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domingo, 3 de junio de 2007

Relaciones de producción y superestructura

Respondo a la segunda pregunta del hombre venezolano interesado en profundizar en el marxismo y en el socialismo. Esta es la formulación de su segunda pregunta: “Marx señalaba que el conjunto de las relaciones de producción constituyen la estructura económica que sirve de base a la superestructura jurídico-política que se erige sobre ella. En otras palabras, antes de hacer derecho, política, filosofía, etcétera, es necesario previamente producir los bienes materiales de subsistencia, de allí que el modo de producción condicione en general las demás actividades sociales.

Pero el problema es el siguiente: las relaciones de producción presuponen parte de la superestructura, ya que por ejemplo las relaciones de producción capitalistas están determinadas y causadas por la previa propiedad privada de los medios de producción. Y la prueba de ello es que si cambia la propiedad privada de los medios de producción, se cambian las relaciones capitalistas de producción.
Por tanto, ¿es la propiedad, como expresión jurídica o de derecho, la causa o el efecto de las relaciones de producción? Si es el efecto, ¿por qué cambian las relaciones de producción, cuando se cambia el régimen de propiedad privada (Ejemplo: caso URSS)? Si la propiedad es la causa de las relaciones de producción, ¿por qué se coloca al derecho y la política en la superestructura, cuando dicha superestructura, al menos en parte, es la que crea o causa, mediante la propiedad privada de los medios de producción, el tipo de relaciones de producción capitalista”.

La generalidad y unilateralidad del pensamiento marxista de los años sesenta

En el prefacio de la Contribución a la Crítica de la Economía Política de Marx se encuentra la que sin duda constituye la cita de Marx más conocida y empleada por los marxistas: “En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia”.  La cita sigue, pero con lo dicho basta para que el lector sepa a la que me refiero. De esta cita han sido extraídos los  conceptos de relaciones de producción, fuerzas productivas, estructura económica y superestructura política, que han sido los conceptos con los que operaban los marxistas de los años sesenta. Hoy día muchos marxistas siguen con esa herencia.
Con estos conceptos se ha querido comprender todas las épocas humanas y se ha querido ver en ellos la quintaesencia del pensamiento de Marx. Pero todo esto no sólo ha sido un error de generalidad, sino también de unilateralidad. Basta con que uno se pregunte por qué de un libro de trescientas siete páginas los marxistas  se han fijado en una sola página y del prefacio. ¿No es eso una prueba manifiesta de unilateralidad? ¿Cómo se puede pretender comprender el pensamiento de Marx, en especial las relaciones de producción capitalistas, sólo sabiendo una cita del prefacio de la Contribución a la Crítica de la Economía Política?  ¿No ven los marxistas que los conceptos de relaciones de producción y fuerzas productivas son extremadamente extensos? ¿Y no saben que cuanto más extenso sea un concepto menos preciso es?

La posición de Arnoldo Águila a este respecto

Arnoldo Águila en su trabajo ¿qué es el materialismo dialéctico?, y después de reproducir aquella afamada cita, afirma lo siguiente: “El párrafo anterior es uno de los más importantes del marxismo, es la piedra angular del materialismo histórico, de la Economía Política Marxista y del socialismo científico; es decir, de la Teoría de la Revolución Comunista. Louis Althusser en “Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan”, en el acápite “Infraestructura y superestructura”, dice: Cualquiera puede convencerse fácilmente de que representar la estructura de toda sociedad como un edificio compuesto por una base (infraestructura) sobre la que se levantan los dos pisos de la superestructura constituye una metáfora, más exactamente una metáfora espacial: la de una tópica. Como toda metáfora, ésta sugiere, hace ver alguna cosa. ¿Qué cosa? Que los pisos superiores no podrían sostenerse (en el aire) por sí solos sino se apoyan precisamente sobre su base. La metáfora del edificio tiene pues por objeto representar ante todo la “determinación en última instancia” por medio de la base económica”.
A continuación, y después de afirmar que es la fuerza de gravedad la que hace que los pisos se sostengan sobre la base, Arnoldo Águila se pregunta: ¿cuál es la fuerza actuante en el ente social para que la metáfora sea válida? Y responde: “Tanto Marx como Althusser no la nombran, no la explican y es la fuerza que justificaría la metáfora. Pero él sí tiene la respuesta y nos la sirve unos cuantos párrafos más abajo: “La Filosofía Concreta da una respuesta muy sencilla a la pregunta del último punto: en los entes sociales actúan las mismas fuerzas que en cualquier otro ente: fuerzas de atracción, de cohesión, y fuerzas de repulsión o desintegradotas, manifestadas en una estructura piramidal en donde las fuerzas de cohesión cúspicas tienden a mantener la pirámide unida, y las fuerzas de base individuales tienden a desintegrar el ente social”.
Tengo catalogado a Althusser como un pensador generalista y especulativo. Creo que no conoció el pensamiento de Marx al detalle. Su obra “Para Leer El Capital”, que escribió junto con Étienne Balibar, me parece  oscura, abstracta y especulativa. Supuestamente Arnoldo Águila propone una Filosofía concreta frente a esa Filosofía abstracta representada por el marxismo europeo de los años sesenta, pero lo cierto es que incurre en una especulación aún peor. En vez de mejorar nuestra representación del mundo la empeora. ¿Qué valor pueden tener en el campo de los fenómenos sociales categorías como atracción y repulsión? Ninguno. Si en algún caso se les pudiera sacar alguna rentabilidad teórica, nunca podrían figurar como categorías rectoras de las ciencias sociales y económicas.

