David Galán, el 30 de diciembre de 2023, publicó en su blog un artículo titulado Sobre la libertad de expresión en el arte (1), donde respondía de manera crítica a mi trabajo Escritor, narrador y ficción. En dicho trabajo formuló la siguiente idea: “Pienso que el escritor y sus personajes tienen existencia. Tal vez me equivoque, pero yo entiendo que el primero en el mundo material y el segundo en el mundo ideal. Existe Cervantes y existe Don Quijote. Don Quijote es un producto literario de Cervantes. Cervantes existe en el plano material y Don Quijote, en el ideal. Cómo cobre existencia este último no me cabe saberlo, pero entiendo que existe idealmente en la conciencia de millones de personas. Basta que le pregunte a alguien desconocido si conoce de su existencia y creo que me responderá afirmativamente. El hecho que la existencia del personaje dependa de un sujeto que se lo represente no creo que nos lleve a considerar que no pueda tener existencia. Quiero decir, no creo que sea condición de inexistencia el hecho de que la existencia se de por medio de otro”
Yo puedo afirmar que
Cervantes existe y que Don Quijote existe, pero la pregunta sería si ahí, en
esa afirmación, hay rigor y certeza filosóficas. Y la respuesta es que no. El
contenido del concepto de existencia aplicado a Cervantes nada tiene que ver
con el contenido del concepto de existencia aplicado a Don Quijote. Y si los contenidos
conceptuales no son los mismos, entonces no es el mismo concepto. El caso es
que se está aplicando el concepto de existencia a Don Quijote de manera
equívoca. Y hacer un llamamiento a cualquier persona no especialista para que
responde a una pregunta donde hay un concepto con tanta complejidad como el de
existencia, no puede ser tomado como una prueba de saber con autoridad. Todo el
mundo puede decir lo que quiera, pero es más una opinión que un pensamiento.
Pongo el ejemplo de
siempre. Pongo una manzana delante de un espejo. Se ha duplicado el mundo: en
vez de una manzana, tengo dos, una fuera del espejo y otra en el espejo. ¿En
qué se diferencia y qué se parecen la manzana que está en el espejo y la manzana
que está fuera del espejo? La manzana que está fuera del espejo la puedo tocar,
oler, cortar y comer. Nada de eso puedo hacer con la manzana que está en el
espejo. La manzana del espejo no participa de las relaciones causales que se da
en la existencia: no puedo cortarla ni comérmela. Le hacemos ahora una
fotografía a la manzana y sobre una mesa ponemos la manzana y al lado la fotografía
de la manzana, y dejamos pasar seis meses. Al cabo de los seis meses la manzana estará
más seca, arrugada e incluso podrida, mientras que la manzana en tanto
fotografía seguirá igual que el primer día. Luego la fotografía de la manzana
es ajena a la temporalidad y, por consiguiente, carece de existencia. Pero hay
más, mientras que la manzana que está fuera del espejo es tridimensional, la
manzana del espejo es bidimensional.
La manzana del espejo participa
del ser, es una manzana, pero carece de existencia. Su existencia se ha reducido
solo a color y a superficie. La existencia supone múltiples modos del ser, que
son las condiciones que concurren en la manzana que está fuera del espejo,
mientras que todas esas condiciones en el caso de la manzana del espejo han
quedado reducidas a una sola: el color. Luego la manzana del espejo no existe.
Lo mismo ocurre con Don
Quijote. Solo existe como lenguaje. Nadie puede hablar con Don Quijote, nadie
puede realizar acciones prácticas sobre él, no ha sufrido el paso del tiempo. Y
tampoco Don Quijote puede actuar sobre nosotros. Luego Don Quijote no existe.
Participa del ser, pero no de la existencia. En Filosofía, más que en las
Matemáticas, el rigor y la precisión son decisivos. Y los escritores, que no
son filósofos, pueden permitirse ciertas licencias, como afirmar que Don
Quijote también existe, aunque solo sea en la conciencia. Pero lo que existe en
la conciencia no tiene el predicado de la existencia, aunque el escritor tenga
la licencia de afirmar lo contrario. Uno puede tener en la conciencia un millón
de euros, pero con ese millón de euros que tiene en la conciencia no puede
comprar absolutamente nada. Ser y existir no son los mismo. Husserl solía
presentar esta diferencia diciendo: Don Quijote, como la manzana que está en el
espejo, es inmanente en el sentido de darse la cosa misma, no en el sentido de
ingrediente real. Dicho de otro modo: si le hacemos una cirugía cerebral a la
persona que afirma que tiene un millón de euros en su cabeza, no tendremos
manera de encontrar semejante suma de dinero. Luego lo que existe en la conciencia
y solo en la conciencia no existe.
Decir que don Quijote solo existe como lenguaje y que por eso no existe es un contrasentido. No hay nada más potente que una idea, por ejemplo la idea que representa don Quijote, ese hombre mayor que todavía quiere vivir aventuras, en definitiva, ser joven. ¿Es un loco? ¿O tal vez los locos son los que se dejan morir sin soñar despiertos? Ay los discursos, las ideas, las historias, las leyendas, los mitos... Son lo que mueve el mundo. Yo diría que si hubiera existido algún don Quijote material habría tenido muchísimo menos impacto en el mundo, apenas un poquito a su alrededor. El verdadero impacto lo ha tenido en cuando ha formado parte de una novela.
ResponderEliminarLa peculiaridad psico social de Don Quijote consistió en que su representación se impuso sobre su percepción. Y el mismo Cervantes tuvo en cuenta esa distinción. Quien haya leído, estudiado, la Ideología alemana de Marx sabrá que su obra está recorrida por esa contradicción que se da en la historia creada por Cervantes. Y en la realidad sí han existidos Quijotes: toda la extrema izquierda, incluida la banda de los cuatro en China, que tuvo como resultado más de 80.000 personas asesinadas sin juicio previo.
ResponderEliminarY cuando hablas de que no hay nada más potente que una idea, siento decirte que esa posición es puro idealismo. En su obra "En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel", Marx hace la siguiente afirmación: "Así como la filosofía encuentra en el proletariado sus armas materiales, el proletariado encuentra en la filosofía sus armas espirituales..." Hablamos, claro está de una filosofía revolucionaria, no de una filosofía como Don Quijote, de carácter reaccionario, que tomaba su representación del mundo por el propio mundo. Y eso un materialista no lo puede compartir. La revoluciones sociales la hacen las grandes masas sociales, no individuos aislados, a los que se les ha secado el cerebro y que piensan que las cosas ocurren en la realidad del modo en que ocurren en los libros de caballería, según el propio Cervantes narra.
Si no entiende el poder de las palabras, los mitos, las leyendas, el arte y la cultura para reunir a las masas, fundar naciones y hacer Historia... Es porque no quiere.
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