El libro que utilizaré de referencia es de Eugen Von
Böhm-Bawerk titulado La conclusión del
sistema marxiano. En concreto someteré a crítica detallada el capítulo IV titulado El error del sistema marxiano. Sus orígenes y ramificaciones. La
primera cita viene después que Böhm-Bawerk se formule la pregunta que encabeza
este trabajo: “¿Cómo desarrolla Marx la tesis de que el valor depende
exclusivamente de la cantidad de trabajo incorporada en la mercancía?” Esta es
la primera respuesta de Böhm-Bawerk: “Comencemos con una pregunta que nos
conduce inmediatamente al núcleo de la cuestión: ¿Por qué caminos llegó Marx a
la tesis fundamental de su teoría, esto es, a la tesis de que todo el valor se
basa única y exclusivamente en la cantidad de trabajo incorporada a la
mercancía? No hay duda de que esta tesis no es en absoluto un axioma tan obvio
que haga superflua cualquier prueba. Valor y esfuerzo, como ya expuse en otro
lugar, no son en modo alguno dos
conceptos tan emparentados que susciten inmediatamente la idea de que el
esfuerzo constituye la causa del valor. Que alguien se esfuerce en conseguir
una cosa es un hecho y el que esa cosa valga la pena que ha costado adquirirla,
otro hecho distinto; la experiencia diaria se encarga de demostrar que ambos
hechos no coinciden, sin que acerca de esto pueda existir la menor duda. De
ello tenemos una prueba en los innumerables esfuerzos estériles que diariamente
se realizan por falta de precisión técnica, por error de cálculo o,
simplemente, por falta de fortuna. Y son también bastante numerosos los casos
de lo contrario, los casos en que un pequeño esfuerzo corresponde un alto
valor”.
Böhm-Bawerk cuando habla de lo que dice Marx emplea
su propio lenguaje y no el que Marx empleó. De este modo provoca cambios
semánticos decisivos bajo el punto de vista conceptual. No procede en este
sentido con precisión y rigor. El concepto de valor en Marx tiene muchos lados
y muchas interrelaciones, mientras que Böhm-Bawerk utiliza el concepto de valor
que supuestamente es de Marx como una caja cerrada y con unos contenidos en
parte pobres y en parte imprecisos. Escuchemos a Marx casi al inicio de El Capital: “Un valor de uso o un bien
solo tiene valor porque se ha objetivado o materializado en él trabajo humano
abstracto. ¿Cómo medir entonces la magnitud de su valor? Mediante la cantidad
de trabajo contenida en él. A su vez, la cantidad de trabajo se mide por su
duración”. Así que Marx, como sostiene Böhm-Bawerk, no dice que el trabajo sea
la causa del valor, sino que un valor de uso tiene valor porque en él se ha
gastado fuerza de trabajo humana sin tener en cuenta la forma de su gasto (trabajo
humano abstracto). Resulta aquí decisivo no solo hablar del valor sino de su
magnitud, del tiempo de trabajo. Y a este respecto dice Marx: “La magnitud del
valor de una mercancía se mantendría constante si fuese constante el tiempo de
trabajo requerido para su producción. Pero este último varía con cada cambio de
la fuerza productiva. La fuerza productiva del trabajo viene determinada por
múltiples circunstancias, y, entre otras, por el grado medio de destreza de los
trabajadores, del grado de desarrollo de la ciencia y su aplicación
tecnológica, por la combinación social del proceso de producción, por la
amplitud y eficacia de los medios de producción, y por las condiciones
naturales”.
Como se ve, Marx no afirmó que el valor depende del “trabajo”
a secas, sino que la cantidad de trabajo, esto es, la cantidad o magnitud de
valor, depende de la fuerza productiva del trabajo. Y a esta a su vez depende,
como hemos podido leer, de muchas circunstancias. Así que cuando Böhm-Bawerk
traduce a Marx a su propio lenguaje, no dice la verdad o no dice todo lo que
dijo Marx. De hecho Marx, después de formular las ideas citadas, hace las
siguientes afirmaciones: “La misma cantidad de trabajo está representada, por
ejemplo, por 8 bushel de trigo en una estación favorable, y por solo 4 en una
estación desfavorable. La misma cantidad de trabajo produce más metales en
minas más ricas que en pobres, etc.”. Es evidente, por lo tanto, que
Böhm-Bawerk utiliza una treta lingüística para empobrecer y restarle robustez
teórica al pensamiento de Marx.
