No tengo tiempo para reflexionar sobre esta cita,
pero me ha resultado tan poderosa y con tal contenido revolucionario que no me
he podido resistir a transcribirla para disfrute de todos. Está contenida al
inicio de la sección dedicada a los sofistas. Iba a por Protágoras motivado por
el comentario de Fidel Herrero en el trabajo “El hombre crea también según las
leyes de la belleza (2)”; pero como me gusta empezar todo lo que estudio desde
las primeras ideas, me he detenido en esta cita que paso ya a transcribirles:
“El concepto que la razón había descubierto en Anaxágoras como la esencia es lo simple
negativo, en lo que se hunde toda determinabilidad, todo lo que es y todo lo
individual. Nada puede mantenerse ante el concepto, ya que el concepto es lo
absoluto exento de todo predicado, para el que todo es pura y simplemente un
momento; para él no existe, por tanto, digámoslo así, nada firme ni fijo. El
concepto es, cabalmente, esta transitoriedad fluyente de Heráclito, este
movimiento, esta causticidad a la que nada puede resistirse. Por tanto, el
concepto, que se encuentra a sí mismo, se encuentra como el poder absoluto ante
el cual todo desaparece; y, con ello, se tornan fluidas todas las cosas, se
fluidifica todo lo existente, todo lo que se tenía por sólido y firme. Lo que
se reputaba firme –ya se trate de la firmeza del ser natural o de la firmeza de
determinados conceptos, principios, costumbres y leyes –vacila y pierde su
estabilidad”.
Subrayemos y acentuemos lo que dice Hegel sobre el
concepto:
En el concepto se hunde todo, en especial la
sensibilidad y la individualidad. Nada puede mantenerse ante el concepto. Para
el concepto todo es un momento. Para el concepto no existe nada firme ni fijo. El
concepto es la transitoriedad fluyente de Heráclito. El concepto es esta
causticidad a la que nada puede resistirse: lo quema todo. En el concepto todo
desaparece. En el concepto todo lo que se tenía por sólido y firme se
fluidifica. Ante el concepto todo lo que se reputaba firme, vacila y pierde su
estabilidad.
Aquí el concepto se concibe como la revolución:
acaba con todo lo que se considera firme y sólido, fluidifica todo lo
existente; y todo lo que se reputaba firme, vacila y pierde su estabilidad.
¡Maravilloso, Hegel! ¡Pura dialéctica!
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