La semiótica, como la lingüística, necesita de otras
ciencias para fundamentarse. Hay problemas como el del significado que
originariamente parecían que solo podían resolverse desde la lingüística, pero
más tarde se mostró que otras ciencias y ramas del saber debían también
ocuparse de ella: la psicolingüística, la filosofía del leguaje y la misma
semiótica. En este mismo sentido el estudio de la semiosis, el origen y
constitución de los significados sociales, no solo compete a la Semiótica, en
buena medida también compete a la psicología del conocimiento y a la filosofía
en su más amplio sentido. En todo fenómeno lingüístico y en todo fenómeno
semiótico participan las funciones psicológicas superiores: la atención, la
memoria, la sensación, la percepción, el pensamiento y el lenguaje. De ahí que
un buen conocimiento de esas funciones psicológicas facilita la comprensión de
los fenómenos semióticos. Pero voy más lejos: como los procesos semiológicos se
dan en las más diversas formas de la práctica social, los conocimientos
históricos, sociales y económicos también se vuelven decisivos para la
comprensión e intelección de dichos procesos semiológicos.
Hoy expondré la naturaleza de la
percepción práctica, de la percepción contemplativa y de la imagen televisiva
en un fenómeno social de carácter universal: el fútbol. Los jugadores de
fútbol, los que están en el campo de juego, son los que participan de una
percepción práctica. Son ellos quienes chutan, dan pases, tiran las faltas,
sufren las lesiones y marcan los goles.
De entre ellos son los centrocampistas quienes tienen la mejor visión del juego
y, en consecuencia y dando por sentado el nivel técnico adecuado, dan pasos largos y al hueco muy precisos.
Aquí, en el campo de juego, la percepción, sobre todo la visual, acompaña y
guía la acción balompédica. Por el contrario, los espectadores, las personas
que están en las gradas, participan de la percepción contemplativa. Ellos no
juegan, no tocan el balón ni se enfrentan al rival, solo se limitan a ver.
Sienten impotencia cuando un jugador del equipo rival marca un gol y sienten
igualmente impotencia cuando un jugador del equipo del que son sus seguidores
no lo marca. Protestan por las faltas no pitadas por el árbitro contra el
equipo rival o porque los jugadores de su equipo no ponen toda la intensidad y ganas que
debieran. Así que llamaremos percepción práctica a aquella percepción que
acompaña y guía a los que realizan la acción, y llamaremos percepción contemplativa
a aquella percepción de las personas que solo contemplan la acción. Se suele
decir, reflejando la contradicción entre práctica y contemplación, que desde
las gradas se ve todo muy fácil, pero que en el campo de juego todo es más
complejo y difícil.
Hablemos ahora de las imágenes televisivas.
Contemplar un partido de fútbol en la televisión tiene una serie de ventajas
sobre contemplarlo desde las gradas: uno, nos proporciona un mayor número de
puntos de vista, dos, nos proporciona imágenes más cercanas al juego, y tres,
podemos ver la misma jugada repetida varias veces. Mientras que la única
ventaja que tiene ver un partido de fútbol desde las gradas respecto de verlo
en la televisión es que siempre tenemos la visión del conjunto del campo de
juego. Como la visión de conjunto es un rasgo del concepto, podremos afirmar
que en este sentido la visión del partido desde la grada es más conceptual que
la que tenemos en la pantalla de la televisión. Hay otras ventajas que tiene
ver un partido de fútbol desde las gradas respecto de verlas en una pantalla de
televisión, pero tienen que ver más con
la vivencia que con la percepción en sentido estricto. En las gradas se vive el
fenómeno de masas; y la energía, la alegría y la pasión que genera en las
personas la vida de masas respecto a la vivencia de ver un partido de fútbol en
la pantalla de televisión solo o con un par de amigos no tiene comparación. Y
la percepción no solo debe estudiarse como una función del conocimiento sino
también como una vivencia. De sobra está decir que las personas que ven un
partido de fútbol en la pantalla del televisor participan, al igual que los
aficionados que lo ven desde las gradas, de la percepción contemplativa.
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