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domingo, 3 de junio de 2007

Constitución y cambio de significado en los fenómenos sociales: la inmigración africana en Canarias (2)

En esta segunda intervención haré pequeñas reflexiones conceptuales a partir de ideas formuladas por Magariños en su ponencia.


El significado en la forma del ser y en la forma del movimiento

Dice Magariños,  en la página 2 de su ponencia, que “la tarea de la semiótica consiste en explicar, no ya el significado de los fenómenos sociales, sino, antes que nada, el proceso de producción, interpretación y transformación de tal o tales significados”. Se trata, haciendo uso de un ejemplo analógico, no de explicar el ser de la mesa sino la producción del ser de la mesa. Se trata de captar las cosas, no en la forma del ser, sino en forma dinámica o como proceso.
Aplicadas estas nociones al ámbito de la Semiótica, diremos que se trata no de explicar el significado de los fenómenos sociales, sino el proceso de significación que lo engendró.  En principio parece que estamos oponiendo la forma del movimiento a la forma del ser y tomando partido por el primero frente al segundo. Pero esta aparente contradicción tiene una dialéctica solución: se trata de presentar la forma del ser como resultado de la forma de movimiento. Se trata de ver, parafraseando a Marx, que lo que era estado de movimiento en el sujeto (proceso de producción del significado) se presenta en el objeto en la forma del ser, como significado adherido o cristalizado en determinados enunciados.
Debemos destacar que una vez que sobreviene el resultado, desaparece el proceso. El  resultado es un momento que se conserva y durante mucho tiempo, piénsese en una mesa o un libro por ejemplo, mientras que el proceso desaparece para siempre. Así que la forma del ser de una cosa es más duradera que  su forma de movimiento. De ahí la tendencia a buscar el significado de un fenómeno socia como una sustancia cristalizada en su seno y no como una sustancia engendrada por un proceso de significación.

El proceso de significación

Las ideas que expondré a continuación serán una adaptación analógica, con sus pertinentes cambios, de unas ideas de Marx expuesta en la sección El proceso de trabajo de El Capital al ámbito de la Semiótica. No expongo previamente dichas ideas para no cargar en exceso la exposición y cansar innecesariamente al auditorio.
La significación es un proceso entre los propios hombres. No podría ser un proceso entre los hombres y la naturaleza, puesto que ésta carece de conciencia y de intelección. No produce ni interpreta significados. Así que la significación no puede ser otra cosa que un proceso entre los propios hombres. Mediante ese proceso el hombre regula y controla su intercambio de ideas con los otros hombres.
Se enfrenta a los fenómenos sociales como significados ya establecidos, que en principio, más en su fase de aprendizaje y socialización, no puede modificar. Y pone en movimiento sus fuerzas espirituales, sus sentimientos, su percepción, su memoria y su lenguaje, para apropiarse de lo significados de los fenómenos sociales en una forma que sea útil para su vida.
Al poner en movimiento su percepción, memoria y lenguaje, el hombre va progresivamente transformando el significado de los fenómenos sociales o descubre nuevos contenidos significativos. Y con ello se transforma a sí mismo, a su propia conciencia, a sus propias capacidades subjetivas.  Desarrolla de ese modo las potencias espirituales que dormitan en él y somete sus fuerzas espirituales a su propio dominio. Sabemos que en lo sueños son las fuerzas espirituales quienes nos someten, quienes no dominan, y contra las cuales nada podemos hacer. Pero en el estado de vigilia, cuanto más ejercitemos nuestras fuerzas espirituales en la transformación del significado de los fenómenos sociales, más las someteremos  a nuestro propio dominio.

