Cuando observo el estilo político de Ada Colau y
Pablo Iglesias, me retrotraen 40 años atrás, a la época del predominio del
socialismo soviético, donde los trabajadores eran sacrificados en aras de un
vertiginoso y colosal desarrollo de las fuerzas productivas, donde la industria
pesada estaba hipertrofiada y la industria ligera tenía un escaso desarrollo. Me recuerda el estilo asceta de los dirigentes
comunistas, donde en la vestimenta estaba ausente el color y se comía de forma
frugal. Se hablaba siempre en aquel entonces, bajo la égida de los partidos de
extrema izquierda, desde el punto de vista de la pobreza. Y de hecho a un
trabajador que le fuera bien, que tuviera un buen sueldo, una buena casa y un
buen coche, se le tildaba de burgués. Se presentan las cosas como si comunista
y riqueza fueran antagónicos. Se vivía bajo la más atroz enajenación ideológica.
El interés general atrofiaba y asfixiaba el interés individual. Supe leyendo la
revista Beijing Informa que Deng Xiaoping, impulsor de un socialismo rico,
vivía en un pequeño apartamento y barría todos los días la acera de su casa.
Todo eso quedó atrás. El dirigente chino enterró lo que en su estilo de vida
todavía quedaban huellas: el socialismo pobre.
Ada Colau ha anunciado que cobrará 14 pagas de 2.200
euros en su calidad de alcaldesa de la ciudad de Barcelona, destacando que esa suma de dinero será el tope
salarial de todos los que formen parte de su equipo de gobierno. Como era de
prever ya está cosechando las primeras consecuencias de su medida: muchos
profesionales se han negado a participar en su gobierno con un sueldo tan bajo.
El líder de Podemos, en un claro gesto
populista y de bajeza moral, le ha exigido a García Page, candidato a presidir
el gobierno de Castilla-La Mancha, que se baje el sueldo. Y eso que Podemos tiene un solo parlamentario
electo en dicha comunidad. Sigue siendo Pablo Iglesias muy soberbio y Podemos muy poco democrático.
¿Quiénes son Ada Colau y Pablo Iglesias para decidir
los topes salariales que deben ganar los políticos? ¿No se presentan Barcelona
en Comú y Podemos como fuerzas que quieren regenerar la democracia? Si es así,
si pretenden regenerar la democracia y hacerla más verdadera, entonces el tope
salarial debe ser decidido por todos los partidos con representación parlamentaria.
Siempre dicen que debe hablar y decidir la gente, pero por lo que se ve ellos
creen que son los verdaderos intérpretes de la gente. O tal vez sea que ellos
piensen que la gente son solo los pobres, a quienes como muy bien apunta
Confucio les resulta muy difícil vivir sin resentimiento. Una cosa es hablar en
defensa de los pobres, otra hablar como si la clase trabajadora o “la gente”
fuera toda pobre. De todos modos, el problema de establecer un salario máximo
debería ser reflexionado de manera más profunda y pidiendo el concurso de
personas más preparadas y más sesudas. La actitud de Ada Colau y Pablo Iglesias
es parecida al del empresario que quiere decidir de forma unilateral y en
función de la razón económica abstracta cuánto deben ganar los trabajadores.
Yo he propuesto en varios artículos y desde hace
muchos años que se debería establecer un tope máximo no al salario sino al
ingreso personal. Puesto que no hay solo rentas de trabajo sino rentas de
capital. Creo que a Ada Colau y a Pablo Iglesias les falta pensar con
conceptos. Y en este asunto no hay mejor opción que recurrir a Marx y en
especial a su teoría del valor. El principio socialista inspirado en la teoría
de Marx reza que cada cual debe ganar según su trabajo. Pero no todos los
trabajos son iguales, los hay de mayor calidad y responsabilidad que otros. Las
diferencias salariales no deben establecerse por imposición y de forma
arbitraria, como pretenden Ada Colau y Pablo Iglesias, sino atendiendo a
razones históricas y morales. Así lo manifiesta Marx en la sección de El Capital titulada Compra y venta de la fuerza de trabajo: “En contraste con las otras
mercancías, la determinación del valor de la fuerza de trabajo contiene, pues,
un elemento histórico y moral”. Y si la determinación del valor de la fuerza de
trabajo contiene un elemento histórico y moral, también debe contenerlo las
diferencias salariales. Lo primero que salta a la vista, por injusto y
unilateral, es que la normativa respecto a las
diferencias salariales no debe establecerse en exclusividad en
referencia a los políticos. Y en segundo lugar y atendiendo a la historia las
diferencias máximas a mi juicio pueden rondar los 50.000 euros mensuales o más.
