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jueves, 18 de enero de 2024

La percepción inteligente: concepto y esencia

 

 

Al intelectual suele examinársele por su cabeza, como si los secretos de sus rendimientos y habilidades discursivas radicaran en esa parte de su cuerpo. Pero eso es un error. El intelectual inteligente es producto de muchas cosas, de su ser social, de su sentido práctico, de sus intereses, de su visión amplia o reducida del mundo, del grado de actualización de  su conocimiento, de sus emociones, de su vitalidad, de su filosofía de vida, de su sensibilidad y entendimiento, de su propensión a cambiar o permanecer estancado, de la época histórica que le ha tocado vivir, de su modernismo, de su grado de integración en la vida inmediata, de las esferas de vida, prácticas y científicas, en las que está inmerso, de su vida de masas, y de muchas cosas más. Todo no está en la cabeza.

Los libros son importantes, pero especialmente los clásicos. Pero para tener un conocimiento conceptual integral, es necesario conocer obras de pensadores clásicos de distintas esferas de saber. Actualmente estoy leyendo, estudiando, una de las grandes joyas de la literatura china: Viaje al Oeste. Obras de esta calidad me atrapan, me dominan, me invaden. Anteriormente había leído, empecé a hacerlo por segunda vez, La elegancia de las moléculas de Jean-Pierre Sauvage, Premio Nobel de Química 2016. También fue un libro que me encantó. De fácil lectura, muy interesante, y te pone al día. Permanecer joven en términos espirituales significa vivir la época en la que en la actualidad vives y no basar tu espiritualidad en épocas remotas y en la nostalgia, por muy significativas que hayan sido en tu vida personal. He hablado de literatura y de química, pero hay que leer, estudiar, el mayor número de obras clásicas del mayor número de esferas del saber. Anteriormente me estuve actualizando en el ámbito de la física cuántica, aunque no doy con un libro con la profundidad conceptual que busco. También son importantes los libros sobre historia, política e ideología. En materia de historia antigua me encantan los libros de Dionisio de Halicarnaso, como me emocionan los textos de Vladimir Ilích Ulianov. De todos aprendo.

Los grandes libros clásicos, incluidos los de literatura, nos proporcionan el conocimiento de las esencias, aunque en los libros no todos los aspectos que los constituyen son esencias, también se describen situaciones objetivas, de las cuales solo podemos tener una intelección adecuada si ponemos en marcha las percepciones y las representaciones. Las esencias representan lo que hay de perenne y eterno en las cosas y en la vida. De ahí su importancia. Generan estabilidad mental. Ahora bien, hay que tener en cuenta, siguiendo a Hegel, que las apariencias son la manifestación de las esencias o las esencias en otra determinación. Esto supone que el buen intelectual debe ser también una persona con un desarrollado sentido práctico y muy perceptivo. La apariencia se puede entender como el momento llamado a desaparecer en el desarrollo del conocimiento hacia la esencia, pero como advertimos antes también es la manifestación de la esencia. Luego el buen intelectual debe saber captar la esencia en la apariencia. Cuando hablamos de la percepción inteligente, hablamos justamente de aquella percepción que aprehende la esencia en la apariencia. De ese modo se destaca la unidad entre apariencia y esencia, evitando el modo metafísico de concebir el mundo, que pone la apariencia en un lado y la esencia a kilómetros de distancia.

Hablemos ahora de la persona perceptiva y del planificador. El planificador es la persona que antes de realizar las tareas tiene en cuenta todos los detalles y secuencia las fases temporales que lo llevan desde el principio al fin de la actividad. Mientras que el perceptivo es la persona que en la práctica percibe los cambios que se producen en la realidad y que continuamente tiende a cambiar su concepción del mundo. Así que, si una persona es muy planificadora y poco perceptiva, en la práctica no será un buen planificador, puesto que no estará teniendo en cuenta los cambios que se producen en la realidad y, en consecuencia, en su planificación no están contenidas los aspectos y detalles nuevos. Y, al contrario, si una persona es muy perceptiva pero poco planificadora, se le escaparán muchos detalles de la realidad y no sabrá secuenciar adecuadamente las distintas fases que lo llevan desde el principio al fin de su actividad.

 

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