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miércoles, 18 de marzo de 2020

Algunas reflexiones sobre el coronavirus



“Los seres humanos buscando con ahínco el interés social se procuran de la manera más óptima su interés particular”


Una pequeña digresión

Expresiones como “dislocaciones en la oferta”, “desplome de la demanda” y “singulares pérdidas de riqueza financiera”, usadas por Emilio Ontivero en su artículo en El País el 17 de marzo, son palabras que no se convierten en hechos; haciendo mías las palabras de Robert Frost contenidas al inicio de su obra Prosas. Se pregunta Frost cuál es el lugar de las palabras. Y añade: “…si no sirven de algo, si no equivalen a hechos, como un ultimátum o un grito de batalla, son lo peor que hay”. Esto le pasa a Ontivero: Utiliza palabras “técnicas” para expresar lo que todo el mundo sabe, pero con menor fuerza y desgarro. Ha cesado la actividad económica de muchas empresas porque el Gobierno las ha obligado a cerrar. Eso genera mucho sufrimiento y miedo en la población. Pero Ontivero lo llama “dislocación en la oferta”. Si las empresas comerciales que no sean de alimentación cierran, nadie podrá ir a comprar lo que esas empresas vendían. Y a eso Ontivero lo llama “desplome de la demanda”. Y como ha disminuido y en algunos casos cesado la actividad de grandes y pequeñas empresas, produciéndose en cascada congelaciones de pagos a proveedores, todo eso inevitablemente se ha reflejado en la Bolsa y ha caído el precio de las acciones. Y a eso lo llama Ontivero “singulares pérdidas de riqueza financiera”. Que quieren que les diga: me desanima ese tipo de artículos: no aportan nada, no añaden nada, solo expresan la realidad con las categorías más frías de la economía convencional y con la apariencia de un saber profesional. Desgraciadamente hay muchos economistas marxistas que copian ese estilo, como si en el dato despojado de humanidad y con las categorías abstraídas de la concreción de la vida, se acercaran más a la esencia de las cosas, cuando en la realidad solo merodean el mundo. Y debemos evitar, ¡por Dios!, esas afirmaciones apocalípticas sobre las crisis del sistema capitalista. Pensemos en las trabajadoras y trabajadores que viven de un salario y viven al día, esto es, sin apenas ahorros. Los tiene atenazados las incertidumbres y el panorama sombrío que se nos cierne sobre todos. Hagamos luz y no sombras. Seamos menos teoricistas. Observemos el mundo de  manera más práctica, para alivio de todos.

La primacía de lo social

La crisis del coronavirus ha elevado lo social a  primera potencia. Lo social es lo decisivo. De esta crisis solo se sale con la participación activa, consciente y responsable de todas las ciudadanas y ciudadanos. Ahora el concepto adjetivo que determina lo social es la unidad. Lo ha destacado el Presidente del Gobierno. Ahora todas y todos debemos ser uno. Los empresarios, o al menos un buena parte de ellos, piden socorro al Estado, para resolver sus problemas de liquidez y sus pérdidas. Ahora los empresarios quieren más Estado, más economía estatal, esto es, quieren más socialismo.
Esta experiencia dramática está demostrando la necesidad que tienen las sociedades modernas  de disponer de una poderosa economía estatal. La experiencia china así lo demuestra. La tesis de liberales y neoliberales que pone en el individuo la esperanza de un mundo mejor cae por tierra. Mientras que la tesis socialista que sitúa en el interés social la clave de un mundo mejor adquiere la supremacía. Aquella tesis de Adam Smith que dice que el individuo al buscar su propio interés lo lleva a preferir la inversión que procura más beneficios a la sociedad, ha quedado definitivamente fuera de época, ha perdido su sentido histórico. La experiencia, con la crisis de 2008 y con la crisis del coronavirus actual, confirma que el socialismo y la economía estatal se convierten en una necesidad fundamental y decisiva de las propias sociedades capitalistas. Hay que ver lo bueno en lo malo. Hay que ver el futuro con mejores ojos. Hay que ver el socialismo en el capitalismo. Y si bien en los inicios de la globalización los intereses individuales han primado sobre los intereses sociales, esta crisis epidemiológica pone al descubierto que solo si se priman los intereses sociales sobre los intereses individuales el coronavirus podrá ser derrotado.

