Lo peor que
te puede pasar en la vida es la traición. Te llena de ira y de tristeza. No es
fácil quitarte del alma la herida que te han causado. Es muy probable que la persona
que te traiciona lo haga por debilidad. Pero eso no resta magnitud al mal que
se ocasiona. La traición se produce cuando la lealtad que una persona le debe a
otra la rompe de un día para otro, sin que la persona traicionada lo espere. La clave ahora está en que el
traidor reconozca que le debe lealtad al otro. Si su conciencia le permite
argumentar que no le debe lealtad al otro, entonces se sentirá liberado. Pero
para responder con verdad a si se debe o no se debe lealtad hay que contar lo
que ha ocurrido en la relación mantenida entre el traidor y la persona
traicionada.
Si durante
quince años de relación no hay ni un solo día de desencuentro entre el traidor
y la persona traicionada, es muy difícil argumentar que no hay traición. Si
durante quince años la persona traicionada ha entregado a la otra una gran
riqueza intelectual, si le ha proporcionado vivencias estéticas y cognitivas profundas,
es obvio que quien tanto recibe le debe lealtad a quien tanto le ha entregado.
Si la persona traicionada no le ha puesto condición alguna al otro para asistir
a las reuniones donde recibe los frutos intelectuales del primero, y ha aceptado
esas condiciones que solo le favorecen, es obvio que el traidor no puede
exigirle condiciones a la persona traicionada para seguir en el grupo o
colectivo del que ambos forman parte. La presencia o no presencia de terceros
no se puede convertir en el argumento que permita al traidor quebrar la lealtad
que le debe a la persona que le ha dado tanto. Resulta de una ingratitud
infinita que quien tanto da no le ponga condiciones al que recibe y quien
recibe le ponga al cabo de quince años condiciones al que da.
Es muy
triste la traición. Es muy dura. Durante tiempo te socavará el alma. Pero ya
llegará el momento de redimirse. Y el otro de un modo u otro pagará por el daño
causado. Ya solo el hecho de traicionar, de quebrar la lealtad que se debe al
otro y a la causa que representa el otro, es suficiente castigo. Su alma permanecerá sucia durante más tiempo
del que le costará a la persona traicionada reponerse del dolor que el traidor
le ha causado.
La generosidad y la gratitud.
ResponderEliminarLo mejor que te puede enseñar la vida es aprender a mostrar gratitud ante la generosidad. El alma se te llena de una serenidad preñada de alegría y justicia que siempre te acompañará a lo largo de la existencia. Es verdad que solamente entrega quien tiene y le sobra, pero eso no resta grandeza al acto generoso de entregar. La clave está en reconocer que la persona generosa no vive de lo que te da, sino que, por el contrario, sacrifica muchas horas de su vida para poner ante ti y ante el mundo, el producto de su trabajo intelectual y todo ello sin recibir ni solicitar a cambio equivalente alguno. La gratitud no es cuestión de un día para otro, sino que es un sentimiento que germina en la conciencia, crece y se desarrolla día tras día hasta que se manifiesta bajo la forma de la lealtad.
Cuando la conciencia analiza los acontecimientos y los hechos con una mirada limpia y clara le resulta fácil ver en ellos los frutos intelectuales recibidos, mediante los cuales ella siente engrandecer las potencias espirituales que la conforman, y es entonces cuando brota de la conciencia el manantial del agradecimiento y lo hace de manera espontánea y libre, ligera de esfuerzo, sincera y sentida, alegre y saltarina.
Es bello y reconfortante sentir en el alma la gratitud hacia la entrega generosa. El solo hecho de permanecer dentro de ella la inquebrantable lealtad que se le debe al otro y a la causa social que representa el otro, es suficiente premio.
Francisco Umpiérrez, mi corazón estará siempre rebosante de agradecimiento ante tu generosa entrega. Nada ni nadie podrá evitarlo.
Ramón Galán.
Agradezco muchísimo tus palabras. Me reconfortan y me alivian.
ResponderEliminarFrancisco Umpiérrez
Soy miembro del CEKAM desde hace más de 20 años. Gracias Francisco , Ramón Galán y resto de los miembros del grupo de estudio por estos años de intensa transformación.
ResponderEliminarPor experiencia se que no es la traición lo peor que te puede pasar en la vida. Tampoco la gratitud la mayor de las enseñanzas. Sin embargo, la lealtad a la producción mas excelsa de la humanidad, y la gratitud a quien la conquista y te la regala, son virtudes de buenas personas. Pero no hace falta que te den tanto para sentirte confortado y agradecido. Tampoco hace falta dar tanto para ser generoso.
Aprendí de mi madre, que era casi analfabeta,a agradecer lo poco que te dan. Quizás por eso tengo hoy tanto.
Soy un trabajador, de alta cualificación, pero trabajador. No soy un intelectual. Tampoco soy un artista. Pero si el socialismo necesita intelectuales seré un intelectual. Y si necesita artistas seré un artista.
Jerónimo Artiles.
EliminarQuerido Jerónimo:
Llevas tiempo educándote en el pensamiento dialéctico y sabes que todas las afirmaciones tienen carácter relativo. Así que cuando se dice "lo peor que te puede pasar en la vida es..." o "lo mejor que te puede enseñar la vida es...", los hechos ahí no explicitados tienen los valores de lo mejor y de lo peor referidos a un momento determinado, en unas circunstancias determinadas, bajo un estado de la mente determinado. Si cambiamos las personas y el momento lo mejor y lo peor serán otros hechos.
Francisco Umpiérrez