“La mercancía como valor de uso satisface una
necesidad específica y constituye un elemento particular de la riqueza
material. Pero el valor de la mercancía mide el grado de su fuerza de atracción
sobre todos los elementos de la riqueza material, o sea, la riqueza social de
su poseedor”. El Capital. Karl Marx.
Valor y dinero
El dinero es la figura acabada del valor, es el
valor en su fase más alta de desarrollo. El valor de uso de una mercancía nos
informa de las propiedades y de las utilidades que tiene su cuerpo, mientras
que el valor nos informa del trabajo social que cuesta producirla. Pero como
ninguna mercancía puede decir por sí misma lo que cuesta, necita de otra para
poderlo expresar. El valor de esta segunda mercancía que sirve para expresar el
valor de la primera se encuentra en dicha relación en forma de equivalente. Este equivalente se convierte en equivalente
general o dinero cuando para expresar el valor de todas las mercancías se
emplea una sola mercancía. Históricamente este papel lo desempeñó el oro.
Este papel universal del dinero oro lo expresa
Cristóbal Colón en los siguientes y elocuentes términos en su carta escrita
desde Jamaica en 1503 y que yo he tomado de El
Capital según la corrección efectuada por Fernández de Navarrete: “El oro
es excelentísimo: del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene, hace cuanto
quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso”. Este poder
universal del dinero oro puede expresarlo en la actualidad cualquier clase de
divisa sin necesidad de que sea oro. El enorme desarrollo del sistema de
crédito y la globalización han permitido el total enseñoramiento del dinero-signo
sobre todas las mercancías particulares, y muy especialmente sobre la mercancía
fuerza de trabajo. Desde que el dinero empezó a existir como capital en su
forma desarrollada, tanto en su forma D-M-D y mucho más en la forma D-D´, esto es, en la forma de
capital productor de interés, el dinero de ser simple medio se convirtió en el
señor y dios del universo, y ha sometido a todo el mundo a su implacable y
funesto poder.
En los Grundrisse
1857-1858 I, Marx dice que Sismondi
dijo lo siguiente: “El comercio ha separado la sombra del cuerpo y creado la
posibilidad de poseerlos separadamente”. Todas las metáforas tienen distintas
lecturas; pero no deben tomarse como si cada una negara a la otra, sino como
reflejos de distintos lados y fases de desarrollo de un objeto. Para que el
lector comprenda el significado de las palabras de Sismondi recurriré al lado y
fase de desarrollo del valor que a mi juicio resulta más fácil de entender.
Pensemos en una sociedad con un notable desarrollo de la producción mercantil y
donde el oro es la mercancía que funciona como dinero. Supongamos igualmente
que los nombres monetarios sean los nombres de la unidad de pesos. Así una
moneda de 10 gramos de oro se llamará 10 gramos. Y si tiene 5 gramos de oro se
llamará 5 gramos. Y supongamos, por último, que solo circulan estas dos clases
de monedas.
Debido al uso y a la falsificación, progresivamente
se irá produciendo una diferencia entre el nombre monetario y el peso real de
la moneda. Aunque la moneda diga por fuera 10 gramos, por dentro, por ejemplo,
solo tendrá 5 gramos de oro. Igual sucederá con la moneda de 5 gramos,
conservará su nombre monetario de 5 gramos pero en realidad, por ejemplo, solo
tendrá 2 gramos de oro. Aquí debemos observar dos cosas: primero que en el
comercio estas dos monedas funcionarán de acuerdo con su valor nominal y no de
acuerdo con su valor real. Y segundo que
se separa de este modo la sustancia del dinero de su función. Para que el
dinero cumpla con su función de medio de circulación no es necesario que tenga
ni un gramo de oro, basta con que lo represente. De ahí que el Estado terminará
por retirar de la circulación las monedas de oro y las sustituirá por símbolos
de ellas: en lugar de las monedas de 10 gramos de oro y de 5 gramos de oro
circularán monedas de bronce con un valor nominal de 10 gramos y de 5 gramos. Y aquí se cumple lo que dice
Marx en la Contribución a la crítica de
la Economía Política: el dinero papel o dinero metálico, el dinero cuyo
valor sólo es nominal, tiene valor porque circula, mientras que el dinero oro
circula porque tiene valor.
El valor es la sombra del
valor de uso
Aceptemos como válida la afirmación de Sismondi y
digamos que el valor es la sombra del valor de uso. En cualquier mercancía
particular el valor, la sombra, existe de forma inseparable del valor de uso,
el cuerpo. Pero también en el dinero oro ocurre lo mismo: su valor es
inseparable del valor de uso. Pero cuando el valor nominal del dinero oro se
separa de su valor real, por causa del uso y de la falsificación, el valor se
convierte en un signo y logra separarse definitivamente del valor de uso. Esa
moneda donde reza 10 gramos ya no es oro, es solo un representante suyo. Figura
como 10 gramos de oro pero no es oro. El valor en tanto signo, en tanto puro
valor nominal, se ha convertido en una sombra, pero con la ventaja de tener una
existencia independiente del valor de uso y poder poseerse, por lo tanto, de
forma independiente del valor de uso.
