Hoy les hablo como trabajador y no como intelectual,
hoy les hablo desde la particularidad y no desde la generalidad. Aunque soy
Ingeniero Técnico y Licenciado en Filosofía, toda mi vida, desde los 22 años,
he trabajado en el mundo de la pequeña empresa privada. Como estoy dentro de la
población de riesgo no me ha quedado más remedio que trabajar desde mi casa. Me
sigo levantando a las cinco y media de la mañana y desde esa hora tengo que
pensar en la empresa. En mi empresa se ha aplicado un ERTE. Muchas trabajadoras
y trabajadores querían entrar en el ERTE por miedo al virus y por estar cerca
de su familia. Todos los que han entrado en el ERTE han perdido el 25 por
ciento de sus ingresos mensuales. Y todos ellos, los que están trabajando y los
que no, están atenazados por el miedo al futuro: sobre sus conciencias pesa la
posibilidad de perder el trabajo.
Todos los días llamo a mis compañeros de trabajo, a
los jefes de departamento de compra y facturación, pedidos y comercial,
empaquetado y producción, para animarlos, para darles esperanzas, para dotarlos
de una visión estratégica o de medio plazo. Nuestra empresa está altamente
endeuda y como todas las pequeñas empresas es financieramente muy frágil.
Durante tres meses tendremos que trabajar con pérdidas. Esto supone que nos
tendremos que endeudar aún más. Alivio a mis compañeros de trabajo
argumentándoles que como nos vamos a financiar con créditos ICO, al tener un
año de carencia, el peso de esa deuda la enfrentaremos en abril de 2021; y de
aquí allá tendremos tiempo de cambiar el rumbo de la empresa y pasar de tener
pérdidas a tener beneficios. Hay que saber que si la empresa no arroja
beneficios, los bancos no te renuevan las pólizas de crédito y te las transforman en créditos a pagar en tres años. Y si esto ocurriera, la empresa entraría en
quiebra técnica y desaparecería del mapa. Vivimos con la esperanza de que a
partir de julio se reactive la economía. Hasta ese entonces la incertidumbre
mina las ilusiones de mis compañeras y compañeros de trabajo. Les pregunto
sobre sus parejas, sobre sus padres y sus hijos. Y me cuentan anécdotas de sus
hijos que nos hace reír y liberar tensiones. Sufro por ellos cada día. Pero no
puedo demostrarles nunca desaliento.
Nuestras ventas han bajado un 73 por ciento. Todos
los restaurantes que cerraron y eran clientes de nuestra empresa han congelado
sus pagos. Algunas de las cadenas hoteleras que cerraron también han congelado
sus pagos. Igualmente lo han hecho algunas pequeñas cadenas de supermercados
que han tenido que cerrar una parte importante de sus tiendas. Nuestra empresa
trabaja en una zona turística y la contracción de la demanda ha sido enorme. El
problema estructural de esta empresa está en que se encuentra explotada por las
grandes cadenas hoteleras y las grandes cadenas de supermercados. Su poder de
compra es tan grande que nos imponen unos precios muy bajos. Así que la
situación que se cierne sobre nuestra empresa, sobre sus empleados, es
angustiosa. Así y todo trabajo día a día para ver cómo podemos mejorar nuestra
financiación y cómo aumentar nuestras ventas. Día tras día me esfuerzo, con
argumentos objetivos, en transmitirles a mis compañeros de trabajo esperanzas y
alegrías. Y en todas esas comunicaciones no se me ocurre hablar ni por un
instante de las contradicciones esenciales y universales del capitalismo. Aquí
el problema está en la existencia y el ser y no en las esencias abstractas. Y
lo que esperan mis compañeros de mí es futuro: asegurar el empleo.
Estas condiciones sociales de mi existencia me hacen
ser radicalmente diferente de la mayoría de los teóricos marxistas y de la
izquierda radical. Casi todos son profesores de Universidad, de Enseñanza Media
o de Educación General Básica. En su
inmensa mayoría, aunque lleguen las crisis, primero la de 2008 y ahora la del
coronavirus, tienen sus empleos y sus ingresos asegurados. Están tan alejados
de las condiciones de existencia particulares de la mayoría de los trabajadores
que son muy dados a hablar siempre en términos conceptuales abstractos y de las
contradicciones indisolubles del capitalismo universal. No alivian a los
trabajadores, los asustan y en ocasiones oscurecen sus mentes.