La irracionalidad de la Bolsa

La Bolsa. ¡Ay!, la Bolsa. Sus voceros nos gritan: “¡Hay pérdidas! ¡Hay malas expectativas! Por eso el precio de las acciones baja. La Bolsa funciona así: por expectativas”. Y los brókeres llaman a los pequeños ahorradores y los asustan: “Los precios de sus acciones están bajando. Hay riesgo de que sigan bajando”. Y el propietario de las acciones, asustado, responde: “Vende. Así no lo pierdo todo”. Pero hagámonos una primera pregunta: Si los pequeños ahorradores venden sus acciones, habrán otros inversionistas que compren. Y aquí viene la segunda pregunta: ¿Por qué compran acciones con malas expectativas los que compran? Porque saben que esta crisis es coyuntural; y que las acciones que hoy están bajando de precio recuperarán su valor al cabo de cinco o seis meses. Y entonces se embolsaran como beneficios las pérdidas de los que vendieron. Lo ha dicho en muchas ocasiones Warren Buffet, el mago de las finanzas: en todas las crisis se pueden hacer buenos negocios y ganar mucho dinero. La Bolsa es un juego cruel donde sus actores viven de espalda a la realidad económica y donde las acciones son solo signos de los valores, donde los grandes tiburones se comen a los pequeños peces, donde los ahorros de los pequeños capitalistas monetarios son apropiados por los grandes inversionistas. La Bolsa es la expresión de la irracionalidad capitalista, donde el interés social no predomina sobre el interés individual, sino todo lo contrario: las debilidades de los intereses sociales son aprovechadas por la mezquindad de los intereses individuales. Los malditos agentes de Bolsa en vez de colaborar con la economía estatal para hacer frente al coronavirus, nos hablan de la que la Bolsa se mueve por expectativas. Y habría que responderles: ¡Váyanse ustedes a la mierda, manada de sinvergüenzas! No tienen escrúpulos. Déjense de hablarnos de las expectativas y de esos conceptos bursátiles que solo esconden la más fría de las  codicias. Estamos en un momento de grave crisis social. Sean ustedes responsables como tenemos que ser todos. Sean sensatos y actúen de forma racional, esto es, dejen de mirar el bolsillo de las grandes fortunas y colaboren con la economía estatal. Dejen ustedes de estar dominados por la enajenación, esto es, por la pérdida de control consciente sobre las relaciones económicas bursátiles, y piensen por una vez en los intereses de todos.

El egoísmo de los acaudalados

Después nos sale la señora Botín diciéndonos que los beneficios del Banco Santander han bajado un cinco por ciento. ¿Y qué? Que ganen los accionistas menos o que no ganen nada. E incluso si tienen que perder, que pierdan. Esto es válido para todas las empresas. Que se reduzcan sus beneficios, incluso que tengan pérdidas, y que se reduzcan también los desorbitados salarios de sus directivos; y por eso no se acaba el mundo, sino que sencillamente son momentáneamente un poco menos ricos. Lo mismo debería suceder con las grandes fortunas y con los desorbitados ingresos de las figuras del mundo del deporte, del cine y de la canción.  A todas estas figuras, que en tiempos de crisis se demuestra que carecen de la más mínima utilidad, habría que aplicarles un impuesto excepcional para aliviar económicamente al Estado. ¿No han sido todas esas “estrellas” junto con las grandes empresas tecnológicas y los fondos de inversión los que se han enriquecido de manera desproporcionada con las grandes oportunidades de la globalización? Pues sí, así ha sido. Pues ahora que paguen una parte de los daños que provoca la globalización, pues no otra cosa es esta pandemia: una de la negatividades de la globalización. Pero como sucede siempre, serán las grandes mayorías sociales y los sectores más vulnerables quienes al final paguen por las peores consecuencias de esta pandemia.

Y por último, cómo le duelen a los recalcitrantes alineados con los viejos conceptos del capitalismo el   éxito de China en la lucha contra el coronavirus, hasta el punto de que el soberbio de Vargas Llosa cree más importante que él se exprese libremente que la salud de la población mundial. ¡Qué carajo importará ahora lo que Vargas Llosa opina sobre el sistema político de China cuando lo que debería hacer, como así lo hace la comunidad científica,  es admirarla por su ejemplaridad en el control de la epidemia del coronavirus! Pero aclaro: les duele en el alma el éxito de China –y no solo en la lucha contra el coronavirus sino también en la lucha contra la pobreza y en la carrera tecnológica –no porque sea China, sino porque al frente de ese país está un todopoderoso Partido Comunista. Y esta circunstancia fundamental, que una economía mixta  sea tan exitosamente dirigida y gestionada por comunistas, no puede ser digerida por sus mentes anquilosadas en los conceptos del viejo capitalismo. Pero lo cierto es que ya acabó el mundo donde Europa y EEUU eran el centro y la vanguardia.