Mientras el dinero era oro, la moneda en tanto oro podía retirarse de la circulación,
fundirse y transformarse, por ejemplo, en una joya. El dinero oro no solo tenía
uso en la circulación, sino también en la producción y en el consumo. Pero
desde que el dinero oro fue sustituido por símbolos de sí mismo, estos símbolos
solo tienen utilidad en la circulación, fuera de ella no sirven para nada. Así
que la circulación ha logrado de este modo separar la sombra (el valor) del
cuerpo (el valor de uso). Esta separación del valor del valor de uso del dinero
implica por extensión la separación del valor de cualquier valor de uso. Ahora
todas las mercancías figuran como formas particulares de existencia del valor,
mientras que el dinero-símbolo existe como forma general del valor. Y bajo esta
forma se ha convertido, gracias al sistema de crédito, en una potencia
devoradora de seres humanos: la defensa del interés del dinero se sitúa por
encima de la necesidad que tiene todo ser humano de tener un puesto de trabajo:
la sombra termina por devorar al cuerpo creador de la riqueza.
Sombra y cuerpo
Entenderemos por sombra la proyección de un cuerpo
opaco sobre la superficie de otro cuerpo cuanto el primero intercepta los rayos
de luz. Esta proyección puede definirse como una imagen oscura donde solo se
detalla el contorno o silueta de un cuerpo. Por proyección se entiende, en
principio, el envío de rayos de luz de
un cuerpo sobre la superficie de otro
cuerpo. En este sentido la sombra no puede entenderse como la proyección de luz
de un cuerpo sobre la superficie de otro. Ya que el cuerpo no envía los rayos
que crean la sombra. Pero solo gracias a la luz es posible la existencia de las
sombras. Si no hubiera luz todo sería oscuridad y no habría sombras. Pero
cuando llega la luz, surgen las sombras. Luego en un segundo sentido entenderemos
por sombra la proyección oscura de un cuerpo sobre la superficie de otro sin que esto implique el envío de rayos
de luz del primero sobre el segundo. Si
quisiéramos evitar este doble sentido del término proyección, podríamos
entender también por sombra el área oscura que un cuerpo crea en la superficie
de otra al interceptar la luz. Pero como el lenguaje es como es y su uso es tan
flexible y tan variado en su sentido, seguiremos definiendo la sombra como la
proyección de un cuerpo sobre la superficie del otro, aunque en términos epistemológicos
hayamos forzado el concepto de proyección en un sentido que no le es propio.
En un principio observamos que no hay modo físico de
separar la sombra de un cuerpo del propio cuerpo. Si el cuerpo se mueve, la
sombra se mueve con él, es su eterno acompañante. No hay manera en principio de que la sombra de un
cuerpo se fije a la superficie donde existe como sombra. Pero pensándolo más
detenidamente parece que hay un camino para lograrlo. Con un lápiz de carbón
dibujamos el contorno de la sombra y su interior. Así cuando el cuerpo se
mueve, se llevará su sombra; pero ha quedado una copia de esta última sobre la
superficie del segundo cuerpo. Así que sí es posible separar la sombra de
cuerpo de su propio cuerpo. Pero mientras que la sombra que acompaña el cuerpo
es viva, sufre modificaciones y no para de saltar de un lugar a otro, la sombra
que hemos pintado en el suelo ha quedado fija y permanece inerte.
Pero los medios tecnológicos han avanzado tanto que
nos permiten superar este escollo: la inmovilidad y falta de vida de la sombra
que hemos fijado al suelo. Supongamos que utilizamos una cámara de vídeo y nos
dedicamos a hacer una película de la sombra proyectada por un cuerpo sobre la
superficie de otro cuerpo. Ahora no solo hemos logrado separar la sombra de un
cuerpo de su propio cuerpo, sino además hemos obtenido una sombra que se mueve
con independencia del cuerpo que la proyectó. La sombra se ha sustantivado y ha
cobrado vida. Esta independencia y sustantivación llegará a su punto
culminante, cuando por medio de un programa de ordenador podamos imprimirle a
la sombra unos movimientos regidos no por el cuerpo originario que la proyectó
sino por el programador. Llegó el momento del enseñoramiento de la sombra sobre
el cuerpo. La sombra además de haberse sustantivado ha adquirido una vida
autónoma plena.