Las condiciones de la existencia social de los
teóricos marxistas y de la izquierda radical son las que explican sus formas
ideológicas. Escuchemos a Marx en La
ideología alemana: “La división del trabajo solo se convierte en verdadera
división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el
intelectual. –Los profesores constituyen la parte fundamental de los que se
dedican al trabajo intelectual en sus condiciones más enajenantes– Desde este
instante, puede ya la conciencia
imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la conciencia de la
práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real;
desde este instante, se halla la
conciencia en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación
de la teoría pura,…”. Lo que le sucede a una buena parte, sin duda la más
hegemónica, de los teóricos marxistas y de la izquierda radical es que viven en
un mundo donde la esencia de los conceptos ha sido separada de la existencia
de la distintas formas de la práctica social. De ahí que sean muy tendentes no
a comparar unos hechos con otros hechos, sino los hechos de la existencia con
los hechos de su conciencia. Su concepto de socialismo no está basado en las
formas embrionarias del socialismo en las sociedades capitalistas sino en el
socialismo puro. Ni Hegel creía en los conceptos puros. Así que en este sentido
muchos marxistas son más idealistas que el propio Hegel. (Como muchas personas
pueden dudar de que sea cierto lo que afirmo de Hegel, les transcribo una cita
contenida en su obra Filosofía de la
religión que acredita que lo que afirmo es cierto: “Por lo tanto, con el
saber inmediato ocurre que no se da en absoluto y cuando se nos dice que el
saber inmediato es el saber verdadero, entonces hay que ver lo que se quiere decir,
y ahí se pone en evidencia que es una
abstracción vacía: la del saber puro”).
Mi corazón está partido en muchos trozos. La
situación personal de mis compañeras y compañeros de trabajo me apena y no me deja dormir
tranquilo. Los conceptos me alivian. Pero no vivo bajo el dominio de la
enajenación conceptual. Y la enajenación conceptual se produce cuando la
esencia se presenta separada de las condiciones de existencia de las personas.
Este es el error en el que a mi juicio incurren una buena mayoría de teóricos
marxistas y de la izquierda radical. Y esto me desalienta y me enfada. No hay
que olvidar que el concepto primigenio de ideólogo se aplica justamente a
aquellas personas que gracias a la división del trabajo en físico y espiritual
se dedican al cultivo de los conceptos y a la elaboración de las teorías
sociales puras. Esto que ocurre con los ideólogos marxistas ocurre igualmente
con los ideólogos del viejo y nuevo liberalismo.
(No quiero desaprovechar la ocasión de hablarles de Pablo Iglesias como paradigma de lo que he argumentado. Hasta hace poco era un profesor de universidad que actuaba como puro ideólogo, lanzando esencias discursivas totalmente desligadas de las condiciones de existencia de la sociedad española. Ahora, en su calidad de Vicepresidente, actúa como un pragmático político, sus esencias discursivas radicales se han volatilizado, quedando su conciencia totalmente sometida a las condiciones de existencia de la sociedad española bajo la fuerza arrolladora del coronavirus. Este tipo de político produce un daño irreparable a la izquierda radical, pues la sociología vulgar presenta las cosas así: cuando joven era un idealista comunista, pero con la madurez comprendió que aquellos ideales carecían de verdad y fundamento e irremediablemente ha tomado conciencia de que no hay mejor sistema económico social que el capitalista)
(No quiero desaprovechar la ocasión de hablarles de Pablo Iglesias como paradigma de lo que he argumentado. Hasta hace poco era un profesor de universidad que actuaba como puro ideólogo, lanzando esencias discursivas totalmente desligadas de las condiciones de existencia de la sociedad española. Ahora, en su calidad de Vicepresidente, actúa como un pragmático político, sus esencias discursivas radicales se han volatilizado, quedando su conciencia totalmente sometida a las condiciones de existencia de la sociedad española bajo la fuerza arrolladora del coronavirus. Este tipo de político produce un daño irreparable a la izquierda radical, pues la sociología vulgar presenta las cosas así: cuando joven era un idealista comunista, pero con la madurez comprendió que aquellos ideales carecían de verdad y fundamento e irremediablemente ha tomado conciencia de que no hay mejor sistema económico social que el capitalista)
Totalmente de acuerdo. Los problemas urgentes de los trabajadores de la empresa privada se resuelven manteniendo el sistema. No por mucho tiempo, en esta espiral descendente del capitalismo. Se necesitan políticas prácticas que desprivaticen muchas actividades y transformen el aparato productivo y el empleo en una dirección no consumista.
ResponderEliminarY para ello es importante, mientras se pueda, elevar al máximo la lucha ideológica que, todavía, mientras no se imponga el ecofascismo, es decisiva para incidir en la lucha política.
Muy esclarecedora tu publicación. Saludos desde México.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarEstoy bastante de acuerdo con el núcleo ideológico del artículo, pero creo que Iglesias ha "adaptado" el discurso a la situación actual y a sus receptores, que no son los mismos teóricos de la universidad o los círculos donde hablaba.
Talvez si estuviese en un debate teórico volería a su antiguo discurso, con ligeros matices, claro está.