El índice de El Capital

A todas las personas a las que les doy clase de marxismo y que vienen con la herencia del marxismo de los años 60, les sugiero que lean en voz alta el índice de El Capital. De forma resumida ese índice contiene los siguientes apartados: la transformación de la mercancía en dinero, la transformación del dinero en capital, y  la división del capital en industrial, comercial y productor de interés. Una vez que han leído en voz alta el índice, les formulo la siguiente pregunta: ¿Han encontrado como parte de ese índice las parejas de categorías “relaciones de producción – fuerzas productivas” y “estructura económica – superestructura política e ideológica”? Si no las han encontrado, ¿por qué razón se presentan esas categorías como las categorías rectoras del pensamiento de Marx? Por una sencilla razón: porque entre los marxistas ha imperado el pensamiento generalista, abstracto y especulativo. Han echado en saco roto lo que para Ilích Ulianov era sin duda la quintaesencia de la dialéctica: los matices y la transición entre los contrarios.

Las relaciones de producción

En el diccionario de Economía Política de Borísov, Zhamin y Makárova podemos leer lo siguiente: “Relaciones de producción: conjunto de relaciones económicas que se establecen entre los hombres, independientemente de su conciencia y de su voluntad, en proceso de producción, cambio, distribución y consumo de los bienes materiales”. Esta definición no sólo está afectada de generalidad y de abstracción, sino también de rigidez. La educación de los marxistas en este tipo de definiciones es lo que los ha conducido al dogmatismo y al idealismo. Cambiemos pues de rumbo. Pensemos en cualquier familia trabajadora con dos hijos. Pagan una hipoteca al banco por su vivienda, trabajan tanto el padre como la madre en una industria de alimentación, y cada día van al supermercado a comprar los productos alimenticios y de limpieza. Estas son las relaciones de producción en las que viven inmersa la familia en cuestión: en su condición de hipotecados mantienen relaciones económicas con los bancos, en su condición de trabajadores mantienen relaciones económicas con el capital industrial, y en su condición de consumidores mantienen relaciones económicas con el capital comercial. Y estas tres formas económicas o relaciones de producción son las que, entre otras, se estudian en  El Capital: la compra y venta de la fuerza de trabajo, el capital industrial, el capital comercial y el capital productor de interés. Pero los marxistas en vez de estudiar al detalle estas concretas relaciones de producción, se pierden en las abstracciones y las generalidades de aquel concepto de relaciones de producción elaborados por Borísoc, Zhamin y Makárova. 

Las relaciones mercantiles

Una buena parte de las relaciones de producción son mercantiles. Hoy día nada se puede hacer sin el concurso del dinero. De hecho el valor primero en las sociedades occidentales es el dinero. De ahí la importancia de conocer su naturaleza y de hacernos con una representación científica del mismo. Hoy día la contradicción entre socialismo y capitalismo se manifiesta como la contradicción existente entre la forma mercantil de la riqueza y su forma de capital. Para los defensores del capitalismo el mercado sólo puede ser capitalista, mientras que para los marxistas que siguen el camino chino y en su momento el camino de la NEP de Ilích Ulianov puede haber un mercado socialista. Dicho de otra forma: entre los hombres y las mujeres se pueden entablar relaciones de producción mercantiles socialistas. Todas las reflexiones en torno a estos aspectos nos permiten hacernos con un concepto concreto de las relaciones de producción y  estar al tanto del aspecto principal de la contradicción entre el capitalismo y el socialismo en la actualidad, mientras que los que siguen atados al concepto de relaciones de producción facilitado por Borísoc, Zhamin y Makárova seguirán moviéndose en el ámbito de la generalidad y de la abstracción vacía.