Lo particular y lo
universal
Estoy paseando por la playa y mi sombra me acompaña
sobre la arena. Sé que es mi sombra y alguien que paseara conmigo podría
igualmente asegurar que se trata de mi sombra. Pero si a un tercero le
facilitáramos una fotografía de mi sombra, ¿sabría que soy yo? Pues no. En la
sombra se borra toda mi particularidad. Mi sombra solo informa de que se trata
de un hombre en general, e incluso no se podría determinar su edad: puede ser
la sombra de un hombre de 50, 40, 30 o 20 años. Vemos entonces que la
diferencia entre cuerpo y sombra se presenta como la diferencia entre lo
particular y lo general. Vemos igualmente que la abstracción no solo es obra de
la mente humana sino de fuerzas naturales que carecen de conciencia. Y vemos
también por último que lo universal tampoco es una producción exclusiva de la
mente teórica de un ser humano, sino también una manifestación espontánea de la
naturaleza. Es la propia naturaleza quien al crear lo universal produce la
diferencia entre lo particular y lo universal.
En el ámbito de la economía el valor de uso
representa lo particular y el valor, sobre todo en su forma dinero, representa
lo universal. Toda mercancía particular tiene que transformarse en la mercancía
general, esto es, en dinero; pero no
siempre lo logra. Mientras que la mercancía general puede transformase en
cualquier mercancía particular; y esto siempre lo logra si se da en la cantidad
necesaria, esto es, en la cantidad que indica el precio de la mercancía
particular. Con el valor de uso de la mercancía satisfacemos una necesidad
particular, mientras que con el dinero podemos satisfacer cualquier necesidad:
es el representante universal de la riqueza.
El capital productor de
interés o la sombra con vida propia
Nunca como en esta crisis la gente corriente había
adquirido tantos conocimientos de aspectos fundamentales del capital
financiero. Y nunca como en esta crisis hemos sabido del enseñoramiento del
poder financiero sobre las economías de las empresas y de las familias. No
terminamos por explicarnos cómo en tiempo de crisis los propietarios del
capital monetario ganen más que en tiempos de crecimiento y desarrollo. La
deuda soberana es la manifestación más evidente de que los Estados han caído en
manos de la avaricia e inmundicia de los dueños del dinero; y esta
circunstancia se hace más palpable en épocas de dura crisis. El dinero que
compra deuda soberana en época de crisis es la sombra que se ha adueñado de la
luz del mundo: de la sanidad, de la educación, de los salarios y del
crecimiento económico.
Volvíamos de La Provenza, el día plenamente soleado. Me adjudicaron un asiento al lado de una ventanilla, desde donde podía apreciar el inmenso Mediterráneo; vi una mancha abstracta que me pareció ser petróleo flotando en el agua del mar. Pero la mancha nunca cambiaba de posición con respecto a la que yo tenía. Sin embargo, movía constantemente su posición con respecto al rompiente de las olas y en relación a un barco que por allí transitaba. Pronto deduje que se trataba de la sombra del avión en el que viajabamos, y el contorno de aquella mancha oscura se me empezó a parecer a la figura de un avión. Tras comenzar la maniobra de aproximación para el aterrizaje la figura de la sombra fue cada vez más nítida y determinada, parecida a la de cualquier avión. Cuando llegamos al destino final, volví a mirar por la ventanilla buscando la misma sombra, pero ya sólo podía ver una parte que proyectaba un ala. En ella nunca podría haber identificado un avión, pero sabía con absoluta certeza que la sombra que veía era parte de la sombra de aquel medio que nos había transportado a Barcelona.
ResponderEliminarNo sólo por casualidad, durante aquel trayecto leía La Lógica de G. W. F. Hegel. Casualmente también transitaba por este pasaje que ahora paso a transcribir:
“Hay también una especie de poltronería que viene a oponerse al conocimiento de la verdad. El espíritu indolente es naturalmente llevado a pensar que la filosofía no debe ser tomada en serio. Se sigue aprendiendo la lógica, pero ésta debe dejarnos tales como somos. Se imagina que, al elevarse por encima del círculo de las representaciones ordinarias, se pierde uno en una región peligrosa, y se confía a un océano en que se es azotado en todos sentidos por las olas del pensamiento y que, después de todo, se vuelve a las arenosas playas de las cosas de este mundo, que se ha abandonado por nada absolutamente. El mundo nos enseña lo que da de sí este modo de ver. Se puede llegar a ser hábil, adquirir un gran número de conocimientos y la rutina de una profesión y procurarse una educación para alcanzar los propios fines particulares. Pero es otra cosa moldear el propio espíritu para su fin más alto y trabajar por realizarle. Esperemos que la juventud de nuestro tiempo estará animada del deseo de algo mejor, y que no quedará satisfecha con un saber superficial, con la sombra del verdadero saber.”
Los jóvenes de hoy tienen gran dificultad para alcanzar sus fines particulares. El paro juvenil es extremadamente alto. Y si los jóvenes no pueden satisfacer sus necesidades más básicas es difícil que puedan alcanzar un pleno desarrollo de la individualidad. Sólo en una sociedad donde el trabajo se convierta en el verdadero Dios, esa necesidad eterna para el hombre, los jóvenes quedaran satisfechos con el verdadero saber.
Saludos.
Jerónimo Artiles.