De hecho hay una buena parte de periodistas que se alinean o simpatizan con Podemos que ganan más de 20.000 euros
mensuales. Creo que lo adecuado sería abrir un debate sobre los ingresos, y
entre todos y de acuerdo con la historia y la moral establecer el nivel de las
diferencias de ingresos, el tope máximo de ingreso y el tope máximo de
patrimonio.
La segunda cuestión importante en la teoría del
valor es que son los trabajadores quienes crean el valor. Y trabajadores
son todos los que realizan una función
de trabajo, incluidos los directivos, gerentes y empresarios. Siempre hay que
diferenciar lo que gana una persona en concepto de trabajo de lo que gana en
concepto de propietario. Durante una parte de la jornada laboral los
trabajadores producen el trabajo necesario, esto es, el salario, y durante la
otra crean el plustrabajo o el plusvalor. Dentro del plusvalor se contienen las
siguientes partidas: beneficio o dividendo, interés, renta del suelo e impuestos. (La renta del suelo es una parte
del alquiler). Hay que tener en cuenta que bajo el concepto de salario se
esconde en muchas ocasiones plusvalor. Esto sucede con los altos salarios de
los ejecutivos o con los altos ingresos de los futbolistas. El problema siempre
está en quién se queda con el plusvalor generado por toda la sociedad y en qué
proporción. Cuanto más grande sea el plusvalor, mejor. Pero hay que saber qué
destino se le da. Puede servir para reducir la jornada laboral, para aumentar
los sueldos y para mejorar las prestaciones sociales, esto es, para fortalecer
el sector público de la economía.
¿Por qué la política sobre los sueldos de Ada Colau y
Pablo Iglesias es socialismo reaccionario? Porque apunta contra el trabajo y no
contra el capital. Porque dichos líderes políticos no luchan para que los bajos
salarios suban, sino para que los salarios altos bajen. Esa política debe
satisfacer a muchísimos capitalistas. Si Ada Colau gana 2.200 euros siendo
alcaldesa de una de las grandes ciudades europeas, ¿por qué ha de ganar un
director de administración 3.000 o 5.000 euros al mes? Los capitalistas argumentarán
que tras el recorte salarial de Ada Colau, lo mejor para la economía será bajar
los sueldos de todos los trabajadores cualificados hasta los 2.200 euros. Y si
no fuera así, si Ada Colau argumentara que su política solo tiene validez y
sentido para los empleados públicos y no para los empleados de las empresas
privadas, confirmaría aún más que su política de sueldos es la del socialismo
reaccionario. Se estaría de acuerdo con la concepción de que la economía
privada pertenece a un mundo y la economía pública a otro, se fortalecería la
idea de los neoliberales de preservar a la economía privada frente a la
economía pública. Esto es, en la esfera de la economía privada se puede ganar
lo que se quiera, mientras que en la esfera de la economía pública los salarios
deben ser bajos o moderados. Pertenece a la esencia de la ideología neoliberal
generar un abismo entre la economía pública y la economía privada, como si
pertenecieran a dos mundos distintos con códigos éticos distintos. Un marxista,
ayudado por la teoría del valor, sabe
que una gran parte del valor generado por la economía privada es social, aunque apropiado de forma privada. Sabe
también que el capital social de la mayoría de las empresas es plusvalor
capitalizado. Y también sabe que las empresas utilizan los ahorros sociales en
forma de préstamos para acometer sus aventuras empresariales. Así que no existe
un abismo entre la economía privada y la economía pública, sino mediación e
interdependencia. Lo social es el
concepto que abarca, que une, lo privado con lo público. La concepción de lo
público y de lo privado como dos mundos distintos con códigos éticos distintos
es metafísica y es un ideograma del neoliberalismo y del socialismo
reaccionario.
