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jueves, 3 de abril de 2025

Tres pequeñas anotaciones: adolescencia, racismo y lenguaje

 

La serie inglesa adolescencia ha sido todo un éxito social y es bueno que las personas reflexionen sobre lo que esa serie presenta. Pero debemos ser en nuestra reflexión más cautos. No existe un grupo social que se llame los adolescentes. La diferencia principal que existe en nuestra sociedad es la diferencia entre clases sociales. Hay otras diferencias también importantes: la que existe entre mujeres y hombres, entre nacionales e inmigrantes, entre cultura e incultura, entre sociedad civil y Estado, y algunas diferencias más. Y todas estas diferencias se dan en el seno de los adolescentes.

Un amigo me preguntaba el otro día que antes, cuando la mujer no trabajaba en el hogar, los hijos estaban mejor atendidos; mientras que hoy día, al trabajar la mujer fuera del hogar, los hijos están peor atendidos. Esto es falso. Antes entre los padres y los hijos no había ni de lejos la confianza y la comunicación que existe entre ellos hoy día. La brecha generacional entre jóvenes y adultos es notablemente menor hoy día que antes. Y este hecho sociológico es una liberación y una alegría. La clave está en que el mundo de hoy día es mil veces más complejo que el de hace 40 o 50 años. Ahí es donde está el problema de los adolescentes y de todo el mundo, incluido los ricos.

El racismo no existe porque sí. La inmigración produce problemas de identidad. No resulta grato ni deseables que las mujeres musulmanas no puedan hablar en la calle con los hombres. Tampoco resulta agradable ni civilizado que las mujeres no puedan asistir a las mezquitas; y si lo hacen, no puedan perfumarse ni vestir como quieran para no tentar a los hombres. La sociedad civil está cambiando muchísimo y el Estado permanece atrasado para responder a esos cambios. Hay un problema cultural derivado de las costumbres religiosas o cuando la religión determina en exceso las costumbres. Se genera problemas de identidad, y estos provocan problemas raciales.

Hablo ahora del lenguaje. Tengo un amigo donde se produce un enorme divorcio entre su lenguaje hablado y su lenguaje escrito, hasta el punto de que cuando escribe parece una persona y cuando habla parece otra. El lenguaje escrito no debería convertirse en un escondrijo. Y en muchos casos aquello que escribimos para los otros debería hablarse con los otros. No culmines tu lucha en el lenguaje escrito. Es más decisivo, más transformador, el lenguaje hablado. El lenguaje hablado es más social, mientras que el lenguaje escrito es más individual. Deberías escribir menos y hablar más. Y otra cosa: procura escribir como hablas y hablar como escribes. Cuando escribes, en realidad estás hablando con los otros. Y no dejes que los adjetivos se coman el valor central y decisivo de los sustantivos.

Y un último consejo: se trata de pensar, esto es, de emplear con inteligencia los conceptos. Y esto no solo ni preferentemente se hace cuando estamos inmersos en los libros y hablando de los grandes temas de la actualidad, también debe hacerse, y es más decisivo en la formación intelectual, en el estudio y reflexión de los miles de problemas de la vida inmediata. Y una última cosa, la capacidad analítica de una persona se demuestra en el estudio detallado de los casos particulares.

 

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