Sustancia y esencia del hombre

En esa misma página 2 Magariños plantea esta otra idea: “hay que admitir el significado como un resultado históricamente situado y no como una sustancia esencial y universal”. Quisiera hacer una pequeña reflexión sobre el concepto de sustancia social en filosofía y su representación materialista. Escuchemos a Marx en la Ideología alemana: “Esta suma de fuerzas de producción capitales y formas de intercambio social con que cada individuo y cada generación se encuentra como algo dado es el fundamento de lo que los filósofos se representan como la sustancia y la esencia del hombre”. Precisemos: ¿qué debemos entender por sustancia y esencia del hombre? La suma de fuerzas de producción y formas de intercambio con que cada generación se encuentra como algo dado.
Trasladémonos ahora al ámbito de la Semiótica y formulémonos la misma pregunta: ¿Qué debemos entender por sustancia y esencia significativa del hombre? La suma de fuerzas para producir significados y formas de intercambiar significados con que cada generación se encuentra como algo dado.

El hombre y las circunstancias

Marx precisa que las circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que el hombre hace a las circunstancias. Esta ley puede aplicarse igualmente al ámbito del significado de los fenómenos sociales: el significado de los fenómenos sociales que la generación anterior ha producido determina la interpretación que la generación actual hace, en la misma medida que la generación actual determina el nuevo significado de los fenómenos sociales. Toda producción de significado es una reproducción. Y   toda reproducción llevada a cabo por la generación actual es una transformación del significado establecido por la generación precedente. Así que en la medida en que toda producción de significado es una reproducción de significado, en toda producción de significado siempre hay una parte de contenidos significativos que se conservan y otra parte de contenidos significativos nuevos. De este modo nos presentamos los cambios de significado de los fenómenos sociales como un proceso de transición y no como saltos.








Las imágenes y los sueños

En la página cuatro de su ponencia Magariños plantea que “Una interpretación transformadora habrá de consistir en la producción de otro significado derivado del anterior, que ya no será el mismo, y, por tanto, en otra posibilidad de percepción del anterior fenómeno, que ya no será el mismo”. Habla después de dos situaciones donde se dan estas interpretaciones transformadores, en la primera habla de “aquella en la cual se percibe algo y, además, se sabe que es lo que se percibe”, y en la segunda habla de “aquella en la cual alguien se imagina algo”. Cuando Magariños expone la segunda situación habla del argumento de Z.W. Pylyshyn (1973), quien “niega la existencia de imágenes mentales (sustituyéndolas por secuencias proposicionales) por considerar absurda la presencia, en el cerebro, de una pantalla a la que alguien esté contemplando desde su asiento”.
Es propio del empirismo y del pensamiento filosófico anglosajón la incapacidad para el análisis de la complejidad y su empeño en reducir el mundo a verdades físicas y lógico- formales. La prueba más evidente de la existencia de imágenes mentales son los sueños. Son experiencias llenas de imágenes de gran vivacidad y fuerza. Y en la historia evolutiva de la humanidad han desempeñado un papel muy importante. A este respecto quisiera trascribirles una cita de Engels un poco extensa pero muy interesante.
En su obra Ludgwig Fewerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, en la sección dedicada al estudio de la relación entre el ser y el pensar, se expresa en los siguientes términos: “Desde los tiempos remotísimos, en que el hombre, sumido todavía en la mayor ignorancia acerca de su organismo y excitado por las imágenes de los sueños, dio en creer que sus pensamientos y sus sensaciones no eran funciones de su cuerpo, sino de un alma especial que moraba  en ese cuerpo y lo abandonaba al morir; desde aquellos tiempos el hombre tuvo forzosamente que reflexionar acerca de las relaciones de este alma con el mundo exterior”. Y al pie de página Engels añade esto otro: “Todavía hoy está generalizada entre los salvajes y entre los pueblos del estado inferior de la barbarie la creencia de que las figuras humanas que aparecen en sueños son almas que abandonan temporalmente sus cuerpos; y, por lo mismo, hacen también al hombre de carne y hueso responsable por los actos que su imagen aparecida en sueños comete contra el que sueña”.
Sin duda que hallamos en los sueños, tal y como ha expuesto Engels su valor antropológico, un material fundamental y decisivo para lo que Magariños ha conceptualizado como interpretación transformadora. La creencia en la existencia de Dios, en la existencia de un alma que abandona el cuerpo, tiene su origen antropológico en los sueños. Y por medio de esos sueños se ha producido un cambio en el significado de determinados fenómenos sociales, envolviéndose bajo manto religioso, y con ello se ha producido un cambio en la percepción de dichos fenómenos. En las distintas formas de la religión natural, sobre todo en la religión de la magia, se evidencia el papel tan destacado que han tenido los sueños en la percepción de los fenómenos sociales y en la interpretación de sus significados.
Reflexionando sobre lo que decía Engels en el pié de página de la obra referida, nos podemos hacer con la siguiente composición de hechos. Su pongamos que una persona A ha soñado que una persona B intentó asesinarla. Como la persona A, bajo el poder de la religión natural, cree que fue el alma de la persona B quien intentó asesinarla, hace  a la persona B, a la persona de carne y hueso, responsable de dicho intento. Y por tales razones puede tomar la resolución de matar como defensa a la persona B. No cabe duda que los sueños, sobre todo en la época en que los hombres vivían bajo el dominio de la religión natural, es un ejemplo muy ilustrativo de cómo se producen los cambios en el significado de los fenómenos sociales. Puesto que se hace responsable al hombre de carne y hueso por los actos que su imagen aparecida en sueños comete contra la persona que lo sueña.

