Llamo espíritu a la totalidad de mi ser en tanto
sentiente y pensante. Incluyo dentro del espíritu mi forma de ser, mi práctica
social fundamentalmente en el trabajo de dirección y organización de empresa,
mi corazón, mi estómago, mis sensaciones, mis pensamientos, y un largo
etcétera. La inteligencia no es una potencia aislada del resto de las funciones
psicológicas superiores y de los distintos estados y potencias espirituales,
sino una potencia interconectada con los intereses, con las pasiones, con las
emociones, … No se trata solo de educar la mente en determinados libros y
textos teóricos, sino también de cómo sientes y vives el mundo. También por
supuesto de cómo educas tu mente. Una persona muy emotiva sufre por el mundo,
pero también graba los hechos del mundo de un modo más profundo que una persona
poco emotiva. Así que la memoria depende en su poder de las emociones.
Hay que saber cómo está uno en el mundo. Yo estoy
continuamente conectado con los medios de comunicación de masas. Estoy
pendiente de toda clase de noticias, tengan que ver con la riqueza y la
pobreza, con la ciencia y la política, o con la economía y la cultura. No dejo pasar nada a lo que no dedique un poco de atención:
también a los viajes, a la moda, a los famosos, a la alimentación,... El
pensamiento filosófico tiene el rasgo de que es un pensamiento que debe
abarcarlo todo. Pero evito perderme. En todo lo que mi percepción se detiene,
el concepto viene en su ayuda. La visión
de conjunto y el pensamiento de fondo siempre está solícito y presto en todo
aquello que ocupe mi mente. Ayer mismo vi la película Sicario. Durante la noche y en el día de hoy no he dejado de pensar
en ella. Reflexiono sobre su argumento, sobre los distintos puntos de vista que
aporta cada personaje, y sobre el mal y el bien que hay en los acontecimientos.
No se me olvida la imagen de Juárez y sus fuegos artificiales: explosiones,
disparos y las luces de las sirenas de los coches de la policía. No ceso de alimentar mi espíritu y de
alegrarme y entristecerme con el mundo. Todo me puede quitar el sueño. Me
afecta sin duda a la salud, pero es mi sino. Soy de comportamiento social un
solitario. De ahí que no cese de pensar.
No descuido nunca mi educación teórica. Siempre
estoy estudiando clásicos. En la actualidad estudiamos en el Cekam la obra de
Engels titulada Ludwig Feuerbach y el fin
de la filosofía clásica alemana. He extraído ideas importantes. O mejor: he
madurado y desarrollado ideas que ya conocía. He ideado algunos artículos,
aunque no los haya escrito. Por mi cuenta estoy estudiando Sobre la naturaleza de los dioses de Cicerón. Le estoy sacando
muchísimo partido. Cultivo nuevas categorías o nuevos sentidos a categorías que
ya conocía. Cultivo la argumentación filosófica. Y mejoro mi fondo léxico y el
arte de la sintaxis. Al estudiar este libro me tropiezo con ideas como la que
sigue: “Pues, según decías, Cleantes piensa que la noción de los dioses se ha
conformado de cuatro modos en el espíritu de los hombres”. Voy raudo a buscar
en internet quién es Cleantes. De ahí llego a Diógenes Laercio y su obra Vidas, opiniones y sentencias de los
filósofos más ilustres. Ya he leído algunos fragmentos de esta obra en
internet y se ha inflamado mi espíritu. El lunes llamaré a la librería para
hacerme con ese libro. Aumento de forma regular mi biblioteca, de clásicos
preferentemente. Pero tengo en vista estudiar a partir de mayo una de las obras
de Shakespeare más insignes: Hamlet.
Sé que voy a disfrutar y a aprender muchísimo de esa obra literaria. De
Shakespeare solo conozco una obra: Sueño
de una noche de verano. Pero mañana mismo, después de leer hoy en El País que las multinacionales avivan
el alquiler de casas de lujo y que las firmas que crean aplicaciones irrumpen
con fuerza en el sector bancario, sé que debo dedicarle un tiempo a ese hecho
económico. Nada se me puede escapar. Tengo que estar al día. Así que la
educación y formación del espíritu, al menos en mi caso, incluye muchos
propósitos y tareas.
Por último, un aspecto importante de mi psicología. Huyo de la autocomplacencia y
de la autosuficiencia. Siempre veo lagunas en mi formación: tanto en el fondo
de conocimiento como en la forma lógica teórica.
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