Vayamos ahora a la otra idea de Böhm-Bauerk cuando
habla del esfuerzo (“fuerza de trabajo” en leguaje de Marx) como algo que
necesariamente no coincide con el valor: “Que alguien se esfuerce en conseguir
una cosa es un hecho y el que esa cosa valga la pena que ha costado adquirirla,
otro hecho distinto; la experiencia diaria se encarga de demostrar que ambos
hechos no coinciden, sin que acerca de esto pueda existir la menor duda”. A
este propósito dice Marx: “Podría parecer que si el valor de una mercancía
viene determinado por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuánto
más holgazán y menos diestro sea un hombre, tanto más valiosa será su
mercancía, puesto que tanto más tiempo consume en su elaboración. Pero el
trabajo que constituye la sustancia de los valores es trabajo humano igual,…
Tiempo de trabajo socialmente necesario es el tiempo de trabajo requerido para
representar cualquier valor de uso con las existentes condiciones de producción
socialmente normales y el grado medio de habilidad e intensidad de trabajo”.
Por lo tanto, Marx no afirma que cualquier esfuerzo crea valor. Lo que dice estrictamente
es esto otro: si el productor no hace el esfuerzo de acuerdo con las condiciones medias, su
esfuerzo será inútil. Y si es inútil, el producto de su trabajo carecerá de
valor. Así que la contradicción que Böhm-Bawerk atribuye al pensamiento de Marx
no es cierta. Se la ha inventado el economista austriaco.
Después de decir algunas vaguedades y afirmar que
Marx no verifica sus hipótesis con la experiencia, en la página 106 formula la
siguiente sentencia muy sonora pero igualmente muy poco rigurosa: “Al
contrario, como revelan las argumentaciones de su tercer volumen, sabe
perfectamente cómo se comportan los datos empíricos, y sabe también que son
contrarios a su tesis. Sabe que los precios de las mercancías no están en
relación con la cantidad de trabajo en ellas incorporados, sino que se fijan de
acuerdo con los costes totales de producción, que comprenden también otros
elementos”. Los precios de las mercancías según Marx se componen de tres partes
del valor: capital constante, capital variable y plusvalía. La pregunta ahora
sería: ¿Hay algún coste de producción que no represente capital constante,
capital variable o plusvalía? La respuesta es no. Dentro de los costes de
producción encontramos los gastos de maquinaria, instalaciones, electricidad y
materia prima, que representan la parte del valor que denominamos capital
constante, están los salarios que representan el capital variables, y están los
intereses, los impuestos y los beneficios que representan plusvalía. Y una
parte del alquiler, la amortización del inmueble representa capital constante,
y la otra parte, la renta del suelo, representa plusvalor. Luego no encontramos
nada en los costes de producción que no sea valor. La única diferencia es que
una parte del valor, el capital constante, representa trabajo pasado, y el capital
variable y la plusvalía representan trabajo nuevo. Luego afirmar que los precios
de las mercancías se fijan de acuerdo con los costes de producción es lo mismo
que afirmar que los precios de las mercancías se fijan de acuerdo con su valor.
De manera que la contradicción que nos anuncia Böhm-Bawerk que se da en el pensamiento de Marx no existe, es pura
treta del economista austriaco. Aquí de todos modos es necesario advertir una
diferencia importante en el ámbito terminológico: cuando hablamos de costos de
producción, estamos empleando un término neutro respecto a la forma económico
social de producción de la riqueza, que puede emplearse para la forma
esclavista, feudal, capitalista y socialista; mientras que cuando empleamos los
términos de capital constante, capital variable y plusvalía, estamos empleando
términos que nos anuncia que la forma económico social de la producción de
riqueza es la capitalista.
También nos advierte Böhm-Bawerk que Marx pudo
recurrir al método psicológico para determinar los precios y de la que la
economía convencional es todo un ejemplo. Esto hay que tomárselo muy poco en
serio. Recientemente estamos saliendo de una crisis económica que ha causado
muchos males sociales. Y se ha producido porque los precios de las viviendas
crecieron tan exageradamente que constituyó una burbuja que terminó explotando.
Los precios se desplomaron y provocó una
enorme quiebra bancaria, cuyas pérdidas terminó asumiendo el Estado. Y a este respecto la
sapiencia psicológica de la economía convencional no ayudó para nada. Así que
no podemos tomarnos en serio que el método psicológico para determinar los
precios que pone en práctica la economía convencional tenga certeza y validez
científicas.
Como podrá haber observado el lector, el pensamiento
crítico de Böhm-Bawerk es muy débil, muy vago, muy aparente, con poca
sustancia. Aporta muy poco. Es un pensamiento que bajo el punto de vista
conceptual y bajo el punto de vista de la profundidad está muy por debajo del
pensamiento de Marx. Mucho ruido y pocas nueces. Así que si la paciencia del
lector lo aguanta, nos veremos en la próxima entrega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario