Recomiendo al lector que lea previamente el artículo
de Vicenc Navarro titulado Las
consecuencias antidemocráticas de la concentración de la riqueza http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168126,
para que entienda mejor el sentido del mío. Lo que prueba Navarro en su
artículo es que las minorías concentran mayor riqueza en sus manos que las
mayorías; y que esta diferenciación se ha pronunciado en los último veinte
años. Como Navarro facilita los datos de forma copiosa, yo no los voy a
reproducir aquí. Solo digo que a veces tanto dato cansa y va en detrimento de
los conceptos. Sobre todo si ocurre que estos datos los facilitan muchos
autores y todos desde la misma óptica.
Les transcribo las siguientes palabras de Navarro: “¿Cómo
puede ser que la sociedad sea más rica y que en cambio los hijos vivirán peor
que sus padres? La respuesta a esta pregunta es que el crecimiento económico se
distribuye muy desigualmente, concentrándose en las rentas superiores, como
resultado de las políticas públicas que se han iniciado en la mayoría de los
países de Atlántico Norte. Estas políticas fueron iniciadas por el Presidente
Reagan en EEUU y por la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, en la década de los
ochenta del pasado siglo.”
Primera pregunta pertinente: ¿Ha habido alguna etapa
del desarrollo del capitalismo que no haya generado desigualdad? Creo que
ninguna. Luego la cuestión de la que tal vez se queje Navarro no es que haya desigualdad, sino de que
la desigualdad sea mayor hoy que hace treinta años. Pero la cuestión base no es si hay mayor o
menor desigualdad, sino si el capitalismo puede generar igualdad o pertenece a
su esencia generar desigualdad. Yo creo que el capitalismo no puede generar la
igualdad económica entre los hombres. Luego la cuestión no es si
accidentalmente hay ahora más desigualdad que hace veinte años y habría que
luchar para cambiar esta situación, sino la necesidad de acabar con las grandes
diferencias de riqueza entre los seres humanos. Y esto sucede desde que nació
el capitalismo. También las sociedades anteriores basadas en la explotación del
hombre por el hombre tenían la misma esencia: la diferencia profunda de riqueza
entre los seres humanos.
Segunda pregunta pertinente: ¿Es acertado situar en
la distribución el problema y la solución de las diferencias de riqueza entre
los ciudadanos? Ya Marx respondió en su momento a esta pregunta. El problema no
hay que buscarlo en la distribución, sino en la producción. Los medios de
producción, y entre ellos el dinero, están distribuidos de tal manera que son
las minorías sus propietarios, mientras que las mayorías están excluidos de
dicha propiedad. La principal causa de las diferencias de riqueza entre las personas
es la propiedad privada sobre los medios de producción, y en especial sobre el
dinero. La distribución de las rentas no es más que una consecuencia de la
distribución previa de los medios de producción. Aquí es donde Vicenc Navarro y
muchos otros reformistas se quedan cortos: no apuntan a la propiedad privada.
Y tercera pregunta pertinente: ¿Es la política la
causa de la situación económica o es la situación económica la causa de la
política? ¿Podemos por medio de la política cambiar la situación económica, en
lo que se refiere a la desigualdad, o debemos previamente cambiar las
relaciones económicas entre los ciudadanos para poder tener otra política?
Ilích Ulianov decía que la política es la expresión concentrada de la economía.
Luego la política de Reagan y de Thatcher en su momento no era más que la
expresión concentrada de los cambios que se habían producido en la economía,
donde los grandes imperios económicos eran cada vez más poderosos. Y este inmenso
poder, que se presenta como inmenso
poder del dinero, se manifestaba y se manifiesta en todos los planos de la
vida: no cabe en la razón el dinero que ganan los artistas, los cantantes, los
deportistas, los periodistas y los ejecutivos de las élites. La diferencia
profunda entre los seres humanos no es la existente entre el 1 por ciento de la
población y el resto, sino entre todos los sectores y capas sociales. El nivel
de riqueza de la ínfima minoría es tan desorbitado que enormes fortunas y
medianas fortunas parecen normales. Si el salario base se sitúa en 800 euros
mensuales, una persona que gane 50.000 euros mensuales es ya una exageración.
Luego la diferenciación social en lo que afecta a propiedad sobre la riqueza
abarca a la sociedad en su conjunto y no la exigua minoría del 1 %.
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