Hay otro aspecto muy criticable en las políticas
salariales de Ada Colau y Pablo Iglesias. Resulta que las personas que
representan el interés general, los políticos, deben en material salarial estar
por debajo de las personas que solo se preocupan de su interés particular. Si
Ada Colau hubiera anunciado que el Ayuntamiento de Barcelona tomaría medidas
impositivas contra los desorbitados sueldos de los futbolistas y contra toda
clase de ingresos del Futbol Club Barcelona, entonces uno se alegraría porque
estaría apuntando contra el capital. Si hubiera dicho que haría público los
ingresos desorbitados que ganan los capitalistas en Barcelona y mostraría la
injusticia que eso representa, entonces uno se alegraría porque apuntaría
contra el capital. Si hubiera dicho que tomaría medidas contra todos los
ingresos provenientes de la compra de deuda pública de países en situación de
riesgo como Grecia, donde los intereses son desorbitados, entonces uno se
hubiera alegrado porque estaría apuntando contra el capital. Pero no ha sido
así: nada más llegar al poder ha tomado medidas contra el trabajo, aunque sea
contra el trabajo de alcalde. Ella debería cobrar lo mismo que Trías. Y a nivel
personal, sin hacer publicidad de ello y si quiere, que reparta el excedente sobre 2.200 euros entre
los pobres o entre sus seres queridos.
Estimado Sr. Umpiérrez:
ResponderEliminarEn primer lugar agradecerle sus reflexiones en el blog. Creo que estamos dentro de la misma trinchera, pero dentro de ésta, podemos tener nuestras diferencias.
Estoy de acuerdo con usted al hacer hincapié en el socialismo rico vs socialismo pobre y en la cuestión sobre los ingresos máximos (vs. salarios) y reducir diferencias desde abajo (habría más plusvalía a capitalizar forzadamente). Si bien quisiera plantear una reflexión.
Yo diría que, normalmente (no siempre), si es de forma consciente, se defienden los intereses de una determinada clase social cuando se pertenece a ella (quiero decir, la burguesía hizo la revolución burguesa y es tarea de la clase trabajadora la construcción del socialismo-comunismo partiendo del régimen capitalista de producción...) y entiendo perfectamente, incluso de "buen agrado", que un capitalista defienda el capitalismo con actitud reaccionaria.
De esta manera, creo que un trabajador asalariado del sector legislativo y/o ejecutivo podrá defender los intereses de los asalariados, autónomos sin asalariados y autónomos con 1 – 10 asalariados (micropyme), pensionistas, incluyendo baja, media y alta cualificación, de ingresos bajos-medios (Digamos, menor o igual a 35.000 euros brutos anuales, ¿en torno al 70 % de la población?) si efectivamente es uno de ellos (sea autoimposición y/o presión popular). No veo a una persona, propietaria de una empresa de transportes de viajeros, con 50-60 asalariados, con ingresos medios de la empresa (trabajo + propiedad) de 70.000 euros netos anuales, que alquila dos viviendas, con dos planes de pensiones privados, con 150.000 euros en fondos de inversión... defendiendo mis intereses de clase. O a un asalariado cualificado de 80.000 euros al año, probablemente aburguesado y posiblemente, con intensiones y posibilidades de incrementar sus ingresos por otras vías que no son fruto de su propio trabajo.
Quizás, el debate de tope máximo de ingresos y patrimonio en el sector legislativo/ejecutivo sea un primer paso. Y previo a éste, decirle a la mayoría social (clases sociales favorecidas por el socialismo), de manera unilateral: ganaré similar a vosotros, sea una base, un paso para "conscienciar". El siguiente paso será por nuestra parte, ganarás más, si nosotros ganamos más. Y así, hasta llegar al debate completo que comentas.
Yo creo que no habría problema de demanda, sería cuestión de plantear la oferta.
Perdón por extenderme o explicarme mal. Solo quiero decir: mis intereses de clase serán defendidos por miembros de mi propia clase, con mis mismos o similares intereses de clase.
Un cordial saludo.
Pablo.
P.D.: comparto su visión y críticas, constructivas, a Podemos y demás.