Lo que les cuento a continuación ocurre en algunas ocasiones en las reuniones de trabajo del Cekam. Estamos reflexionando sobre una temática y fruto de algunas intervenciones cambiamos de temática. Estábamos reflexionando sobre la ideología meritocrática y sus puntos comunes con la ideología socialista de inspiración marxista. Y de buenas a primera, nos vemos hablando sobre un problema que pertenece a la Crítica al programa de Gotha de Marx. Cambiamos no solo la materia de la que hablamos, sino también el marco teórico. Sucede, además, que se pretende resolver las dudas sin dominio preciso del nuevo concreto teórico en el que nos hemos metido, y al que pertenece la consigna comunista: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”. Es fácil extraer de aquí el principio socialista de la distribución del trabajo y de la apropiación de la riqueza: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según su trabajo”.
En este ámbito hay que hacer además una distinción
importante que afecta a las cualidades de los textos teóricos. Cuando hablamos
de la ideología meritocrática, no estamos hablando de una ideología con un
cuerpo tan riguroso y preciso como el de la ideología marxista, y que
encontramos, por ejemplo, en el texto Crítica del programa de Gotha. Y a
algunos miembros del Cekam les cuesta adaptarse a las condiciones teóricas de
la ideología meritocrática. No siempre es suficiente con estudiar el libro, por
ejemplo, de Sandel, titulado La tiranía del mérito, necesitamos además
conocer más a fondo la teoría de la utilidad marginal de Jevons y algunos
conceptos básicos de Hayek contenido en su obra Fundamentos de la libertad.
Yo les pido a los miembros del Cekam más prudencia a la hora de enjuiciar el
valor teórico de los textos que pertenecen a otra línea filosófica e
ideológica. En este sentido los miembros del Cekam deberían abandonar la
rigidez conceptual, esto es, examinarlo todo con los conceptos de su propio
sistema creado a lo largo de su historia personal, que en ocasiones algunos de
esos conceptos no están del todo bien fundamentados. Deberían ser más flexibles
y plásticos a la hora de pensar. Se los he repetido hasta la saciedad, pero no
terminan por asimilarlo: Debemos acostumbrarnos a pensar como Sandel, si es un
texto de Sandel el que estamos estudiando. Tienen que saber adaptarse a lo que
hay y hablar en el marco de lo que hay. Mostrar descontento porque en el texto
de Sandel no encuentras el rigor y precisión de los textos de Marx, no conduce
a buen puerto. Es una pérdida de tiempo y obtenemos una baja rentabilidad en
nuestras reuniones de trabajo. Les he
dicho que gracias a Sandel comprendo muchísimo mejor la ideología presente en
las películas estadounidenses. Los hechos aparentes suministrados por las
películas estadounidenses los capto ahora de manera más profunda. Y eso se lo
debo a Sandel. En esos momentos no tengo que pensar en Marx. Y si en algún
momento del discurso hablo del parecido entre un principio de la ideología
meritocrática y un principio marxista, eso no nos debe llevar a saltar de
temática ni de marco teórico.
Les transcribo una idea fundamental de Marx
contenida en el texto citado: “De lo que aquí se trata no es de una sociedad
comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino de una
(sociedad) que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y
que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el
moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña
procede”. Antes de llegar a la sociedad comunista hay que construir la sociedad
socialista. Y esta sociedad socialista se parece en muchos aspectos a la
sociedad capitalista. Esto les cuesta muchísimo entenderlo a destacados líderes
marxistas. Ahondan siempre en las diferencias absolutas entre capitalismo y
socialismo. Pero como Marx advierte: la sociedad socialista no se crea sobre
sus propias bases sino sobre las bases del capitalismo. Así que el concepto a
emplear aquí es el de transición. Pero voy más allá. El socialismo real, tal y
como lo conocíamos en el siglo pasado, ha dejado de existir. La construcción
del socialismo es un periodo muchísimo más largo del que presuponíamos. Hasta
el punto de que los comunistas chinos han distinguido en la propia etapa
socialista dos fases: una inferior y otra superior. Y nos encontramos en la
fase inferior de la etapa socialista. Y resulta de muy poco interés y poco
rentable hablar de la etapa comunista y de la cual solo podríamos decir algunas
generalidades.
Una vez que Marx ha enumerado las huellas
capitalistas que se da en la etapa socialista, afirma lo siguiente: “Pero estos
defectos (se refiere a las huellas capitalistas en la etapa socialista) son
inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, (…). (Lo que Marx
llama primera fase de la sociedad comunista es lo que actualmente denominamos
etapa socialista). El derecho no puede ser nunca superior a la estructura
económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado”.
Esta idea también les cuesta muchísimo asimilarla a los líderes marxistas. Así
que no tiene sentido que alguien afirme que la consigna “de cada cual, según su
capacidad; de cada cual, según sus necesidades”, es más justa que la consigna
socialista que señala que lo que cada persona debe ganar debe estar en
correspondencia con el trabajo que aporta a la sociedad. Puesto que como señala
Marx no podemos establecer un derecho superior a la estructura económica y a la
cultura de la sociedad en la que vivimos en la actualidad. Así que más
realismo, más tener los pies en la tierra, y menos dejarse llevar por los
conceptos que no pertenecen a la época actual ni a la de dentro de cien años.
No dejemos que los conceptos, que captan la esencia, nos separen de la
existencia. Y la existencia del socialismo en la actualidad es la que es. Nos
guste más o menos.
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