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lunes, 14 de octubre de 2013

¿Cómo se aprende a ver la profundidad?


Respondo a Yolanda:

Yolanda nos transcribe el siguiente texto de Maupassant:

Cora y la señora Torchebeuf, sentadas bajo el toldo de la escalinata, contemplaban los reflejos del ocaso. El sol lanzaba sobre las hojas un polvo de púrpura. Ningún airecillo agitaba las ramas; una paz serena, infinita, descendía del cielo flamígero y sereno”.

Y se pregunta: ¿Cómo se aprende a ver la profundidad?

Seguro que ella, por lo que ha escrito, ha sentido ese texto en profundidad. Ha llegado a sus sentimientos y ha afectado a sus emociones. Y hablamos de sentimientos y emociones estéticas. Se trata entonces de si ese texto puede ser leído desde la profundidad, esto es, desde los sentimientos y desde las emociones. Yolanda ha hecho esa lectura. Y no debe ir más allá porque no hay más allá.

Ese texto no puede ser percibido con profundidad, puesto que lo que se expone es la apariencia de las cosas. Pero en la apariencia, mejor en la representación literaria de la apariencia, que es lo que hace Maupassant, puede haber mucha belleza, mucho color, ritmo y armonía. Es el arte de la representación literaria lo que nos maravilla de Maupassant. Y lo que hay que aprender de él.

La profundidad se obtiene mediante los conceptos. Pero en la literatura no son los conceptos los que desempeñan el rol dominante, sino la sensibilidad elaborada artísticamente. Y para la elaboración artística de la sensibilidad son necesarios los conceptos. Nosotros vemos el resultado, apreciamos la belleza y la sencillez del texto de Maupassant, pero ignoramos el trabajo arduo y sistemático que hay detrás.

 

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