Les transcribo unas palabras de Marx contenidas en
el primero de los Manuscritos de Economía y Filosofía, página 112 según la
edición 1980 de Alianza Editorial:
“El animal forma únicamente según la necesidad y la
medida de la especie a la que pertenece, mientras que el hombre sabe
producir según la medida de cualquier
especie y sabe siempre imponer al objeto la medida que le es inherente; por
ello el hombre crea también según las leyes de la belleza”.
Me fijo en el concepto de medida y aprecio su
importancia para la Estética. No digo que la belleza se reduzca a la medida ni
que sea la medida su único concepto, pero sí es un concepto fundamental. Me
fijo después en que cada especie tiene su medida. Pienso en los nidos de los
pájaros y en su medida. Aprecio su belleza. Añado a su medida su forma. Ahora
pienso en la primera superioridad del ser humano respecto a los animales: sabe
producir según la medida de cualquier especie. Esto le da al ser humano su aíre
imponente de universalidad. Pienso luego en su segunda superioridad: sabe
siempre imponer al objeto la medida que le es inherente. El ser humano se
vuelve objeto de alabanza y admiración. Se vuelve dios. Es el más grande de los
creadores que habita en la tierra y en el universo.
He hablado de la estética de las cosas y de la
medida que es inherente a los objetos. Pero los propios seres humanos y sus
relaciones mutuas también deben ser objeto de las leyes de la belleza. Luego
deberían estar sometidos a la medida que les es inherente. Pero en el terrero
de la construcción de las relaciones sociales se abre paso la fealdad: lo
desmedido y lo desproporcionado. Hay seres humanos que viven con tan poco,
están tan sometido a las medidas pequeñas, que no llegan a vivir siquiera como
seres humanos. Y mueren. Son la enorme fealdad. Y a su lado hay otros seres
humanos que viven con desproporcionada riqueza, viven enajenados en el exceso y
el derroche, viven sometidos al humor y al capricho. Son víctimas de la codicia
y representan una fealdad aún peor que la que representan los seres
deshumanizados por las necesidades insatisfechas.
Eso es el capitalismo: la construcción de las
relaciones sociales según el principio de la fealdad: la desproporción y la
desmedida. Y esto debería ser el socialismo: la construcción de las relaciones
sociales según el principio de la belleza: la medida que le es inherente a la
vida humana.
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