Escuchemos a Luís Lenes, del foro Filosofía y
Pensamiento, en referencia a mi trabajo Los
nombres, lo particular, lo general y la existencia: “¿No sería acaso
conveniente que en este punto la mesa, dada como ejemplo, acordemos como el
universal de mesa? Existen mesas (particulares) cuadradas, redondas, de cuatro
patas, de tres patas, altas, pero todas son mesas (universal mesa, el concepto
mesa, que agrupa a todas las particulares, la mesa en general)”.
Respondo: el concepto de universal tiene varios sentidos y
distintos contenidos y puede confundirse con el concepto de lo general. Repito
lo que dije en el anterior mensaje: los matices y las transiciones entre los conceptos
pueden llevarnos a confusión. Cuando leemos en el diccionario lo que significa
la palabra “mesa”, lo que nos da el diccionario es la definición de la mesa o
el concepto de mesa. Y lo que entra en la definición es lo esencial de la mesa.
Es esencial a la mesa estar constituida por un tablero horizontal, mientras que
el tipo de madera, el color y sus dimensiones no son esenciales y no entran,
por tanto, en la definición. Al igual que el número de pies, la forma y la
dimensión de las mismas tampoco son esenciales. Lo esencial es que el tablero
horizontal esté sostenido por uno o varios pies. De este modo lo que se define
es la mesa como ser general. No empleo en este caso el concepto de lo
universal.
Cuando decimos de la mesa que es un ser universal, en
primer lugar, lo decimos porque la mesa
existe en todas las partes del planeta. En segundo lugar, decimos de la mesa
que es un universal porque está compuesto de muchas partes, propiedades y
momentos. En este segundo caso el
concepto de universal está próximo al concepto de totalidad. Y en tercer lugar,
se entiende por universal todo lo que se predica de un sujeto objeto. Si digo
de la mesa que es de madera, la madera es un universal porque además de en la
mesa está presente en muchos otros entes.
Por último, pregunta Luís Lenes cómo se puede
provocar en la conciencia del animal la representación de un ser distinto de
él. En la memoria del guepardo, por ejemplo, hay imágenes de uno de sus medios
de consumo más habituales, por ejemplo, el impala. He afirmado en otro trabajo
que la representación no es en principio más que la rememoración de la
percepción. Debemos suponer que el impala aparecerá en los sueños del guepardo;
no siempre, pero si por lo menos alguna vez. Si el impala siente hambre, se
representará de manera más o menos nítida lo que suele ser su objeto de consumo
habitual: el impala. Sin esa representación, es imposible explicar la actividad
de cacería, actividad conforme a un fin, del guepardo. Así que es la necesidad
de alimentarse la que provoca en el guepardo la representación de un ser
distinto de él, esto es, de un impala.
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