
educación de la sensibilidad debe dedicársele el mismo tiempo e interés que a
la educación de los conceptos. Es un error pensar que la sensibilidad y los
rendimientos de la percepción sensible se obtienen sin esfuerzo, que solo
depende de la voluntad, o con solo estar ahí, paseando por las calles de tu
urbe. No es así: exige tanto esfuerzo y tanto tiempo como la educación conceptual.
Y una pequeña llamada de atención: tanto lenguaje, por muy excelso que sea,
puede volverte los ojos ciegos y los oídos sordos.
Y otra cosa. Pensar
significa, en parte, demorar las acciones. Por el contrario, las imágenes,
también en parte, significan motivar las acciones. Si en tu actividad
consciente el pensamiento representa el 80 por ciento y las imágenes un
escuálido 20 por ciento, la acción se demorará hasta el infinito. Siempre vivirás
en el lenguaje, convirtiéndolo, como decía Marx, en un reino independiente. La
representación predominará sobre la percepción. Y así el mundo sensible se
convierte en una sombra del mundo del lenguaje. La esencia la has cambiado de
lugar, del reino de la existencia al
reino del ser, y tú no te das cuenta o no eres consciente de ello.
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