3 comentarios:

  1. Es un momento histórico para hacer circular la idea de la necesidad del socialismo. De hecho son los trabajadores y las clases medias quienes están llevando una lucha sin cuartel. Todo el mundo esta viendo de manera palmaria quienes son prescindibles y quienes son imprescindibles para controlar la pandemia. Lo están haciendo todos los sectores del estado, incluyendo el ejercito. No cabe duda que ahora la economía es de predominio estatal.Por otro lado , los ricos siguen invirtiendo en bolsa. He escuchado la idea de los coronabonos, bonos del estado a interés cero o negativo. Puede que pequeños ahorradores hagan préstamos a interés cero al estado. Que se hagan publicaciones de quienes invierten es estas condicione y quienes usan su dinero para mantenerlo a buen recaudo.
    Otra idea puede ser que las personas que tengan dinero en paraísos fiscales lo legalicen pagando un interés negativo. Que en caso de no cumplir esa orden será un delito especialmente perseguido con consecuencias penales serias.
    El socialismo tendrá avances y retrocesos. La situación actual es un claro avance y triunfo del socialismo sobre el capitalismo. Será transitorio, probablemente, pero todo el mundo ve la necesidad de más economía estatal.Y se dan las condiciones materiales para que el socialismo pueda ser: la pandemia se da con más virulencia en las sociedades económicamente desarrolladas, y se da univeralmente, en todos los estados.

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  2. Me parece importante la defensa del socialismo y del estatismo que este conlleva al lado de la crítica contra la clase dominante capitalista, que luego de que pase la crisis abominará del socialismo que reclaman como solución para sus pérdidas. Lo que si me parece curioso es que idealicen con lo que "debieran hacer" estos monstruos de la especulación y la explotación de la plusvalía social. Por favor, no seamos ilusos, ellos se guían por el criterio de máxima ganancia y la única forma de acabar con su voracidad y sus crisis es instaurando el socialismo en reemplazo total del capitalismo ¿cómo? con la revolución proletaria; lastimosamente la dirigencia obrera está comprada por sus verdugos burgueses y entonces, toca esperar. Finalmente, la China actual, admirable por su velocidad contra el coronavirus y muchas cosas más, pero allá no hay comunismo ni el partido es comunista, seguramente conserva algunas cualidades de un partido al estilo de las enseñanzas de los maestros en esa materia:Lenin y el Gran Timonel.

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  3. En el último trabajo de este blog “emoción e inteligencia”, Francisco Umpierrez se refiere a las funciones neurológicas superiores de la actividad cerebral como fuerzas de la subjetividad, para extender el concepto más allá de la percepción, representación, memoria y pensamiento. Así extiende el concepto a emoción, pasión, voluntad…; y para oponerlo a inteligencia como capacidad de controlar y dominar las potencias y fuerzas de la subjetividad. El deseo puede ser considerado una fuerza de la subjetividad. Los niños no controlan los deseos. Y muchas personas tienen deseos que nunca pueden realizarse. Cuando un deseo no tiene posibilidades de materializarse las personas que tienen estos deseos viven en la frustración y en la impotencia. Los deseos son compartidos por grupos de individuos. La izquierda desea que el capitalismo deje se ser. Que la sociedad capitalista se transforme en sociedad socialista. Y los más extremistas quieren que el capitalismo se transforme en sociedad comunista sin transiciones. Todavía se sigue hablando de dictadura del proletariado. La izquierda mas radical vive en el deseo del socialismo y del comunismo. Estamos en el momento histórico de la transición del capitalismo al socialismo. Y para avanzar en esta transición no hay que vivir en el deseo, sino en el cultivo espiritual que permita conocer en profundidad las leyes del capitalismo y las leyes generales de la economía. Y la obra más revolucionaria para conocer las leyes generales de la economía y las leyes del desarrollo del capitalismo es El Capital de Karl Marx. Mientras la izquierda radical viva en el deseo del comunismo y no viva en el estudio de las leyes del capitalismo y las leyes generales de la economía, y como brotan las relaciones económicas socialistas del desarrollo del capitalismo, entonces las fuerzas de la subjetividad de la izquierda radical se desparramarán por cada poro del cuerpo de sus militantes. Y vivirán al margen de la historia. Y vivirán en la frustración y en la impotencia.

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