Percepción y enunciación

En la página 7 de su ponencia Magariños se expresa en los siguientes términos: “Hay una correlación fuerte entre lo enunciable y lo percibible. Y este orden sería también ineludible e inalterable: tengo que poder enunciar para poder percibir y no a la inversa. No es la nueva percepción la que produce la necesidad de una nueva enunciación; para poder estar en condiciones de percibir algo diferente, el hombre tiene que saber que lo puede percibir; de lo contrario, lo negará como percepción, negándose a percibirlo”.
Mi madre se dedico a la política, a través de la actividad vecinal, con cincuenta años. Y cuando ya llevaba cinco años de experiencia me dijo que ella al principio aunque le hubieran puesto unas gafas de mucho aumento no comprendía casi nada de lo que veía, pero que ahora con los ojos cerrados comprendía muchísimas cosas. De aquí extraemos la conclusión de que la calidad de la percepción, el número de hechos y aspectos que se pueden comprender, aumenta con la experiencia, con la práctica.
Sin duda alguna que la mejora en la calidad de la percepción también se obtiene por medio de una mayor acumulación de conocimientos teóricos. Cuantos más conceptos tengamos del mundo, mayor número de aspectos podremos percibir y más profunda será nuestra percepción. Así que estoy de acuerdo con Magariños en la idea general de que con los enunciados teóricos se mejora la calidad de la percepción, pero también se obtiene esta mejora con la práctica.
Cuando hablamos de percepción de lo nuevo, todo esto depende de la experiencia del sujeto. Tal vez sean los niños en su proceso de aprendizaje quienes continuamente se enfrentan a la percepción de cosas nuevas. Y es cierto que ciertas cosas no pueden ser adecuadamente percibidas si no se disponen de los conceptos (enunciados teóricos) pertinentes.
Yo no nunca he estado en París. Si voy a París, todo París será una percepción nueva para mí. ¿Pero será absolutamente nueva o relativamente nueva? Creo que sería más acertado decir que sería relativamente nueva. Percibiría carreteras, coches, viandantes, restaurantes, tiendas de ropa, etcétera. Percibiría individuos singulares que pertenecen a una clase de seres que conozco. Así que en un sentido la percepción sería nueva, esta tienda de ropa que percibo ahora que estoy en París, y en otro sentido no sería nueva, porque hace dos días y dentro de tres días percibiré tiendas de ropa en Las Palmas de Gran Canaria.

4 de junio de 2007.















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