Relaciones de producción y propiedad

Para exponer este asunto permítanme transcribirles una cita de Marx un poco larga y contenida en la sección El proceso de intercambio de El Capital: “Las mercancía no pueden ir por sí solas al mercado ni intercambiarse por sí mismas. Para relacionar éstas entre sí como mercancías, los guardianes de mercancías tienen que comportarse entre sí como personas cuya voluntad reside en esas cosas, de suerte que uno se apropia de la mercancía ajena, alienando la propia, solamente con la voluntad del otro; esto es, cada uno lo hace mediante un acto de voluntad común a ambos. De ahí que tengan que reconocerse recíprocamente como propietarios privados. Esta relación jurídica, cuya forma es el contrato, se haya efectuado legalmente o no, es una relación de voluntad donde se refleja la relación económica. El contenido de esta relación jurídica o de voluntad viene dado por la propia relación económica”.
Recapitulemos las ideas de Marx: una, los intercambios mercantiles sólo se llevan a cabo por medio de la voluntad de los propietarios de las mercancías, dos, esto obliga a que los mercaderes se reconozcan como propietarios privados, tres, esta relación jurídica es una relación de voluntad, y cuatro, el contenido de esta relación jurídica o de voluntad viene dado por la propia relación económica. Observe, atento lector, lo concreto y preciso de esta representación. Compárelo ahora con aquella definición rígida de relaciones de producción que nos ofrecían los tres teóricos rusos: “Conjunto de relaciones económicas que se establecen entre los hombres, independientemente de su conciencia y de su voluntad, en el proceso de producción, cambio, distribución y consumo de los bienes materiales”. Según esta definición los hombres establecen relaciones de cambio independientemente de su conciencia y de su voluntad, pero según hemos leído en Marx las relaciones de cambio son relaciones de voluntad. Con esto sólo quiero poner de manifiesto las diferencias existentes entre el pensamiento generalista, que ha sido la forma dominante en el pensamiento de los marxistas, y  el pensamiento concreto, que es lo que hallamos en El Capital.
   
Retornemos a las preguntas de mi interlocutor

Primera pregunta: ¿Es la propiedad, como expresión jurídica o de derecho, la causa o el efecto de las relaciones de producción?  Hemos visto que las relaciones de intercambio se basan en la voluntad y que esto obliga a quienes intercambian a reconocerse como propietarios privados de las mercancías que poseen. Por lo tanto, la propiedad es un aspecto o parte de las relaciones de producción y no algo que exista separada de ellas. El hecho de que la relación de voluntad esté expresada legalmente en un contrato no cambia la naturaleza de la propiedad. Así que no es cierto que la propiedad pertenezca al ámbito de la superestructura y las relaciones de producción al ámbito de la estructura económica. Segunda pregunta: ¿por qué cambian las relaciones de producción cuando se cambia el régimen de propiedad privada? La respuesta a esta segunda pregunta está contenida en la primera respuesta. Se vuelve a suponer en la formulación de esta segunda pregunta que la propiedad es un hecho superestructural y las relaciones de producción un factor estructural.  Cambiar las relaciones de producción no puede significar otra cosa que cambiar el régimen de propiedad.

A modo de conclusión

Supongamos que el sistema capitalista sea un edificio. Los conceptos de relaciones de producción, fuerzas productivas, estructura económica y superestructura, tal y como estos vienen dados en el prefacio de la Contribución de la Crítica de la Economía Política, equivale a una fotografía del edificio hecha desde mucha distancia, desde un solo lado y a una sola hora del día. Mientras que los conceptos desarrollados en El Capital equivale a un sinfín de fotografías de todos los lados del edificio, de todas sus plantas, de todas sus viviendas, de todas sus  funciones, a todos horas del día e incluyendo el movimiento incesante de la gente. Con los conceptos del prefacio nos hacemos con una idea rígida y pobre del mundo, mientras que con los conceptos de El Capital nos hacemos con una representación del mundo dinámica y muy rica en determinaciones. Las preguntas formuladas por mi interlocutor tienen su base en los conceptos generales del prefacio de la Contribución a la Crítica. De ahí que las deficiencias teóricas que tienen esas bases conceptuales se transmiten a las preguntas erigidas sobre dichas bases.

29 de enero de 2007.    

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