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domingo, 13 de marzo de 2016

La formación de mi espíritu



(Dedicado a Ramón Galán)



Llamo espíritu a la totalidad de mi ser en tanto sentiente y pensante. Incluyo dentro del espíritu mi forma de ser, mi práctica social fundamentalmente en el trabajo de dirección y organización de empresa, mi corazón, mi estómago, mis sensaciones, mis pensamientos, y un largo etcétera. La inteligencia no es una potencia aislada del resto de las funciones psicológicas superiores y de los distintos estados y potencias espirituales, sino una potencia interconectada con los intereses, con las pasiones, con las emociones, … No se trata solo de educar la mente en determinados libros y textos teóricos, sino también de cómo sientes y vives el mundo. También por supuesto de cómo educas tu mente. Una persona muy emotiva sufre por el mundo, pero también graba los hechos del mundo de un modo más profundo que una persona poco emotiva. Así que la memoria depende en su poder de las emociones.

Hay que saber cómo está uno en el mundo. Yo estoy continuamente conectado con los medios de comunicación de masas. Estoy pendiente de toda clase de noticias, tengan que ver con la riqueza y la pobreza, con la ciencia y la política, o con la economía y la cultura. No dejo  pasar nada a lo que no dedique un poco de atención: también a los viajes, a la moda, a los famosos, a la alimentación,... El pensamiento filosófico tiene el rasgo de que es un pensamiento que debe abarcarlo todo. Pero evito perderme. En todo lo que mi percepción se detiene, el concepto viene en su ayuda.  La visión de conjunto y el pensamiento de fondo siempre está solícito y presto en todo aquello que ocupe mi mente. Ayer mismo vi la película Sicario. Durante la noche y en el día de hoy no he dejado de pensar en ella. Reflexiono sobre su argumento, sobre los distintos puntos de vista que aporta cada personaje, y sobre el mal y el bien que hay en los acontecimientos. No se me olvida la imagen de Juárez y sus fuegos artificiales: explosiones, disparos y las luces de las sirenas de los coches de la policía.  No ceso de alimentar mi espíritu y de alegrarme y entristecerme con el mundo. Todo me puede quitar el sueño. Me afecta sin duda a la salud, pero es mi sino. Soy de comportamiento social un solitario. De ahí que no cese de pensar.

No descuido nunca mi educación teórica. Siempre estoy estudiando clásicos. En la actualidad estudiamos en el Cekam la obra de Engels titulada Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. He extraído ideas importantes. O mejor: he madurado y desarrollado ideas que ya conocía. He ideado algunos artículos, aunque no los haya escrito. Por mi cuenta estoy estudiando Sobre la naturaleza de los dioses de Cicerón. Le estoy sacando muchísimo partido. Cultivo nuevas categorías o nuevos sentidos a categorías que ya conocía. Cultivo la argumentación filosófica. Y mejoro mi fondo léxico y el arte de la sintaxis. Al estudiar este libro me tropiezo con ideas como la que sigue: “Pues, según decías, Cleantes piensa que la noción de los dioses se ha conformado de cuatro modos en el espíritu de los hombres”. Voy raudo a buscar en internet quién es Cleantes. De ahí llego a Diógenes Laercio y su obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Ya he leído algunos fragmentos de esta obra en internet y se ha inflamado mi espíritu. El lunes llamaré a la librería para hacerme con ese libro. Aumento de forma regular mi biblioteca, de clásicos preferentemente. Pero tengo en vista estudiar a partir de mayo una de las obras de Shakespeare más insignes: Hamlet. Sé que voy a disfrutar y a aprender muchísimo de esa obra literaria. De Shakespeare solo conozco una obra: Sueño de una noche de verano. Pero mañana mismo, después de leer hoy en El País que las multinacionales avivan el alquiler de casas de lujo y que las firmas que crean aplicaciones irrumpen con fuerza en el sector bancario, sé que debo dedicarle un tiempo a ese hecho económico. Nada se me puede escapar. Tengo que estar al día. Así que la educación y formación del espíritu, al menos en mi caso, incluye muchos propósitos y tareas.

Por último, un aspecto importante de  mi psicología. Huyo de la autocomplacencia y de la autosuficiencia. Siempre veo lagunas en mi formación: tanto en el fondo de conocimiento como en la forma lógica teórica.

 

 

 

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